El último descanso.

Querido Luis, tus comentarios son siempre emotivos, muestran un corazón grande y en eso seguro que tuvieron mucho que ver tus abuelos; ellos aportan a la existencia de los niños esa riqueza emocional tan excepcional. Gracias una vez más por tu generosa mirada poeta.
Un abrazo.

 

Cierto apreciado Antonio, la voz de los nuestros queda en nosotros cuando se van, transmitimos sus historias, sus frases y de pronto su sombra se hace grande y protectora.
Un abrazo cordial.

 

Gracias Jorge, tienes razón, al igual que epimeteo; cuesta mucho hacerse a la idea de la vejez y más aún de la muerte, aunque nos convendría reparar más en ello para vivir cada instante como si fuera el último. Lo de la caida del velo de la memoria debe ser de las cosas más tristes que le pueden pasar al ser humano y aún más que a él, a su familia. Recordé al padre de una amiga de la infancia que estando en la terraza, haciendo la siesta, de pronto despertó y trató a su hija de usted, como una extraña y comenzó a preguntarle por un matrimonio que llevaban un negocio por aquella calle...ese matrimonio era él mismo y su mujer...Triste morir antes de morir.
Un abrazo.