Mi espectro

Sus ojos me siguen despiadados, observan un todo detenidamente. Sin más, se esconderá inconscientemente en el imaginario bosque siniestro que prepararé, mientras camino ansioso y tiritante. Desde allí aligerará el paso. Profeso el jaspeo que intentará enmudecer, trepando a las copas afligidas de unos inquietos árboles extraños.

Siento su pulso al andar.

Seré la presa de mi propio espanto.

Mi ansiosa razón, demanda en la inmediatez, una observación crucial de las cosas que tengo aquí delante de mí.

Las figuras deambulan asimétricas, escapándole a la perversidad.

Las líneas me lanzan sobre el viento y recorro los caminos clínicos de esta novelería vehemente. Consigo internarme en sus miradas y me reflejo en ellas. Me veo en sus ojos delatores.

Siento ese ultraje holístico.

La prisa se hace carne en la imagen que corroe al tiempo.

De pronto, me presiento desprovisto.

Descubro que he perdido su atención.

¿Cómo logra tal independencia?

¡Si yo mismo le he creado!

Parpadeo y esbozo una insignificante sonrisa.

Ha vuelto, ¡Ahí está una vez más!

Otra vez estoy en su mira.

A la deriva.

Dentro de una oscuridad que me esclaviza en simultáneo, con cientos de escenas ausentes.

Es extraño pensar que no quiera ya perseguirme y que resista una orden mía.

Entonces solo queda pensar que no lo ha interpretado mi mente y que existe realmente; y que haya atravesado mi exterioridad para hostigarme físicamente. Es todo un acontecimiento.

Cuando lo tenga frente a mí, le haré saber que es mi espectro, que es mi invención y que trabaja para mí.