Sed del alma

Luis jugaba en un charco que había dejado la lluvia. Hizo con mucho cuidado un barco de papel que, lánguidamente, se hundía a la mitad del charco. Resopló resignado. Miró su rostro reflejado en el agua sucia y lloró inconsolable. Ya no era un niño. La sed de su alma lo consumía. Vio de soslayo el puñal manchado de carmín. Yolanda agonizaba a mitad del jardín trasero.

 

Una realidad cruda narrada con sutileza. Final lleno de sorpresa. Un placer leerte. Saludos.

 

Un gusto que pases por mis letras.

La vida es una sorpresa.

Saludos.

 

Asi es, no sabemos lo que la vida nos repara. Abrazos

 

Es placer que pases por mis letras.

Sólo nos queda vivirla lo mejor que creamos.

Saludos.

 

Agradezco tus palabras.

Retorno los amables saludos!!