Amarme un poco.

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Tu último beso, de sabor amargo,
insaciable droga de mi agonía.
Me asosiega, me refugia, me adormece.

Es tu último aliento helado,
sobre mi hombro tembloroso.
Y tu cuerpo, acunándose en mis brazos,
piel tersa y terciopelo.
Regocijante deseo que me consume,
como brazas ardientes al fuego lento.

Ay, tu amor ferviente y vigoroso,
con fuerza de volcán.
Que se apaga como la luz de una vela.

Hada traicionera…
tú me obligaste a poseerte.
Porque, oh, almas rebeldes como tú,
deben ser arraigadas.

Eras mía, solamente mía.
No de él, ah, no de nadie.

No mi amor,
no debiste abandonarme.
Mis demonios sanguinarios,
nunca pueden ser saciados.

Mis manos infernales,
color rojo coagulado,
aún sobre tu cuerpo de diosa.
Tus ojos, túneles negros,
que me miran ya sin ver.

Tu expresión
de infinito terror y placer,
me dicen que tal vez,
pudiste amarme un poco.





Todos los derechos reservados.

Este poema es propiedad de Alexandra C.

 

Excelentes versos. Saludos

 

A veces sólo creo que uno puede amar a un ser mágico y que vive en el imaginario colectivo de los humanos. Es decir, considero que amar es tan utópico que sólo puede ser enfocado en otro ser de esas características.

Como fuese, amar un hada siempre es algo peligroso, mas cuando las marcas comienzan a aparecer en nuestros cuerpos y cuando recordamos (como si fuera real) su piel de terciopelo.

Saludos,