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El psicópata

Tema en 'Prosa: Generales' comenzado por blue spring, 24 de Julio de 2015. Respuestas: 2 | Visitas: 510

  1. blue spring

    blue spring Poeta recién llegado

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    Los psicópatas.


    Después de ocho años de angustias y pérdidas por tercera vez recurrió a la terapia.

    En esta oportunidad, con muchísima más claridad que lo que el terapeuta hubiera creído. No se encontraba en una crisis, quería de él la receta del medicamento para utilizarlo cuando el aislamiento y la convivencia con su madre de ochenta y seis años y su hermana le provocaran una nueva crisis. Su hermana había sido hospitalizada el por marido en un psiquiátrico y al salir de allí debió vivir con sus padres. A pesar de haber sido una excelente alumna en la facultad no pudo encontrar un empleo para sostenerse.


    Lo conocía bien al terapeúta, era un mal tipo que le transmitía a su hermano las confidencias que le hacía en terapia, además la revictimizaba.

    El hermano del terapeuta, lo vamos a llamar Pablo, trabajaba en sistemas al igual que ella. Sus conversaciones con Guillermo, el terapeuta, retumbaban en su ambiente de trabajo. Se sentía violada y vejada pero simulaba en terapia que no sucedía nada. Tampoco podía hablar en su departamento y hasta llegó a creer que habían instalado micrófonos. Pronto con el correr del tiempo se dio cuenta que tampoco debía comentarle nada a sus padres. La sonrisa socarrona en la cara del padre cuando comenzó a hablar en una oportunidad le dijo todo. Aún hay una foto en su escritorio de cuando fueron al acuario en San Clemente por una iniciativa de la empresa en que ella trabajaba. En ese momento, insistió en que la excursión al acuario se hiciera el mismo día de la llegada causándole un conflicto con el personal de la empresa. La foto retrata la sonrisa burlona.


    Luego se dio cuenta que aparentemente había muchas otras personas que hacían lo mismo. Finalmente jugaron con la salud mental y física de ella y su hija.

    Virtualmente la habían dejado indefensa, laboralmente y socialmente. Nadie sabía muy bien quién o quienes eran los que participaban en esta historia de perversos y psicópatas y que en una oportunidad la habían llevado hasta el delirio, pero nadie se atrevía a intervenir o a ayudarla porque no se sentían lo suficientemente fuertes.


    Ella sabe a ciencia cierta, que le querían arruinar la carrera, que hubo quien se jactó de que le hubieran impedido llegar a gerente, que la policía estaba comprometida en su desgracia y que tenia su computadora y teléfonos intervenidos o hackeados. Nunca pensó que querían arruinarles la vida a ella y a su hija y que su familia se encontraba involucrada.


    La risa forzada de su madre o casi la de una estúpida que se ríe sola de lo que ella mismo dijo, era un indicio. Era evidente que nada la afectaba efectivamente y que segundos después de haberle dicho la mayor cantidad de disparates o haberla insultado, respondía los llamados telefónicos impertérrita, casi en la gloria. ¿Sería porque había logrado sacarla de su eje?


    Llegó al consultorio y debió esperar en la calle a que llegara Guillermo, no se tuteaban pero se llamaban por su primer nombre. Había salido a las corridas luego de darse una inusual ducha por la mañana porque por su estado gripal había transpirado abundantemente durante la noche. Solía ducharse por las noches como parte de su rutina para conciliar y tener un sueño placentero.

    Estaba mal vestida, su cabello sin peinar se había secado en el camino y llevaba puesto un pantalón jogging de frisa color gris y el buzo que habían comprado en Disney para el advenimiento del nuevo siglo, habían pasado quince años desde ese momento.


    Ingresó al consultorio y sin circunloquios le pidió que la medicara, le contó algunas cosas de dominio público cómo que había vuelto a viajar a Estados Unidos. Le advirtió que no la maltratara y puso como excusa para iniciar un tratamiento el último mail que le había enviado su hija, se lo mostró. Su hija había puesto como condición para verla que iniciara un tratamiento psiquiátrico, aduciendo que “su cabeza la engañaba”.

    Le dijo, que tenía los telegramas de renuncia a su trabajos y los resumes de cuenta que demostraban que en dos oportunidades los inquilinos que habían alquilado su departamento rescindían el contrato cuando ella renunciaba a su trabajo. Le pidió que contactara a su tocayo que trabajaba en la Facultad de Ciencias Exactas para que calculara la probabilidad de que eso le sucediera en dos oportunidades. Argentina es un país sin ley y con un altísimo índice de corrupción. En el año dos mil trece, una banda de la policía, robaba las propiedades de los ancianos, haciéndolos declarar insanos.


    En general eran personas que no tenían familiares, en este su caso, alejaron a su hija de ella. La tercera fue la vencida, le alquiló el departamento a un amigo de su madre que supuestamente se encontraba en una situación desesperante, finalizó el contrato y el amigo de sus padres se atrincheró en su departamento. En un mes su salud desmejoró muchísimo, el inquilino había comenzado a destruir el departamento y en la reunión con el abogado le advirtieron que iban a dejar un “ocupa”. Se enfrentaría a dos años de juicio con un destino incierto o mejor dicho se arriesgaría a que su madre le hablara a una persona muy influyente en el poder judicial.


    Claro, el psiquiatra, la dejó hablar unos minutos y luego comenzó con las preguntas, debía recordar para la próxima vez que debía estar alerta, que cuando el psiquiatra detectaba que estaba cómoda comenzaba con las preguntas. Según sus recuerdos, iba a buscar el talonario de recetas o se dirigía a la recepción en dónde se encontraba el escritorio y al volver cambiaba de asiento y comenzaba con las preguntas.

    ¿Cuántas veces fue a Estados Unidos? ¿En qué fechas? Se lo veía consternado


    Fue al baño y para su sorpresa lo encontró sin terminar. Estaba igual que a fines del dos mil dos, el año en que él dijo que cerraba el consultorio para hacer unas reformas y no la llamó durante dos meses. Los mármoles que flanquearían la ducha seguían amontonados y al ingresar al consultorio se había dado cuenta que la puerta de entrada seguía sin los herrajes de las cerraduras como en aquella oportunidad ¿Los habría perdido? Se preguntó, no cría posible que en trece años no hubiera podido poner unos cuantos tornillos. O debía interpretar esos signos sumado a su desalineo como un indicio. ¿Habría cerrado la práctica? ¿O se la cerraron? Tampoco contesta el teléfono del consultorio, por lo general responde el contestador.


    En aquella oportunidad, después que la despidieran de su trabajo free lance por un cambio de tecnología, también habían despedido al hermano del psiquiatra, Pablo.

    Ella tenía la impresión que él tenía un conflicto con su hermano y que creía conocerla a ella y a todos los que trabajaban en sistemas por la imagen que tenía de su hermano Pablo. ¿Realmente sería psiquiatra? En una de la sesiones anteriores al desastre económico resultante de la crisis en Argentina del dos mil uno le había preguntado si su ex cuñado enviaría a sus sobrinas a “la” ORT. Su hermana se había casado con un judío y probablemente para su madre habría sido un insulto ya que se consideraba una ferviente católica. Volviendo al psiquiatra, sin más, ante su asentimiento, le espetó que él, el psiquiatra, conocía a todos los judíos de Belgrano. No es que él conociera a los judíos de Belgrano, al menos hasta dónde llegaban sus conocimientos, era una institución de educación secundaria de gran prestigio de la comunidad judía.


    Ella llegó a la conclusión que el psiquiatra tenía poco contacto con la realidad más allá de las paredes de su consultorio y de algún modo estaba dispuesta a dejarlo en evidencia. La economía mundial y la de la Argentina se transitaban un momento al menos extraño y había algunas restricciones a las importaciones. Antes de que extendiera la receta le comentó que el medicamento en gotas no se encontraba en existencia en las farmacias y droguerías. Por supuesto, no le prestó atención y confeccionó la receta con la presentación del medicamento en gotas. Guillermo estaba dispuesto a demostrarle que ella estaba equivocada y le dijo que fuera a comprar las gotas a la farmacia que quedaba a la vuelta del consultorio.

    Ella le sugirió que llamara por teléfono a la farmacia para verificar que tuvieran el medicamento. Guillermo no hizo ningún comentario y salieron del consultorio. Como siempre comenzó a exhibir sus conocimientos sobre la profesión de ella, esta vez le preguntó cómo se calculaba la sumatoria de números de los ene primeros números naturales.

    Ella acababa de jubilarse y estaba abocada a hacer unos cursos de elearnig en la Universidad de San Diego sobre psicología social y neurociencias. Sistemas había quedado atrás y las matemáticas también.


    La acompañó a la farmacia visiblemente desencajado, había en su rostro una expresión extraña, como si estuviera disconforme o disgustado con lo que estaba haciendo.

    El farmacéutico le dijo que no había y que tan sólo había una presentación por cien comprimidos. Ella ya lo había verificado con la farmacia del barrio. Volvieron al consultorio y le extendió una nueva receta.


    Quiso comprar el medicamento en la farmacia del barrio, la farmacéutica la conocía. Le presentó la receta y ella le comentó que la había atendido su sobrina, que no tenía en existencia pero que haría el pedido y que por la hora que era seguramente llegaría al día siguiente por la mañana. En resumen el medicamento no llegó a la mañana siguiente, tampoco había llegado a la tarde y debió volver a las ocho de la noche. La farmacia estaba con las persianas bajas, debió hacer un esfuerzo sobre humano para agachase y pasar por la pequeña puertita. Había un hombre, un pelo duro, un morocho con el pelo corto, muy alto recostado en un extremo del mostrador, muy cerca de dónde se encontraba su medicamento. La farmacéutica tomó el medicamento y se lo puso delante, le pidió por tercera vez la receta y volvió a verificar todo. Finalmente le dijo que ella se quedaba con la receta .


    Luego le siguió el llamado de Guillermo, solícito, para ver como estaba y si había conseguido el medicamento. Volvió a repetirle que debía tomar un cuartito y que hablarían el viernes. Pasó el viernes y él no la llamó, el teléfono del consultorio no contestaba y en la casa no se encontraba. No pudo comunicarse con él en todo el fin de semana, finalmente la llamó el lunes. Ella le comentó que al día siguiente sería el cumpleaños de su hija. Él consciente le contestó en mal tono que le dejara un mensaje, la estaba volviendo a victimizar. Él sabe que ese tono la toma desprevenida y con esos tonos la había controlado su padre. Le negaba la posibilidad de ver a su hija y al mismo tiempo la castigaba con ese maldito tono autoritario con la que la habían dominado y aterrado durante sus vida pasada.


    Ahora ella se encuentra sentada en su dormitorio con el portero visor prendido a su derecha y vio salir a su madre después de que cayera el sol en pleno invierno para hacer su paseo hacia la estación de servicio de la calle La Pampa, se encontró con la señora del presidente del consejo de administración, la vio conversar con ella, reírse y hacerle burla.


    Ahora es el comentario general del barrio. Dirán que fue al psiquiatra y que está medicada. Su madre este modo piensa desautorizarla, sus palabras o su testimonio pueden no ser tenido en cuenta. Su se madre se confabuló con el portero del edificio y las mujeres del consorcio, en el dos mil doce, para que el portero la golpeara. El portero tiene antecedentes por falso testimonio y recientemente la policía se lo llevó en un patrullero junto con su mujer después de una disputa a gritos y golpes que comenzó a las tres de la mañana y culminó a la seis.


    Siente que se encuentra en grave peligro, que pueden aducir cualquier argumento y que son capaces de recurrir a cualquier recurso. Pueden internarla para quedarse con el dinero de la venta del departamento y su jubilación.


    Continuará......
     
    #1
    Última modificación: 25 de Julio de 2015
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  2. blue spring

    blue spring Poeta recién llegado

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    #2
  3. Marco Antonio Morales O.

    Marco Antonio Morales O. Poeta que considera el portal su segunda casa

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    Felicitaciones, grandes contenidos para meditar. saludes, mis mejores deseos.
     
    #3

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