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Biografía de El Conde de Villamediana

Tema en 'Biografías' comenzado por Shalott, 12 de Septiembre de 2015. Respuestas: 5 | Visitas: 2311

  1. Shalott

    Shalott Poeta recién llegado

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    11 de Septiembre de 2015
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    Mujer
    Este aporte es un pequeño intento por recuperar la figura de El Conde de Villamediana. Una de las mejores plumas que ha dado este país. Tan descreído como D. Juan Tenorio pero con el talento de nuestro Quevedo, fue un personaje interesantísimo con una biografía apasionante.
    Me doy por bien pagada si logro despertar la curiosidad de alguien.

    Don Juan de Tassis acompañó como Correo Mayor al Duque de Alba en la toma y entrada triunfal en Lisboa el 29 de junio de 1581. Y estando en Lisboa quedó embarazada Doña María dando a luz nueve meses después al único hijo que tuvo D. Juan, y que sería D. Juan de Tassis y Peralta, Segundo Conde de Villamediana, motivo de este trabajo.

    Al regresar el Rey a Madrid en 1583, Don Juan padre regresó con su esposa y su hijo con el Rey. El niño no había aún balbuceado su primera palabra. Por eso no escribió nunca en lengua portuguesa, ni volvió jamás allí. Así que vivió desde su más tierna infancia en España donde moriría también.

    D. Juan de Tassis y Peralta, Segundo Conde de Villamediana, tenía al morir su padre 15 años. Perteneciendo Portugal a España cuando nació, se puede afirmar que nació, vivió y murió en territorio español.

    Crióse D. Juan en Palacio como correspondía a su alcurnia, recibiendo una buena educación científica y literaria. Se le enseñó todo lo relativo al conocimiento de los antiguos autores castellanos inculcándosele el amor por la poesía que nunca le abandonaría y en la que destacó.
    Pasó más tarde D. Juan a la Universidad de Alcalá de Henares, pero por breve tiempo no llegando a estudiar ninguna de las carreras que allí se enseñaban.

    En Palacio conoció a Doña Magdalena de Guzmán y Mendoza, de noble cuna y de gran influencia en la Corte. D. Juan parece que tuvo relaciones amorosas con ella y un soneto de autor anónimo que circuló por Madrid decía que "no se portó muy bien con ella y aún le llegó a poner la mano encima", por lo que Doña Magdalena siempre le amó y le odió.

    Siguiendo a la Corte estuvo D. Juan en Valladolid contrayendo matrimonio con Doña Ana de Mendoza y de la Cerda, descendiente del famoso poeta el Marqués de Santillana, Hermano del Duque del Infantado. Con ello enriquecía Don Juan su nobleza aunque no su riqueza. Tuvieron varios hijos pero todos se malograron.

    La Corte no era una buena escuela de moralidad. Dice Cotarelo (x) que "el reinado del católico Rey D. Felipe III era una síntesis de vicio e hipocresía". El Rey era muy aficionado al juego, a los naipes y el Duque de Lerma era un tahur. Se gastaban sumas inmensas en toda clase de cosas superfluas, cuando la economía del país y el Erario público estaban exhaustos y el Rey no tenía con qué pagar a los criados.
    En una noche el monarca perdió en el juego un millón y cien mil reales que le ganó el Marqués de Povar. La Reina y sus damas no quedaban atrás como ludópatas y el Duque de Lerma, el valido, tenía siempre montada una timba con los ricos genoveses.

    El Conde de Villamediana no podía ser menos, llegando a ser con los naipes un consumado maestro. Cervantes hace alusión a él en El Quijote bajo el nombre de Pierres Papin. Mme. D'Aulnoy (x) en su "Viaje por España cuenta una anécdota referente al Conde: "Hallándose el Conde un día en la Iglesia de Atocha (parece un contrasentido el que se acusase al Conde de descreído y sin embargo se encontrase en la Iglesia) se le presentó un fraile con un cepillo pidiendo para las ánimas del Purgatorio. Villamediana le dió un ducado y el fraile le dijo: "Acabáis, Señor, de librar un alma". El Conde le dió otro ducado y el fraile le dijo: "Otra más redimida". Fue dándole algunos educados más en tanto que el fraile repetía a cada uno que daba: "Un alma acaba de salir del Purgatorio". "¿Me lo aseguráis? le dijo entonces el Conde. "Sí, Señor, ya están en el cielo". "Devolvedme entonces el dinero que puesto que están en el cielo, no hay que temer que vuelvan al Purgatorio, en tanto que mis ducados corren el grave peligro de no volver a mi bolsillo". La Sra. D'Aulnoy afirma que, sin embargo, no recogió Villamediana su dinero.

    Fue tan afortunado en el juego que dio motivo para que le expulsaran de la Corte el 19 de enero de 1608 por haber ganado más de 30.000 ducados. Entonces marchó a Valladolid donde tenía amigos y parientes.

    Sin embargo regresa pronto a Madrid donde su espíritu inquieto le hace partir para Valencia acompañando al Marqués de Santa Cruz y de allí a Italia donde se instala cerca del Virrey recién nombrado, D. Pedro Fernández de Castro, Conde de Lemos y pronto forma parte de la "Academia de los Ociosos" en la que se reunían poetas y escritores en torno al Mecenas que era el Conde Lemos. Entre los que asistieron a esta Academia estuvo D. Francisco de Quevedo. Cervantes quiso ir a Italia, pero no fue invitado. A pesar de ello escribiría aquellos famosos versos del "Viaje al Parnaso" que comienzan: "Tú, el de Villamediana, el más famoso / de cuantos entre griegos y latinos/ alcanzara el lauro venturoso".

    Villamediana se distinguió pronto en Nápoles como consumado poeta haciendo las delicias de los napolitanos. Tenía el Conde por entonces 33 años (1615) y con su fortaleza, su buen físico y su destreza en las armas, se hizo muy popular. El Duque de Rivas le dedicó estos versos en romance:

    "Era el gran Don Juan de Tassis,

    Caballero cortesano,

    Conde de Villamediana

    De Madrid y España encanto

    Por su esclarecido ingenio,

    Por su generoso trato,

    Por su gallarda presencia,

    Por su discreción y fausto"

    Seis años pasó en Italia, regresando en 1617 a Madrid, quedando asqueado de cuanto vió en la Corte lo que le hizo escribir en sus poemas diatribas contra todo y contra todos, lo que le granjeó muchos y poderosos enemigos. Su poesía satírica, que si no lo creó él fue uno de los creadores, la utilizaba como dardos envenenados contra aquello o aquéllos que no le gustaban. Sus críticas se hicieron famosas y circulaban por todo Madrid, de mano en mano, copiándolas unos y otros.

    Uno de los que más se distinguió por los abusos cometidos siguiendo el ejemplo de su protector, fue D. Rodrigo Calderón, Marqués de Siete Iglesias, que era el valido del valido, favorito del favorito, que de simple paje del Duque de Lerma, se había elevado a la Secretaría de Estado. Dice Cotarelo (x) : "Asusta leer la lista de riquezas que sólo en alhajas se le halló cuando la formación de su proceso que precedió a su muerte en la horca". Aquello que vió Villamediana a su regreso de Italia, era un verdadero saqueo de España.

    Para salvarse de lo que veía venir, el Duque de Lerma pidió al Papa Pablo V el capelo cardenalicio que le fué concedido.

    Villamediana declaró una guerra implacable contra aquellos malos Ministros y Gobernantes de entonces, entre los que el fraude y el cohecho eran la regla. Fue aquella época una de las más tristes páginas de nuestra Historia.


    El Rey mandó a Lerma a Valladolid, desterrado (4 octubre 1618). Villamediana escribió en aquella ocasión:

    "El mayor ladrón del mundo,

    por no morir ahorcado,

    se vistió de colorado"...


    A Jorge de Tobar, Secretario del Real Patronato, luego Secretario de Estado le dedicó varias composiciones con motivo de haberle concedido el Rey el hábito de Santiago, en las que le llamaba judío como aquella que termina:

    "¡Y quiere hoy ponerse cruz,

    al que puso a Dios en ella!"

    "¡Si es que estás bautizado,

    dinos cuándo!"


    No dejó títere con cabeza y fue tal la cantidad y la calidad de aquellos a quienes iban dirigidos sus insultos, escritos infamantes, diatribas y sátiras que concitó muchos odios. El camino y el ambiente estaba preparado para llegar a su trágico final. A tal punto llegó la inquina contra él que el Rey por segunda vez le desterró de Madrid con la prohibición de acercarse a menos de 20 leguas, así como tampoco a las principales ciudades del Reino.

    Desterrado, pasó el Conde por Sigüenza, luego fue a Córdoba a pesar de la prohibición y desde allí siguió haciendo sátiras. Estaba siempre al tanto de cómo estaba la política del Reino. Así se enteró de que D. Rodrigo Calderón había perdido el favor real por faltarle su protector el Duque de Lerma. Preso éste en 19 febrero 1619, fue llevado al Castillo de Montánchez, luego al de Santorcaz y por último a Madrid donde se le formó proceso y acabó en el cadalso.

    Se decía de Villamediana que escribía con lodo. Atacaba por todos los flancos sin respetar ni la vida privada. Ultrajando incluso a muchos inocentes.

    Había un alguacil llamado Pedro Vergel, al que dirigió esta cuarteta:

    "¡Qué galán entró Vergel

    con cintillo de diamantes!

    ¡Diamantes que fueron antes

    de amantes de su mujer!"

    Y al Conde de Salazar que era muy feo, así como su mujer:

    "Al de Salazar ayer

    mirarse a un espejo ví;

    perdiéndose el miedo en sí

    para mirar su mujer"

    Era todo un ejemplo de maledicencia. Sin embargo concurría a certámenes literarios y se ganaba el primer premio con su poesía como cuando se celebraron grandes fiestas para celebrar a San Isidro el 15 de mayo de 1620. En aquella ocasión Lope de Vega que estaba en el tribunal que dió los premios, le alabó mucho.

    De su infeliz esposa, la Condesa Doña Ana, ni se habla. Pasó desapercibida, como una sombra. Seguía en Valladolid donde murió posiblemente solitaria. A los dos años y medio su destierro terminó coincidiendo con los cambios políticos que tuvieron lugar en la Corte.

    El 3 de marzo de 1621 muere el Rey Felipe III que había sido un juguete en manos del Duque de Lerma, del de Uceda y del Padre Aliaga, su confesor. Le sucedió Felipe IV que venía ya con su favorito, D. Gaspar de Guzmán, Conde de Olivares.

    Se cuenta que al escuchar las campanas que doblaban por la muerte de su padre, exclamó: "Todo es mío". Felipe IV tenía 16 años y estaba ya casado con Doña Isabel de Borbón, hija de Enrique IV de Francia y de su segunda esposa María de Médicis. Doña Isabel era una mujer joven y muy bella y de gran talento. Olivares tenía anulado al Rey, apartándole del gobierno. El se encargó de la decadente nación que le entregaron, haciendo cambios radicales en el Gobierno. Los desterrados volvieron y entre ellos el Conde de Villamediana que fue nombrado Gentilhombre de la Reina y repuesto en su cargo de Correo Mayor. Ayudó al Rey haciendo poesías con él, que era un buen aficionado.

    Pero Don Juan no podía detener su estilo satírico y dirigió contra los caídos Ministros escritos rencorosos, contando con la anuencia del Rey y de Olivares. Era como se decía en un anónimo que corrió por todo Madrid, "como un buitre después de la tempestad". Fueron pocas las personas que escaparon al látigo del Conde. Pero había hecho muchos "discípulos" y ahora las poesías satíricas y los libelos menudearon contra él.

    Por aquel entonces (1621), el Conde de Villamediana, atraído por los encantos de la Reina Doña Isabel de Borbón, al parecer se enamoró perdidamente de ella. Se ha hablado mucho sobre estos amores, leyenda, novela especialmente, atribuyéndose su trágico final especialmente a estos "amores reales".

    Pareciera como si buscase el peligro y quisiera hacerse enemigos. Era un deseo subconsciente de suicidarse.

    Con motivo de terminar el luto por el Rey Felipe III, idearon los monarcas organizar unas grandes fiestas en Aranjuez al estilo versallesco. La Reina encargó a Villamediana una comedia que ella y sus propias damas representarían. A tal efecto se levantó un teatro en el Jardín de la Isla, construído por el Ingeniero Julio Fontana a quien conocía el Conde desde su estancia en Italia. Se iluminó todo con antorchas y el Rey y la Corte se aprestaron a disfrutar de la comedia que se trataba de una alegoría política titulada "La gloria de Niquea". Estuvo precedida por una serie de danzas a cargo de las damas de la Corte. El escenario era una maravilla con el entorno de los espléndidos jardines de Aranjuez.

    Dio comienzo la representación. La Reina estaba situada sobre una nube hecha de cartón y seda. Las damas, cada una en su papel lo hacían a las mil maravillas. Era el 15 de mayo de 1622. Terminó el primer acto con gran satisfacción del público. Dio comienzo el segundo acto y a poco de empezar una antorcha cayó sobre las telas y comenzó a arder el escenario.

    Se organizó el natural alboroto. Todo el mundo corría temiendo ser alcanzado por el fuego. La Reina estaba en un lugar peligroso pero allí estaba el Conde de Villamediana para salvar a su Reina. Saltó como un resorte, tomó en sus brazos a Doña Isabel "salvándola de perecer". La Reina llegó sin novedad donde estaban los demás invitados.

    Más tarde se dijo que el incendio había sido provocado por el mismo Conde o por uno de sus lacayos y así con ese pretexto tener a la Reina en sus brazos aunque fuese por poco tiempo. Cierto o no, el rumor corrió por todo Madrid.

    Las fiestas continuaron en la Corte, esta vez con motivo de la canonización de San Isidro, San Ignacio de Loyola, San Francisco Javier, San Felipe Neri y Santa Teresa. Hubo desde corridas de toros hasta representaciones teatrales en la Plaza Mayor.

    Villamediana era experto alanceador de toros así como corriendo cañas. Tuvo una excelente actuación delante de los Reyes, hasta el punto de que la Reina entusiasmada exclamó dirigiéndose a su augusto esposo: "¡Qué bien pica el Conde!" a lo que el Rey contestó: "Pica bien pero pica alto". Parece que ya barruntaba lo que quizás no hubo más que en la imaginación popular. Que el Conde estaba enamorado de Doña Isabel era indudable. Hay demasiados indicios que el de Villamediana no trataba de ocultar. En una de aquellas fiestas se presentó con un magnífico terno sobre el que habían sido colocadas en su pecho una serie de monedas de las recien puestas en circulación, reales de plata y sobre ellas un lema bordado en oro que decía: "Son mis amores reales".

    La imprudencia de Don Juan fue enseguida observada por toda la Corte y en especial por el Conde-Duque de Olivares que se lo hizo ver al Rey.

    Villamediana a quien D. Francisco de Quevedo no tenía precisamente mucho afecto por haber escrito el Conde unos versos satíricos contra el Duque de Osuna, su protector, refiere que:

    "Habiendo el confesor del Rey y el Conde-Duque, D. Beltrán de Zúñiga como intérprete del Angel de la Guarda del Conde de Villamediana, D. Juan de Tassis, advertídole que mirara por sí que tenía peligro su vida", el Conde no le hizo mucho caso. Sigue contando Quevedo: ¨El Conde, gozoso de haber logrado una malicia en el religioso, se divirtió, de suerte que habiéndose paseado todo el día en su coche con D. Luis de Haro, hermano del Marqués del Carpio gran amigo suyo), a la mano izquierda en la testera, descubierto al estribo del coche, en la calle Mayor donde vivía, salió un hombre del Portal de los Pellejeros, mandó parar el coche so pretexto de dar un recado urgente al Conde y reconocido, le dió tal herida que le partió el corazón. El Conde, animosamente, asistiendo a la venganza más que a la piedad, exclamó "Esto es hecho" y empezando a sacar la espada y quitando el estribo, se arrojó a la calle donde expiró luego, entre la fiereza de este ademán y las pocas palabras referidas. Corrió al arroyo toda su sangre y luego arrebatadamente, fue llevado al portal de su casa, donde concurrió toda la Corte a ver la herida, que cuando a pocos dió compasión, a muchos fue espantosa; la conjetura atribuía a instrumento, no a brazo". (Parece que le asesinaron con una ballestilla).

    Sigue diciendo Quevedo:

    "Y hubo personas ...que nombraron los cómplices y culpan al Príncipe, osando decir que le introdujeron el enojo por lograr su venganza; que su orden fué que lo hiriesen". Pero alguien más corrigió al Rey y recomendó al asesino que "acabaran" con él.

    "Otros decían que pudiendo y debiendo morir de otra manera por justicia, había sucedido violentamente, porque ni en su vida ni en su muerte hubiese cosa sin pecado. Solicitar uno su herida y su desdicha con todas las coyunturas y el castigo con todo su cuerpo, y no prevenirse, fue decir: "Ni la justicia ni el odio han de poder hacer en mí mayor castigo que yo propio". Y todo lo que vivió fue por culpar a la justicia en su remisión y la venganza en su honra: y cada día que vivía y cada noche que se acostaba era oprobio de los jueces y de los agraviados; diferentemente en su muerte y en las causas della".

    La justicia hizo diligencias para averiguar quienes habían sido los culpables, pero con órdenes de no averiguar nada y así quedó impune el crimen y solitario en la leyenda.

    Otra versión es la de D. Gonzalo de Céspedes y Meneses, Historiador del Reinado de Felipe IV, que publicó en 1631 una obra en la que narraba con menos encono que la de Quevedo, cómo fue la muerte de Villamediana:

    "Sucedió en el mes de agosto... mas mucho antes prevenido... D. Juan de Tassis, Conde de Villamediana... El 21 de agosto entró en Palacio rodeado de criados... estuvo allí corto tiempo, saliendo con D. Luis de Haro, hijo heredero del De Carpio y menino de la Reina, al cual con ruegos y porfías metió en su coche y le pidió que viniese a pasear...por fatal destino suyo parece que le quiso traer para testigo de su muerte. Iba Don Juan bien descuidado y hablando con su compañero de cosas de gusto y diversión, de caballos, música y poesía de que perdidamente era tentado para su mal... Así llegaron a la Puerta de Guadalajara... Quiso Don Luis seguir otro camino...pero insistió el Conde y siguió adelante sacando la cabeza para llamar a sus criados...yendo el Conde al otro estribo recostado, le embistió un hombre y le tiró un solo golpe, mas tan grande que arrebatándole la manga y carne del brazo hasta los huesos, penetró el pecho y corazón y fue a salir a las espaldas. A la voz triste que dió el Conde, atropellado del dolor, volvió Don Luis y conociendo el mal recaudo sucedido (aunque sin armas) saltó luego para prender al homicida...El Conde puso la mano en la espada, fue con tan ciego destino que tropezando uno sobre otro...y en tanto el Conde revolviéndose, vomitó el alma por la herida, de cuyas bocas (por disformes) juzgaron muchos haber sido hecha con arma artificiosa, para desplazar cualquier defensa".

    "Aqueste fué su infausto fin; algunas de sus causas...unos han dicho se produjo de tiernos yerros amorosos, que le trujeron recatado todo el resto de su vida; porque él sin duda era de aquellos que comprenden en sus ánimas cuanto les brinda la fortuna y otros de partes de su ingenio que abrieron puertas a su ruina".

    En un Códice que se encuentra en la Biblioteca Nacional de Madrid (F.f.-73) se dice:

    "Este año de 1622, a 18 de agosto (fue en realidad el 21), mataron al Correo Mayor, a boca de noche en la calle Mayor, junto a la de los Boteros, yendo en su coche, un hijo del Marqués de Carpio, y dicen que le mataron con un arma como ballesta al uso de Venecia y que se callase se mandó".

    León Pinelo (x) dice:

    "Domingo 21 de agosto 1622, en la calle Mayor, yendo en su coche D. Juan de Tassis, Conde de Villamediana, aún casi de día, se llegó al estribo un hombre y con alguna arma fuerte y que hería de golpe, por si llevaba defensa, se le dió tan cruel, que rompiéndole las costillas no le dio más lugar que para decir: "Jesús esto es hecho" y luego murió..."

    En versos que corrieron por todo Madrid se le achacó al Conde-Duque de Olivares la muerte del Conde de Villamediana como autor intelectual e inductor. Una nota al margen de un anónimo autor del libelo contra el Conde-Duque titulado "La Cueva de Meliso", se dice:

    "Dijeron en el caso del poeta Villamediana, que había muerto por las sátiras que escribió contra Don Gaspar (Conde-Duque de Olivares) y las demostraciones frenéticas que ejecutó por la Reina Isabel. Al que lo mató hizo el Conde-Duque Guarda Mayor de los Reales Bosques, llamado Ignacio Méndez, natural de Illescas. Fue común opinión que murió este asesino envenenado por su mujer, que se llamaba Micaela de la Fuente."

    Otros decían que el matador fué Alonso Mateo, Ballestero del Rey.

    El escribano del Rey, Manuel de Pernia certificó y dio fe de que

    "Don Juan de Tassis, Conde de Villamediana, Correo Mayor de estos Reinos estaba muerto en su casa de una estocada que le habían dado en la calle Mayor. Y para que conste, etc...21 agosto 1622".

    Depositado el féretro en San Felipe el Real, fue luego conducido a Valladolid y sepultado en la Capilla Mayor del Convento de San Agustín, patronato de la familia. Muchos años después hallaron incorrupto su cadáver, lo cual se atribuyó a la sangre derramada por la ancha herida que le habían causado.

    Mira de Amescua escribió sobre él el siguiente epitafio:

    "¡Golpe fatal, cruel hecho

    que en bárbara impiedad toca!

    Que por cerrarme la boca

    Me la abrieron por el pecho;

    Y aunque este lugar estrecho

    me oprime y muerto me ven,

    no es bien seguros estén

    de mi lengua, porque es tal,

    que hablará de muchos mal

    si ellos no vivieren bien"

    Y Don Juan Ruiz de Alarcón otro epitafio:

    "Aquí yace un maldiciente

    que hasta de sí dijo mal,

    cuya ceniza mortal

    sepulcro ocupa decente.

    Memoria dejó a la gente

    del bien y del mal vivir;

    con hierro vino a morir

    dando a todos a entender

    cómo pudo un mal hacer

    acabar su mal-decir"

    La mayoría de los poetas que le conocieron creyeron que debían escribir algo sobre él.

    Luis de Góngora atribuía su muerte a muy altos poderes:

    "Mentidero de Madrid,

    decidnos: ¿Quién mató al Conde?

    Ni se sabe ni se esconde:

    Sin discurso discurrid.

    -Dicen que le mató el Cid

    por ser el Conde Lozano;

    ¡disparate chabacano!

    La verdad del caso ha sido

    que el matador fue Bellido

    y el impulso soberano"

    Don Antonio Hurtado hace un retrato del Conde y trata de explicar las causas de su muerte:

    "Ya sabéis que era Don Juan

    dado al juego y los placeres;

    amábanle las mujeres

    por discreto y por galán.

    Valiente como Roldán

    y más mordaz que valiente

    ...más pulido que Medoro

    y en el vestir sin segundo,

    causaban asombro al mundo

    sus trajes bordados de oro...

    ...Muy diestro en rejonear,

    muy amigo de reñir,

    muy ganoso de servir,

    muy desprendido en el dar.

    Tal fama llegó a alcanzar

    en toda la Corte entera,

    que no hubo dentro ni fuera

    grande que le contrastara,

    mujer que no le adorara,

    hombre que no le temiera..."

    En la décima de Luis de Góngora citada, parece sugerir que no fue el Conde-Duque de Olivares el autor intelectual que ordenó la muerte del Conde, sino un asesino infame por orden del Rey. No fue traidor el asesino como Bellido Dolfos, pues obró con orden y consentimiento del Rey, sino un mero ejecutor de la justicia real.

    Hartzenbusch afirmaba que

    "la mano que le hirió era vendida, un bruto como Ignacio Méndez o Alonso Mateo", o los dos. Estos fueron los autores materiales del crimen, pero los autores intelectuales del crimen fueron el Rey o el Conde-Duque de Olivares, o los dos. De todas formas era una muerte cantada y fue por encargo. Los asesinos fueron protegidos por el Rey y por el Conde-Duque. Se había hecho tantos enemigos por sus sátiras hirientes que muchos pensaron en que fué una conjura y desde luego muchos aplaudieron su muerte.

    Hay varios hechos que llegan entre líneas hasta nosotros.

    1º El hecho de que el propio confesor del Rey llamándole aparte, le había advertido: "Téngase y mire lo que habla, que tiene peligro de la vida". Sabía lo que se tramaba y deseaba que se pusiera en salvo.

    2º El hecho de que los asesinos fueran a cara descubierta y en pleno día con el movimiento de paseantes que había en la calle Mayor, está diciendo claramente que se sentían protegidos y que la justicia no les iba a perseguir. Quiere decir que "gozaban de impunidad".

    3º A los autores intelectuales no les importó mucho que supiera que habían sido ellos. Eso es lo que querían para que todo el mundo supiera que con ellos no se podía jugar.

    Pero realmente ¿hubo algo entre Doña Isabel y el Conde de Villamediana? No me cabe la menor duda de que el Conde estaba loco por Doña Isabel y por eso hizo tantas locuras, el incendio para tenerla entre sus brazos, la colocación de los reales de plata y el lema "Son mis amores reales". No le importaban ni los riesgos, ni el qué dirán. El se creía por encima de todos los peligros o...los buscaba.

    Si damos un vistazo a su poesía, podemos observar que son de un "enamorado sin esperanza", de un enamorado que no ha visto satisfecho su amor. Pedro demos un vistazo por algunos de esos versos y las alusiones que hace:

    "Ando tan altamente, que no alcanza

    al sujeto la vista...

    Ni un átomo de sombra de esperanza

    a mi suerte jamás puede atreverse (o sería mejor entreverse?)

    . . . . . . .

    "Callar quiero y sufrir, pues la osadía

    de haber puesto tan alto el pensamiento...

    ...Sufrir quiero y callar; mas si algún día

    los ojos descubrieran lo que siento

    no castiguéis en mí su atrevimiento

    que lo que mueve Amor no es culpa mía"

    . . . . . . . . . .

    "Es tan glorioso y alto el pensamiento

    que me mantiene en vida y causa muerte...

    que entre misterios de un dolor secreto

    amor es fuerza y esperar locura...

    "Amo de vos lo que de vos entiendo,

    no lo que espero porque nada espero...

    De vos no quiero más que lo que os quiero."



    Estos fragmentos revelan un amor imposible, no a lo que él estaba acostumbrado, a mujeres que se le rendían más o menos fácilmente. Sospechaba que sólo podía esperar la muerte marchando por ese camino y creo que la deseaba al ver la imposibilidad de amarla como él quería. Los versos que se encontraron en su bolsillo después de crimen parecen indicarlo así:

    "Mas como todo lo iguala

    temida, buscada muerte..."

    Y en efecto buscó la muerte y la encontró. Creo que es lo que él deseaba.

    ¿Y Doña Isabel? ¿Qué sentía por él?

    El Conde de Villamediana era un hombre aún joven aunque se llevaban una buena diferencia de edad. El le doblaba la edad. Ella veinte, él cuarenta. El era un hombre apuesto, elegante, amado por las mujeres, buen poeta, buen justador, buen rejoneador, temido por su espada por los hombres. ¿A qué mujer no le gusta en su fuero interno que un hombre así le manifieste su locura por ella? Pero ella se mantenía en su incorruptibilidad. Y esto le hacía sufrir más a él que veía un imposible en aquel amor. Y no cabe duda que ella se debía interesar por él pero sin dar el paso fatal. Ahí está la anécdota que se la atribuye, será verdad o leyenda, pero indica el saber popular:

    "En cierta ocasión presenciaban los reyes una corrida de toros en la que el Conde rejoneó tan bien, que a la Reina se le escapó aquello que le dijo a su consorte: "¡Qué bien pica el Conde!" a lo que el Rey le contestó: "¡Pica bien...pero muy alto!"

    Esto nos indica que ella era una niña sin mucha malicia. Si la hubiera tenido se hubiese callado para no levantar sospechas en su esposo. Ella sentía admiración por él, pero de eso al amor queda un buen trecho.

    Otra anécdota se cuenta de ella. ¿Verdad o leyenda?

    "En cierta ocasión, hallándose la Reina en un balcón de Palacio se llegó por detrás el Rey calladamente y le puso las manos sobre los ojos. Creyendo ella que era Villamediana , le dijo: "¡Estáos quieto Conde!" a lo que el monarca sorprendido exclamó: "¿Conde?". Y ella que tenía siempre la respuesta adecuada, le contestó: "¡Sí, Conde! ¿No sois vos Conde de Barcelona?". A pesar de la rapidez y agilidad verbal de Doña Isabel, el Rey que ya debía estar un tanto amoscado por las asiduidades de Villamediana, debió quedar más preocupado todavía. Y cuando el Conde-Duque de Olivares, que debía tener muchos deseos de enfrentar al Rey con Villamediana, le echó más leña al fuego, cosa que debió hacer con frecuencia, comenzó a pensar que aquel rival podía ser peligroso. Olivares llegó a temer que Villamediana le iba a quitar la privanza del monarca al que se había ido ganando ayudándole a hacer versos y con ciertas tercerías. Con sus intrigas el Conde-Duque mataba dos pájaros de un tiro.

    Cotarelo (x) señala que

    "El Conde de Villamediana no estaba exento de defectos, pero sus contemporáneos conocieron la bondad de su corazón, su generosidad, la afabilidad de su trato. Pero también conocieron su orgullo, la mordacidad de su carácter y su naturaleza apasionada. Unas oscurecieron las otras, pero no totalmente".

    Lo que no se puede dudar es de su sentido patriótico que le obligó en ocasiones a realizar con el arma de sus versos una crítica despiadada contra los malos hijos de España. Y a los que pensaron que era un descreído, bastará este soneto

    "A Cristo crucificado"

    "Cuando os miro pendiente de un madero

    de sacrílegas lenguas blasfemado,

    por mil partes herido y traspasado

    el pecho sacro del agudo acero,

    Temo el rigor del Tribunal severo

    viendo el duro castigo ejecutado,

    en quien ni fué ni pudo ser culpado,

    rayo de inmensa luz, Dios verdadero.

    Mas entre el miedo crece la esperanza

    en la inocente sangre derramada,

    que por lavar mis culpas dio su vida.
    Conde-de-Villamediana 2.jpg
    Fe cuyo aliento a conocer alcanza

    que alma con sangre de su Dios comprada

    será a su mismo autor restituída".

    Fuente: http://www.gorgas.gob.pa/museoafc/loscriminales/magnicidios/conde villamediana.html
     
    #1
    Última modificación: 13 de Septiembre de 2015
  2. Maramin

    Maramin Moderador Global Miembro del Equipo Moderador Global Corrector/a

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    Interesante biografía de este personaje que desconocía y que parece haberte cautivado:

    El pasar de los años no ha menguado
    la atracción femenina hacia el poeta
    de alma enamoradiza y pluma inquieta
    por mor de envidia y celo asesinado.

    [​IMG]
     
    #2
  3. Shalott

    Shalott Poeta recién llegado

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    ¡Cuánto me complace saber que le ha parecido un personaje interesante! Estoy mucho más que agradecida. Entiendo que es algo extensa... Pero para lo que no cabe más emoción que la que siento, es que el personaje y mi admiración por él, compartamos la inspiración de un cuarteto como el que nos dedica...Eso no tiene precio. ¡Menudo regalo!
    (Con su permiso, lo he guardado con el nombre: "A mi admiración por el Conde de Villamediana, por Maramín")
     
    #3
    Última modificación: 13 de Septiembre de 2015
  4. marquelo

    marquelo Negrito villero

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    Vaya, es una biografía que engancha. Una vida romántica y aventurera y muy poética a la vez. Me ha gustado mucho. Felicitaciones por el aporte. un fuerte abrazo.
     
    #4
  5. Shalott

    Shalott Poeta recién llegado

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    Celebro que te haya gustado, amigo marquelo. Me daba por bien pagada si suscitaba la curiosidad de una sola persona. Que ya seáis dos, me complace especialmente. Te envío un abrazo con la esperanza de volver a encontrarte si no entre mis letras, entre las tuyas.
     
    #5
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  6. marquelo

    marquelo Negrito villero

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    como se diría en el lenguaje antiguo...
    No se preocupe vuesa merced,
    nos veremos, alta señora
    en los versos que salen del crepúsculo...
     
    #6
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