Entre la H y la K

Te matare le dijo la soledad al corazón, suicídate le dijo la vida cuando le dio la espalda, la mente lo traiciono, se burlo de el entregándolo a un frenesí de mentiras de las cual no se puede escapar, mientras un grupo de esbirros corean al unisonó muere.

Huye pero solo prolongas la agonía que implica la vida, ¿a dónde iras? Hacia la felicidad que siempre escapa de ti como como el viento robándose tristemente tus pocos recuerdos felices.

Dentro de la retorcida mente del amor se gestan las peores torturas a los incautos que aun creen en ella y esperan felizmente su puñalada, matar solo en eso piensa la denominada mejor decisión que muchos desean seguir.

El corazón murió, sin importar cuantas lagrimas inútilmente derramo, solo murió, nadie lo vio ni tampoco hubieron testigos, murió solo y nadie escucho sus gritos agonizantes de ayuda ni sus lamentos, nadie estuvo hay para guardar sus últimas palabras, nadie lo acompaño ni consoló en sus últimos momentos y finalmente se convirtió en piedra.

Lo único que supo dejar atrás fue un nombre escrito en la nieve, un nombre ilegible, irreconocible, que la tormenta fue borrando, nadie supo quién era, pero supone ser alguien importante.