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Hurañia

Tema en 'Fantásticos, C. Ficción, terror, aventura, intriga' comenzado por Évano, 5 de Octubre de 2015. Respuestas: 2 | Visitas: 993

  1. Évano

    Évano ¿Esperanza? Quizá si la buscas.

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    Hombre
    Parte I

    Junto a un meandro, bajo un angosto valle de densa vegetación y oculta por altísimos árboles de enormes hojas, se hallaba la pequeña casa de Elías, una vivienda construida con cantos rodados, sin ventanas. La semana nocturna llegaba a su fin, y, con ella, los espectros.

    Las lunas besaban el alba de la semana nocturna. Poco a poco, las nieblas azules deshelaban el horizonte mientras el amanecer de los soles se extendían y penetraban por los rincones del mundo de Hurañía.

    Elías, sentado en su silla de rezo, con los codos apoyados en la mesa tosca labrada con la misma madera del árbol que imperaba por aquellos lares, esperaba. La vela de abejas dulces moría,casi al compás de los crujidos ocasionados por el despertar de Hurañia. Los aullidos invadían la mañana. Se van los muertos, pensó Elías mientras miraba la puerta tapiada con piedras, la única salida de su casa de cantos de río.

    Con los últimos estertores de la vela, se levantó y caminó hacia la puerta. Torpemente, desencajaba piedra por piedra. Se alegraba ahora de oír los trinos, esos cánticos alegres de los pájaros y el ulular del viento sobre las grandes hojas de los rezos inmensos.

    Abierta la puerta, entraba la luz blanquiazulada del alba del mundo de Hurañia, y con ella el olor a hierba y el ruido de la corriente del agua y el perfume que las flores libraban como redes invisibles para atraer y esparcir la vida, y entraban el rumor de animales emergiendo de la larga oscuridad. Con las puertas abiertas penetra la vida, pensó Elías.

    Todo ello se mezclaba con el hedor que escapaba de la casa; el hedor a cerrado, a hollín, a excrementos. Es como si cagara los alimentos meditados durante la semana nocturna, se dijo Elías.


    Empuño su bastón de marfil de unicornio y se puso a caminar por el sendero que ascendía a una de las cimas del valle. Era el periodo de la unión anual de los seres de la tierra de Medita. Quizás te arrojen a los espectros, Elías; quizás no sea buena idea que acudas, le dijo uno de sus cerebros. Será lo que el Destino quiera, respondió su otro cerebro. ¿O eran el mismo?

    Mientras ascendía la ladera, todavía descongelándose, comía las tempranas bayas y miraba a los soles sangrientos en su camino a la luz total de la semana diurna. Las nieblas azures estaban despejando las cimas y dejando ver el cielo a trocitos. Clavó el bastón en la hierba, la miró y prosiguió con decisión al Encuentro. Tenía una jornada de ida y otra de vuelta.

    En la Gran altiplanicie vieron llegar a un Elías más anciano de lo que debería. Sus largos cabellos rojizos ondulaban al viento; ni señales de las típicas trenzas hurañias. Vieron sus arrugas y las dudas de sus pasos. Todos entendieron que no había creado aún a su espectro, a pesar de la advertencia del pasado periodo.

    Una mezcla de lástima y admiración brillaba en los ojos de los cientos de hurañios que veían llegar a Elías a la Gran Casa de Medita. Eran los vocales, aquellos que serían la voz en sus condados de lo acordado en el Encuentro.

    Un anfiteatro circular descendía en escaleras de más a menos hacia el fondo, hasta dar en un púlpito de orador, o de procesado.

    Tenemos un grave problema, dijo Salem esparciendo sus ojos sobre los atentos hurañios. El problema es el mismo del periodo anterior. Elías, uno de nuestros más ancianos, todavía no ha creado a su espectro. Los nocturnos lo reclamarán y romperán la Tregua Sagrada si Elías, antes de su fin, no crea a su espectro. No tendremos más opción que entregarlo a los nocturnos si se niega. Después de oír a Elías, votaremos. La decisión no puede ser alargada ni una semana más.

    Los murmullos bajaban al mismo compás que un Elías sin prisas. Un Elías demasiado tranquilo para lo que se le venía encima. Es lo que murmuraba la mayoría.

    Desde el púlpito donde miraban todos, se elevaba una voz grave, aunque serena, unas palabras secas que decían que no crearía a su espectro, una voz que acataría la condena de Hurañía.

    Ante la unánime pregunta de por qué, tras esperar en silencio largo rato, Elías dijo:

    No puedo, no debo crear a mi espectro porque este destruiría Hurañia, y al mundo lejano de los espectros.

    Todos se miraron, se miraron sus largos cabellos de trenzas rubias los jóvenes, sus rojizos cabellos de trenzas los ancianos. Se miraron sus ojos verdes los jóvenes; sus azulados ojos los ancianos. Sus túnicas de lana, y sus botas de cáñamo revestidas de lana en su interior. Los bastones de unicornio, labrados con los signos familiares de sus ancestros, golpeaban los suelos de pizarra del anfiteatro mientras esperaban las explicaciones de Elías.

    Durante las últimas semanas nocturnas, empezó a explicar Elías. Hizo una pausa para que callaran los susurros y quejas. Durante las últimas semanas nocturnas, prosiguió, han dormido poco mis cerebros. Adelgacé la puerta hasta que quedó tan solo una fila de piedras. No la rocié con flores de rezo. Quería estar lo más cerca posible de los nocturnos, saber qué querían, qué hacían, quiénes eran, en qué se convertían nuestros hijos, nuestras creaciones.

    Tras la puerta me llegaban gritos, risas, lloros, llantos. Vosotros no sabéis qué son esas cosas. Yo, por desgracia, ahora sí lo sé. Mas ninguno me exigía que creara el espectro. El silencio recorría la confusión de los asistentes.

    Los espectros avanzan por las puertas físicas, Gritó Elías de golpe.

    Los huraños se levantaron y golpearon más fuerte que nunca los suelos de pizarra con sus unicornios labrados mientras gritaban a su vez que ello era imposible.

    Sí lo es, se alzó la voz de Elías sobre las demás. Pronto no servirán de nada las puertas de piedra ungidas con flores de rezo. No servirán las semanas de luz. Los espectros vendrán por las puertas físicas e invadirán por completo Hurañia, y otros mundos. Parecía imposible, lo sé, pero lo imposible se está abriendo de par en par. No debemos crear y darles nuestras creaciones. Sabéis que hace tiempo que vuelven muy pocos a Hurañia, que prefieren quedarse entre los espectros para siempre, morir con ellos antes de tornarse hurañios al final de sus días y noches de espectros.

    Se hizo un largo silencio en el púlpito y los escaños para que, con voz de trueno, Elías gritase con ojos coléricos que era necesario, inevitable, romper la Tregua Sagrada.

    No debemos entregar más hijos a los espectros.

    Salem bajó, apartó a Elías del púlpito y dijo:

    Todos sabemos lo que ello significa: la guerra, el apocalipsis. Si no nos creamos y nos damos a los espectros, será nuestro fin. Desaparecemos, y ellos también. No lo permitirán, por lo que la guerra total sí que será inevitable. Nos enfrentamos a la destrucción. El Todo no lo permitirá. Se inclinará ante uno de los bandos antes de que desaparezca el Universo Creado. Debemos entregar a Elías a los espectros o aceptar nuestra extinción.

    El Todo nos elegirá a nosotros, gritó Elías.

    ¿Lo aseguras tú, Elías?, preguntó Salem. ¿Y si te equivocas? Votemos.

    Has sido condenado, Elías. La mayoría quiere que seas entregado. Permanecerás con las puertas abiertas esta próxima semana nocturna. Irás al mundo de los espectros y allí fallecerás, pues bien sabes que te será imposible crear vida en su mundo. Lamentamos tu decisión.

    Sea la ley, dictó con los brazos y bastón en alto Salem mientras los demás lo acompañaban.

    Sea la ley, sea La tregua Sagrada.

    La semana de luces pasó rápido. Elías, de pie anta la puerta abierta durante la semana nocturna por primera vez en su existencia, observaba la oscuridad apoderarse de los horizontes. Sentía el aire gélido crujir hasta casi congelar al mundo de Hurañia. Se apagaban las voces y resurgían las cuatro lunas del mundo de Hurañia. Como formando una cruz entre infinitas estrellas distantes y frías.

    Entraban en la casa siluetas impalpables, destellos de oscuridad entre la negrura caminando entre la leve luz de una vela vela que ondulaba al paso de los espectros. En silencio penetraban su cuerpo mientras, poco a poco, tomaban las riendas de sus músculos, neuronas... de sus pensamientos. De su vida.

    Parte II

    Yo no soy una creación, soy un creador, un hurañio, le decía a un hombre que lo miraba extrañado, a un hombre que aseguraba, una y otra vez, que lo dejara en paz mientras se acurrucaba en un rincón de una sala donde otros hombres y mujeres permanecían sentados en sillas, ante unas mesas blancas de un material extraño para Elías; ante un extraño mueble colgado de la pared que emitía imágenes de un mundo tan extraño como todo lo que le rodeaba.

    ¡Deja en paz a Vicente, Elías! No quiere saber nada de tus historias. ¡Venga, déjalo en paz o te metemos otra vez en la habitación, incomunicado!

    Elías calló y fue a sentarse delante de lo que llamaban televisor.

    Daban noticias. Las mismas, siempre las mismas, se decía en silencio Elías. Más de 700 muertos en La peregrinación anual de La Meca... Una patera se hunde con más de 40 emigrantes subsaharianos a bordo... La guerra se Siria, después de 4 años, ha causado más de medio millón de muertos... Bombardeos en Ucrania, el Medio Oriente... Un joven asesina a una docena de universitarios en Alabama... Se continúa buscando el cadáver de Julia, una joven de 14 años desaparecida desde el viernes pasado... Cataluña vota por segunda vez el intento de secesión de España... Es el 2.015 aniversario del nacimiento de jesús, disturbios y muertes en la ciudad tres veces santa... El acelerador de partículas europeo continúa buscando más allá de la partícula de Dios... Encuentran agua en Marte... Fotografiado Plutón y sus lunas... Los astrónomos encuentran miles de planetas extrasolares... Es probable que el pensamiento tenga energías electromagnéticas, afirma Vicente Ruiz, un científico de Premià de Dalt, que asegura que los pensamientos tienen la fuerza suficiente para crear o destruir, que esa fuerza es la causa de la desaparición del rabo en los humanos, así como las apéndices; que es la causa de la creación de los dedos de manos y pies, por ejemplo...

    Jesús, Jesús, se dijo Elías. Así es como acabaste, te crucificaron los espectros, te crucificaron... Y yo, y yo... ¡Yo no sé todavía cómo acabarán conmigo! Jesús, el último condenado hurañio por no querer crear para los espectros. Decías que eras hijo de Dios... Buena estratagema. Eso se lo creyeron, pero si hubieras contado que vienes de Hurañia... Entonces, entonces... te hubieran metido en un lugar como este...

    Quieres callarte, Elías, háblate más bajo, como yo, le espetó una anciana que se susurraba a su lado. ¡Vigilante, venga, Elías no nos deja en paz!

    El pensamiento crea, el pensamiento crea, el pensamiento crea... Susurraba Elías. Cuidado con lo que pensáis y cómo pensáis, cuidado con lo que pensáis y cómo pensáis... Le susurraba Elías al hombre que vestía de blanco, al hombre que lo llevaba a encerrarlo, otra vez, en aquella habitación blanca y acolchada; a encerrarlo con las manos atadas a la espalda. Extraño espectro, extraño espectro; yo os imaginada como oscuros... Os imaginaba como oscuros, como la larga noche de la semana nocturna...

    Elías, calla por favor. Me caes bien, eres buena persona, pero si continúas con esas historias jamás saldrás de aquí, le decía el vigilante a la puerta de la habitación incomunicada. He oído muchas veces esa historia tuya del mundo de Hurañia, esos seres que nos crean y vuelven a su muerte a vuestro mundo. Pero no entiendo por qué dices que si hubieras creado un hijo desapareceríamos nosotros y vosotros.

    El pensamiento crea, le dijo a la cara Elías. En nuestra semana nocturna nuestros cerebros dormitan, e, inconscientemente piensan, y esos pensamientos sois vosotros, algo que está tomando vida propia y está descubriendo las puertas físicas. Ese científico, ese tal Vicente, y muchos otros con él, están quitando las piedras de sus puertas ficticias y saliendo en nuestra búsqueda. Una vez que nos encontréis, nos uniremos, y es algo que el Todo no permitirá. Vosotros lo llamáis Dios.

    Entonces, Elías, ¿qué debemos hacer?, preguntó el vigilante con cara de preocupación, como si estuviera muy interesado en el tema.

    Vosotros debéis dejaros vencer por los no intelectuales, por lo más animal primitivo de vosotros. Nosotros debemos dejar de pensar, que es lo mismo que dejar de crear.

    Pues nosotros, a lo que tú llamas pensar durante la semana nocturna, nosotros lo llamamos soñar. Y no creo que muchos acepten dejar de soñar, sería como pedirles vivir como muertos.

    Ya estáis muertos. ¿No lo entiendes? Estáis buscando la vida, a nosotros, y la vida es algo que solo Dios, que solo el Todo reparte. Ya habéis descubierto que vuestro cerebro os engaña, que la luz que veis es invención suya, como tantas cosas como os rodean; y ello es debido a que sois pensamiento. Por ello, igualmente, veis un Universo infinito, unas estrellas tan lejanas que jamás llegaréis a la más cercana. Solo podréis hacerlo a través del pensamiento, pero por ese camino es inevitable que os topéis con nosotros; y cuando lo hagáis despareceremos los dos mundos. Vosotros os esfumaréis como las nieblas azuladas del amanecer tras la semana nocturna y nosotros dejaremos de crear porque no existirá vuestro mundo al tomar consciencia de vuestra inexistencia. Hurañia entera morirá con el tiempo porque no retornará nadie del mundo de los espectros, el vuestro.

    No te entiendo, Elías, en verdad que no te entiendo.

    Cuando lo entiendas, tomarás conciencia divina. Entonces, cuando llegue ese momento, ninguno existiremos.

    Quieres decir, Elías, ¿que somos habitantes del mismo planeta?, preguntó el vigilante con una luz en los ojos.

    Estáis cerca, demasiado cerca de nosotros. Las puertas van cayendo rápidamente, demasiado rápidamente. ¿Te das cuenta del poco tiempo que nos queda?, dijo Elías mientras penetraba en su semana nocturna.

    Al despertar, Elías salió al jardín y se desperezó ante los álamos del alba, ante los cánticos de las aves matutinas y el susurro del río cercano, ante el rumor de los animales de las malezas matutinas; y gritó al valle que había soñado con la muerte, que ya sabía qué era la muerte.


    La muerte, como Todo, es un pensamiento. Jamás saldré del mundo de los espectros. Jamás retornaré a Hurañia. A no ser, a no ser que los espectros avancen por las puertas ficticias y encuentre a Hurañia. Entonces, entonces mis sueños se harán realidad, más será mi muerte, y la de todo el Universo, se susurraba Elías mientras entraba para desayunar un vaso de leche con tostadas de mantequilla.
     
    #1
    Última modificación: 9 de Octubre de 2015
  2. marea nueva

    marea nueva Poeta veterano en el portal

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    Voy de acuerdo con ese cientifico, tal vez sea que realmente tengo 2 cerebros y ninguno cede.... realidad o sueño, aun intento entender. De cualquier forma parece que el final llega a ser trágico, a soñar pues. Yo creo Vicente que tu imaginacion abarca mas mundos.... Abrazos hasta todos tus mundos
     
    #2
    A Évano le gusta esto.
  3. Évano

    Évano ¿Esperanza? Quizá si la buscas.

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    Quizás has entendido mejor que yo mismo el relato: realidad o sueño, ¿qué somos?

    Un mundo de abrazos, Ethel. Marcho a dormir que mi perro no para de dar vueltas.

    Felices sueños.
     
    #3

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