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sicario

Tema en 'Prosa: Sociopolíticos' comenzado por mariano dupont, 17 de Diciembre de 2014. Respuestas: 0 | Visitas: 581

  1. mariano dupont

    mariano dupont Poeta fiel al portal

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    SICARIO








    SICARIO



    (asesino por encargo. “Sicarius” significa hombre-daga)


    Los leños devolvían el Sol de su entraña a la tibia

    agradabilidad del ambiente.

    La noche era muy fría y los pequeños copos de

    nevisca se disolvían en los cristales y corrían por el

    vidrio como gotas extrañas a la calidez del lugar.

    En la tristeza de la calle una sirena anónima se iba

    perdiendo en la noche y su sonido se mezclaba

    con el silencio a la distancia.

    La dama que acababa de despedirse no mitigaba

    la negrura de mi soledad y en pocos minutos no

    tendría el recuerdo de su nombre.

    Para mi melancolía el “blues” de la vieja Gertrude

    “Ma” Rainey

    Los dos búhos de madera que me miraban con sus

    ojos redondos y amarillos desde el escritorio eran l

    os únicos seres en que confiaba en el mundo.

    Creía en sus antiguos conocimientos, en su

    esotérica sabiduría

    y en sus conjuros con los misterios herméticos.

    Y a mi manera hablaba con ellos porque los

    entendía y ellos sabían entenderme.

    Apagando la luz apoyé mi cabeza plácidamente

    sobre la tentadora almohada para dormir la paz

    de los sosegados de alma.




    Pasado un rato –no sé que tiempo exacto pudo

    haber transcurrido algo me saco muy

    delicadamente del sueño.

    Sentí una presencia vaga en la alcoba que no me resultaba de una actualidad corpórea ni de una inminente tangibilidad y que no relacioné con el peligro.


    Pero abrí los ojos en la oscuridad y me puse alerta mas por responsabilidad profesional que por inquietud.

    Estuve atento unos momentos y sin poderlo explicar se encendieron levemente luces de aviso muy tenues en lo profundo de mi conciencia ; era evidentemente algo intuitivo que no se correspondía de ninguna manera con la razón ni con la evidencia de lo empírico.

    Y sentí que los hechos me estaban confundiendo.

    Entonces ocurrió que las luces de alarma ya no fueron tan tenues y noté un sobresalto cuando me pareció que un suave soplo rozaba mi oreja en la oscuridad de la pieza.

    Cerré los ojos involuntariamente y me puse realmente tenso con un miedo primitivo cuando percibí que el soplo ya se convertía en un extraño murmullo.

    Permanecí muy quieto y ya con una aprehensión bastante agudizada cuando pude oír sobre la superficie del escritorio el rasguño de objetos que se movían en las sombras sin que hubiera razón para que eso ocurriera.

    Cuando pretendí encender la luz quedé paralizado de sorpresa y me congelo el ángel del espanto cuando una poderosa mano sujetó mi muñeca vigorosamente en la oscuridad, y me privo de todo movimiento sin que se hubiera oído volar una pluma.

    Estaba totalmente inmovilizado por el pánico y no producía mi cerebro el mas elemental de los razonamientos.

    De bogar sin afanes en la placida llanura de los tranquilos de alma pasé a habitar las cumbres tempestuosas donde residen los demonios, las almas torturadas y los dioses vengativos.

    En ese momento sentí la opresión en la otra muñeca y el poder que me dominaba era invencible.

    De la noche serena que velaba mi sueño no quedaba más que un lejano recuerdo y todo lo que estaba llegando lo sentía como una intempestiva y borrascosa tiniebla de furioso invierno donde derraman sus gemidos los genios malditos y las brujas penitentes.

    No podía articular sonido, estaba mudo y mis ojos derramaban lágrimas de miedo, de estupor y de impotencia.

    Mis párpados persistían cerrados, los rasguños eran mas ostensibles sobre el escritorio y percibí un absurdo aleteo de los búhos de madera tallada que me hizo daño por el hecho de sospechar sobre mi salud mental.

    Lo mágico se hacía real, los misterios de las sombras estaban más cercanos y el realismo fantástico se hacía casi como cotidiano.

    Comencé a sentir gemidos, gritos y aullidos de almas culpables en pena que participaban de los aquelarres con demonios y con seres poseídos que me atormentaban en la negrura de la noche.


    Cuando se agitaron las afanosas alas de la luz del amanecer se mitigó el pavor, pero comprendí que ya nada volvería a ser como antes. Los búhos que eran mis amigos estaban cubiertos de asqueroso excremento, la presencia espectral en mi habitación me había postrado impotente.

    Y con letras de sangre estaba bien pintado en el espejo el nombre de la última victima estrangulada por mis manos hoy mismo.


    La venganza que llegaba desde ultratumba recién comenzaba.

    Y el séptimo circulo me reclamaba.

    La dulzura del asesinato se vuelve hiel sin impunidad y la soledad se vuelve aplastante.

    ¡Palabra de un sicario!

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    #1

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