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La noche interminable de un pueblo llamado Malante

Tema en 'Prosa: Generales' comenzado por luisfontanez45, 2 de Agosto de 2015. Respuestas: 0 | Visitas: 395

  1. luisfontanez45

    luisfontanez45 Poeta recién llegado

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    8 de Junio de 2015
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    Género:
    Hombre
    Cuando el joven Francisco se encontró solitario, en ningún momento pensó que las horas de su vida estarían contadas. Eran cerca de las nueve de la noche cuando finalmente llego de su trabajo como vendedor, y negociante que recientemente estaba perdiendo su negocio. La tienda que la tenia se encontraba cerca de la plaza del pueblo, al frente de la iglesia; lugar habitual en donde todos los habitantes frecuentaban ir todos los domingos sin fallar. Cuando él se acostó encima de la cama tibia que el compartía con su amada esposa, se quedó mirando el techo, buscando el sueño que nunca parecía llegar.




    Francisco, era un hombre de estatura mediana, muy atractivo, y conocido por su conocimiento en algunas magias místicas, que no pasaba de los veinticinco años de edad. Por días, nuestro protagonista se encontraba soñoliento, preocupado y cansado; después de varias horas de trabajar en su tienda con la esperanza inútil que alguien le comprara. Tristemente, su usual insomnio y el repudio que tenía, hacia este mundo que muchas veces lo mantenía despierto; lo hostigo de tal manera que finalmente perdió la habilidad del sueño, y por horas se quedó pensando en el futuro que él quería con su amada y tierna Isabela. Su hermosa amante era la mujer más hermosa del pueblo, que por edad no pasaba de los veinte, y era conocida por el resto del pueblo como Isabela del Alma; apellido que heredó de su esposo Francisco del Alma. Con un cuerpo voluptuoso que hacía que los hombres perdieran la razón, y causándole la envidia de todas la mujeres del pueblo, que morían por ser algo como ella. Su hermosura era tan incomprensible, que se podía comparar a una diosa que sentaba entre los mortales, y que respiraba exaltaba el aire puro de la noche mientras dormía. Este pensamiento rotaba todas las noches por la cabeza de Francisco, cuando admiraba su belleza y todo lo que ella representaba para él. Mientras él se encontraba peleando con la noche, ella dormía profundamente en un sueño interminable y dentro de ella se estaba formando lentamente la criatura creada por el amor que ellos tenían.



    El conocimiento de la nueva criatura, que en nueve meses iba a ser parte de la familia que ellos dos querían tener; era solamente conocido por Isabela, cuando por primera vez se hizo una prueba de embarazo y encontró que iba ser madre. El día que ella supo que algún día iba ser madre, pensó en decirle a Francisco sobre las grandes noticias, pero sabiendo que él iba a estar bien agotado de trabajar, y triste porque sabía que el negocio que heredó de su padre que también lo heredo de su abuelo dentro un ciclo grande de generaciones que cuidaban y mantenían el negocio vivo. Después de largas décadas, revoluciones, movimientos políticos, sociales y tecnológicos, la magia que alguna vez existía por todas las esquinas del pequeño pueblo estaba desapareciendo. Esto significaba que los juguetes que él les vendía a los niños no funcionaban como antes, las alfombras voladoras no volaban y habían perdido su magia, gorras que tenían fondos, espejos que eran solamente espejos; que dejaron de ser portales a otros mundos, y varitas mágicas y bastones mágicos, que empezaron ser símbolos antiguos de pasados distantes que habían desaparecido con el tiempo. Y ahora solo se hablaban de estos pasados como mitos, cuentos de hadas y fabulas que formaron parte de la imaginación de los niños, que los más ancianos del pueblo les contaban.
     
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