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Los viernes por la noche.

Tema en 'Leyendo en voz alta, solo prosas' comenzado por Said_Nayib, 30 de Enero de 2015. Respuestas: 2 | Visitas: 962

  1. Said_Nayib

    Said_Nayib Poeta recién llegado

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    Recuerdo cuando tenía la edad de 10 años, era un niño que le encantaba correr, jugar, divertirse todo el día; me distraía con cualquier cosa, todo llamaba mi atención, pero todo ocurría durante la luz hermosa del día, mis noches no eran tan sonrientes que digamos, mi faena terminaba cuando mamá me gritaba Said anda ya para adentro!! Sentía su voz en mi oído, sentía su dulce voz en mi pequeño cuerpo; corría directo a casa, descalzo y un tanto sucio. Lo siguiente era ducharme, bueno ella lo hacía, yo medio me bañaba y se notaba cuando salía todo curtido; recuerdo tanto que tomaba mis brazos, los alzaba y restregaba de una manera tan deliciosa que hasta risa me provocaba, eso sí, impecable si quedaba.

    Me cambiaba, cenaba mientras con mi hermanas jugaba, jugábamos en la mesa, a ella no le gustaba, se molestaba; se nos sentaba a nuestro lado vigilándonos, mi hermana me miraba y con ese simple hecho yo soltaba mi risa, la boca llena de arroz el cual volaba por toda la mesa por esa acción que me producía verla, eran tan divertido, mamá solo nos miraba y nosotros la ignorábamos. Terminada la cena nos acomodamos para ver la novela, una novela colombo-mejicana que en horario prime time presentaban, empezaba mi preocupación, empezaba mi angustia, veía su rostro agobiado mirando una y otra vez el reloj de pared que en la sala de la casa estaba, es como si presintiese que a medida que pasaba el tiempo ella nuevamente sería víctima del duro golpe de los efectos del alcohol en papá.

    Apaga la televisión, nos dice que es hora de dormir, que es hora de orar, que es orar de cerrar ojos y oídos mientras ella espera con paciencia a papá. Mis hermanos duermen, yo aún despierto velando el sueño de ellos, permanezco atento al duro golpe de la puerta al tocar papá mientras mamá se tiende en su cama haciendo la mímica de dormir, yo escuchaba los rezos de su ser, escucha los rezos de su alma, pedía que no hoy no fuera un viernes como los de siempre, y si lo era, que sus hijos no escucharán ni vieran. Son más de las 12 m, papá aun no llega, ella una y otra vez se asoma sigilosamente por la ventana, cualquier ruido la despertaba, yo la veía, ella a mí no, siempre pensaba que dormía; suena el chillar de un freno, es un vehículo que se estaciona frente a casa, es papá, es papá me gritaba en mi interior. Las ansías y los nervios jugaban una mala pasada en mi pequeño estómago, me dolía, me dolía tanto que me asustaba, pero me asustaba más mi padre, mi padre ebrio y embriagado de alcohol…su fuerte tocar a la puerta retumbaba, sonaba como un inmenso e imponente disparo, mamá y yo corríamos a abrirle presurosamente, ella sorprendida al ver que ya yo estaba abriendo me decía, anda vete para tu cama! Yo simplemente agachaba la cabeza y de reojo la miraba, la miraba tan asustada pero tan acostumbrada que a veces eso me tranquilizaba. Entraba papá, maletín en hombro y ojos medio abiertos, tufo empedernido y caminado zigzagueante; mamá después de abrirle la puerta solo se limitaba a dar unos pasos para nuevamente volver a su cama, papá entraba a nuestra habitación, silbaba, silbaba como siempre todos los viernes hacia, ese silbido natural en él como en mí, sí, en mí, en mi mente agobiada de lo venidero después de ese silbido. Estoy asustado, no quiero que mis hermanos despierten, no quiero que sean testigos de las acciones de todos los viernes, mi estómago se alborota como queriendo hablar; papá me mira y toca mi frente, su olor es tan penetrante que casi embriaga mi ser, da una vuelta y anda a su cuarto con mamá, yo afino mi oído para escuchar cuál será su siguiente paso. Empieza la faena, esa faena que no quería escuchar, pensé que hoy no sería una noche como las demás, me equivoqué, nuevamente me equivoqué, papá alza su voz otra vez, mamá grita asustada, me levanto y corro a su habitación, mis brazos tiemblan, mis piernas también, mamá me mira y asustada se ve, Dios ayúdame, Dios dame las fuerzas para quitar a papá de ella. El tiempo se detiene, arranco encima de él, hundo mis uñas en su espalda y lloró con querer, mamá corre de inmediato a nuestra habitación, me toma de mi brazo y anda sin cesar, suena la puerta al tropezar el marco, mis hermanos se levantan asustados, ella los abraza y yo con apresuro tranco con candado; papá está afuera gritando, gritando sandeces que el alcohol le ha sacado, mamá llora, la veo llorar, la veo abrazar a mi hermana; nerviosos, todos estamos nerviosos, papá empuja la puerta con tanta fuerza que siento que la casa se cae encima de nosotros, mamá nos toma a todos de los brazos, temblando nos abraza y empieza orar mientras sus ojos lloran sin cesar. Un momento de silencio se adueña del cuarto, un momento que quisiera que perdurara para toda la vida, de pronto intempestivamente papá enfurecido logra abrir la puerta, mamá corre a la sala, sabe que va en busca de ella como cazador a su presa; se arma de valor y de algo más, toma un cuchillo y empieza a gritar, a defender su vida y la de los demás, la de sus hijos que yacen inundados de llanto en el pequeño cuarto lleno de ansiedad. Papá se la abalanza encima a mamá, gritamos, no papá no papá, por qué le haces esto a mamá!! Hay Dios mío, mi querido Dios, otra vez te pido fuerzas para no ver más a mis hermanos llorar, los tomó y a cada uno los llevo detrás de una sábana oscura que le ayudará a sosegar los gritos de mamá: regreso rápidamente, con un miedo inmenso en mi cuerpo pero con un valor inmenso en mi alma salgo a defender a mamá; aún recuerdo su rostro, ese rostro demacrado y esas lagrimas por sus mejillas pasar, me dolía, me dolía tanto ver a mamá. Allí estaba él, ese ser que los viernes se transformaba en un completo desconocido, un personaje inmundo y despiadado que solo mamá, mis hermanos y yo teníamos que lidiar, estaba con su media risa en ese rostro, ese rostro de padre irreconocible; era el más duro de los hombre, de su boca solo salían palabras de ofensas que golpeaban más que los mismos puños, que los nudillos en las costillas; mamá mi pobre mamá, lloraba sin parar. Bajo sus piernas me postraba hasta que papá se cansará, se cansará o se extasiará de pulular tantas palabras hirientes, tan hirientes que aun las siento en mí caminar.

    Son más de las 3 de la mañana papá se ha cansado, el alcohol ha bajado, ahora quiere hacer las paces, ahora quiere retomar nuevamente el papel de hombre perfecto, ahora quiere sanar las heridas con <<bellos gestos>>, ahora quiere dormir junto a mamá. Ella me mira y agacha su espalda para alcanzar mi oído, me dice en voz baja, casi en susurro, gracias mi niño, anda ya puedes ir a dormir en paz, mamá ira con papá.
     
    #1
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  2. Engel

    Engel SOÑADOR TOCANDO CON LOS PIES EN TIERRA

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    Un texto tan emotivo y como desgarrador. Llega a las fibras del alma.
    Te felicito, Said.
    En todo caso me sorprende verlo publicado en este subforo.
    Te dejo un fuerte abrazo... seguiré leyéndote.
     
    #2
  3. Said_Nayib

    Said_Nayib Poeta recién llegado

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    Muchas gracias.
     
    #3

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