La virtualidad y la escenificación del ego

En lo concerniente a Internet y redes sociales, parafraseando
a Marshall McLuhan, puede decirse que: el ego es el mensaje.



En la vida cotidiana, uno se encuentra con familiares, amigos y conocidos un muy limitado número de veces, y los encuentros están acotados a unas pocas horas por vez, luego de lo cual uno regresa a su vida, a su propia familia y asuntos.
Así, logramos relacionarnos en forma más o menos sensata con la mayoría de las personas, ejercitando la tolerancia y la empatía, y esperando que los demás ejerciten esas mismas actitudes con nosotros. Se crea así esa terrible armonía que nos permite transitar la vida sin tener que reventar indignados por no comprender al otro o por sentirnos incomprendidos.
On-line, en Facebook por ejemplo, la dinámica es otra. Allí estamos expuestos, no ya esporádica y eventualmente sino en forma constante, a quienes, carentes de empatía y llenos de indolencia, practican el culto de su ego: "Yo, yo, y nada más que yo".
De modo que las mismas personas que en el mundo cotidiano, a veces estoicamente, somos capaces de soportar, en el mundo virtual pueden tornarse irritantes e insoportables.
Seguros de sí mismos y dando por buenos sus saberes y preferencias, interpretan, en ese gran escenario de las redes sociales, la representación dramática que más los complace, llamada: "Lo mejor de mí mismo". No se enteraron de que exacerbando sus “cualidades” en realidad evidencian lo peor de sí mismos.
Como contrapartida, también podemos ser irritantes cuando nos manifestamos tal cual como somos, sin caretas ni recaudos; cuando expresamos nuestros gustos, convicciones y pensamientos. Se incomoda quien piensa distinto a nosotros, o el que se siente acusado por nuestras convicciones u obras. Pero esto sí que es deseable, la expresión de la realidad, de nuestra complejidad y contradicción, de nuestra diversidad y singularidad.
Agradar a todo el mundo es imposible, y este es el gran problema de los cultores del ego, que aspiran al éxito universal deseando honras, loores y alabanzas.
En lo que a mí concierne, es preferible que me detesten por lo que soy a que me ensalcen por lo que no soy.

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Fernando M. Sassone
(AKA P.R.)




Ilustración utilizada con autorización
© Mariana Busch

 

No dejas de tener razón sobre el hecho de que existe el ego, menor, mayor, lo hubo, lo habrá... en cada persona que transita por la virtualidad. Nadie está libre de su ego. Y es cierto que la persona en la virtualidad queda expuesta, y más cuanto más trasparente sea. Y tienes razón en la afirmación de que cada cual, al mostrarse como es, puede molestar con su presencia o sus letras a otras personas. Y, ello, parece inevitable, puesto que tarde o temprano expresamos nuestros gustos, nuestras ideas, el motor de nuestras vidas ... como bien dices.

No obstante yo siempre he visto en la virtualidad no sólo un espacio de intercomunicación, sino también un aspecto dominante de voyeurismo en muchas personas , en el sentido de mirón, esto es, de contemplación de otras personas. De hecho los muros de facebook son meros escaparates, en los que se vende carne humana (emociones, sentimientos, ideas, sensaciones...) expuestos a las miradas de otros que miran y, de hecho, apenas existe comunicación. En los foros muchas personas se entretienen analizando y estudiando a otras personas o sencillamente mirando lo que hacen, lo que dicen, lo que piensan y otros muchos fantasean con ellas.

 

Interesante punto de vista. Tal vez faltó mencionar que el ego también se nutre del odio y no sólo de las alabanzas, esa es sólo una de las razones por las que resulta tan contradictorio hablar del ego, y es natural. Creo que es imposible dejar de ser uno; incluso cuando se le comenta al resto que es mejor dejar el ego de lado se está siendo egoísta. Incluso Dios, que no aparece cuando se le nombra, ni reacciona cuando es abucheado, ni cuando es alabado, es egoísta. El hombre es ego, y sin ego no hay hombre y sin ego, no hay ideas, ni arte, ni nada existiría sin ego, inicialmente el universo mismo no hubiera existido nunca (que me perdonen los ateos), así que propongo hacer culto al ego en vez de desdeñarle.
Ahora, entendiendo lo expuesto como un análisis general, no puedo estar más que de acuerdo en algunos aspectos. Por ejemplo, el tema de la exposición, o lo que queremos mostrar de nosotros mismos utilizando como medio la tecnología o, dicha más precisamente, la comunicación editada, de la cual prescindimos en el trato cara a cara cotidiano, y sólo por razones técnicas. En mi experiencia personal con las redes sociales, hacia las cuales soy poco dado, he tenido una visión algo privilegiada, pasiva y analítica, y he observado el egoísmo fluir desde todos los rincones posibles de la pantalla y abofetearme cada cuanto, y hasta muy ocasionalmente he sido yo mismo el que ha expuesto tal egoísmo, cayendo en cuenta de ello, y es que, pensándolo bien, para eso están diseñadas las redes sociales, desde el momento en que las mismas entregan información valiosa acerca del comportamiento y las preferencias de las masas a ciertas entidades que se alimentan de cada secuencia de bits. También me parece propicio destacar que la tecnología de las comunicaciones tiene un elemento que dice mucho sobre la psicología humana. Esto, queda de manifiesto en la siguiente cuestión: ¿hasta qué punto uno es uno, teniendo que mostrar tolerancia y empatía?, ya se ve en la comunicación por mensajes de texto instantáneos, tenemos en aquel mecanismo comunicacional más libertad que charlando faz a faz, por tanto: ¿hasta qué punto el ser animales sociales nos obliga de manera involuntaria a utilizar máscaras?. Lo curioso de todo es determinar quién soy yo, el que edita y prefiere antes de enviar el mensaje, o el que fluye natural (o antinaturalmente) con todas las erratas. Difícil cuestión no exenta de contradicciones, estimado.

 

Un tema complicado... feo... bajo muchos aspectos decepcionante...
voy a tener que releer tranquilo las respuesta y seguir meditando...
Victoria, Astro... gracias por comentar.

 

Compañero nadie puede hablar por nosotros, no es ego entendido como egoismo, al contrario es generosidad, la natura en la selva trás su belleza es cruel, en el humano también.
Dejó en nosotros más defectos que virtudes, ¿podemos mejorar?, depende de los azares de la vida. A la cual no pedimos venir y donde lo hagamos es un azar añadido.
Aguantar en pie a pesar de todo, ya necesita de una gran fortaleza. Aceptar la muerte, también.
Es el gran misterio de la vida