Una carta a mi mano doble

Una carta a mi mano doble, un par de ciegos enamorados, un lenguaje en francés, estamos parejos, comemos de la boca, somos como el pez.

Este día frio, una lluvia sin agua, eres tu mi estadio, la boca de cereza, como tiene esa forma de quitarme la pereza.

Me presento, porque ya me conoces, soy el hijo de madre, tan huérfano de padre, sobrino de mi tío, la foto tuya, quiero que taladre.

Señora, como manejas tus caderas, al son del ritmo de lo ancho, un cuerpo entrelazado, entre mis piernas.

Hola esposa soltera, futura madre de mis hijos, vamos a hacer de este mar, un solo rio, la presente es: bienvenida a lo no vivido.

Me encanta hacerte enojar, por que doy una causa, y se convierten en fortaleza, yo no pretendo hacerte llorar.

El día que me grites, hazlo fuerte, como se rompa la cuerdas vocales, recuerda que este amor me tiene sordo, nunca me imites, creo ser cobarde.

Pecado amor, robarme lo ultrajado, la silla de mi colchón, está abierto, para que vengas a dejarme, esto no hace daño.

Princesa, y no muñeca de trapo, te como a besos, y te bebo con sed, sus labios sabor amor, en mí, un ángel clavado.

Tengo dos centavos de cordón, sin ser atados, mis viejos zapatos, un poco destapados. Ofrezco mi sangre, a cambio de tu corazón, combinemos la genética, para darle sentido a esta relación.

Esta carta no lleva fin, podría escribirte por horas, pero no voy contarte, besemos, hasta que pasen muchas horas.

La carta venia de un lugar sin origen, un futuro desplante, eso no lo sé, para cubrirme de cualquier rosa con espinas, yo me puse guantes.