LOS DOS NÁUFRAGOS.

LOS DOS NÁUFRAGOS.

Había en aquel tiempo en la antigua Jerusalén, en el mar, en una pequeña balsa naufragando un hombre y una mujer, pasaban por allí los días domingos en un barco unos justos, que se contentaban con lanzar alimentos a la pequeña balsa, el hombre aquel era pecador, ya que se hacia de un poco de pesca los días sábados. Lo cual aveces no era suficiente ni con lo que llevaban los justos; y los justos a veces no acudían ni domingos, ni lunes, ni martes, etc. Así que el hombre pecador levantaba su voz gritando e implorando pedía alimento para la mujer que rea su madre y los justos se acercaban y bajaban alimento a la balsa para no contaminarse y su piedad les hacia sentirse bien para con ellos mismos.

Pero llego un día que el naufrago descubrió que no había más peces, así que nuevamente levanto su voz diciendo a los justos, que su madre era una anciana débil que la ayudaran, pero los justos le pidieron que se las entregara; y así fue. El naufrago les dijo que si y un día mientras el soñaba se la llevaron y cuando esta ya iba en el barco, los justos descubrieron que era su madre de ellos, antes no la habían podido reconocer o tenían miedo de contaminarse; inmediatamente los justos llenaron de atención y cuidados a la anciana.

Y el naufrago se quedo contento de ver que alguien cuidaba a su madre, como se la llevaban contentos y felices de haberla encontrado; y aquel barco nunca mas volvió por aquel trozo de mar en que dos náufragos estaban perdidos.

La justicia también es cuestión de entendimiento, de amor y buena voluntad.

Adiós Justos, adiós Madre, adiós Naufrago, adiós.