1. Invitado, ven y descarga gratuitamente el cuarto número de nuestra revista literaria digital "Eco y Latido"

    !!!Te va a encantar, no te la pierdas!!!

    Cerrar notificación

Irene o Consideraciones sobre el tiempo y sus cadáveres prematuros

Tema en 'Prosa: Surrealistas' comenzado por LICIUS, 26 de Noviembre de 2015. Respuestas: 2 | Visitas: 514

  1. LICIUS

    LICIUS Poeta recién llegado

    Se incorporó:
    20 de Septiembre de 2015
    Mensajes:
    46
    Me gusta recibidos:
    56
    Género:
    Hombre
    Irene se asomó por la ventana, en una noche llena de ruidos de barcos alejándose, y pudo ver que en el jardín, junto a la estatua ecuestre de su padrastro, yacía su nodriza sumida en un charco de sangre, muerta. Se quedó pensativa: "no puede, de un solo cuerpo, brotar tantas soluciones algebraicas", se dijo, muy afligida. Inmediatamente tomó del armario una hoja de papel y se acercó a su escritorio. Fórmulas y más fórmulas matemáticas salían con velocidad inverosímil del lápiz que su mano sostenía. Exhausta, apartó de sí el papel y miró otra vez por aquella ventana. Esta vez, en vez de su nodriza muerta, vió a su padre rodeado de gente que lo aplaudía ensordecedoramente: acababa de declamar un monólogo teatral. Irene corrió a uno de los cajones de su escritorio, y de él sacó un arma de fuego. "No voy a atentar contra mi vida, sólo quiero experimentar lo que se siente estar fuera del paisaje de todos los días", se dijo y apoyó el cañón del arma contra una de sus sienes. Iba a disparar, cuando de repente la nodriza abre la puerta y anuncia, alegre, la llegada de la madre de Irene, quien la llamaba después de doce meses fuera del reino, dando su apoyo a los insurgentes de aquella época. "Mi madre no puede verme desnuda, pensará que voy a casa del Conde a dejarle el desayuno", pensó Irene, que en esos instantes era una niña de diez años que hace una hora aproximadamente terminaba de aprender a leer. Se puso su piel de osa mayor y atravesó las salas de música hasta el cuerpo sin vida de su madre, una cosa rígida que admirar. "Mi madre me ha llamado, en su sed de conocimientos, mas he llegado tarde, y la conducirán a la Iglesia para que los Obispos peguen en todo su cuerpo de ángel esas horribles estampillas; ¡es tan fácil decir adiós sin una hija presente!" pensó Irene mientras atravesaba de nuevo las salas de música hasta su habitación. Sabía que debía llorar, sin embargo, sentía en esos momentos una atracción irresistible por las tortas heladas de crema, así que buscó en todos los libros que su padre le había regalado a ver si podía calmar su apetito a través de un concepto suficientemente filosófico. De pronto, ¡gran iluminación!, halló la Idea que acallaría por fin la sinfonía enloquecedora de sus tripas: Caballo. Entonces la idea de caballo (abstracción gigantesca), entró por ella y demoró tanto en recorrer las inclinaciones de sus venas, que no pudo moverse de su cama en dos días enteros, sus ojos fijos bien abiertos hacia el techo de la alcoba, murmurando entre tanto las oscilaciones de la Circunsferencia con respecto a las cuatro estaciones. Despertó bañada en una mucosidad amarilla. Extrajo del armario una campanilla y llamó con ella a la fiel nodriza, quien siempre aparecía riendo de muy buena gana. "Mira cómo he quedado", le dijo Irene, "por viajar hasta un pedazo de torta helada de crema". "Es porque no supo poner freno a su Imagen en tanto y en cuanto conocimiento a priori", le contestó la nodriza. "Debo reconocer tu sapiencia natural, aunque opaque un poco la barcarola de mis ojos, hace tiempo anclada debajo del viejo sauce. Ahora, por favor, vístete, a mi padrastro no le gusta que te pasees con tus carnes regordetas a vista y paciencia de su normalísima lujuria". La niña de diez años ahora era la administradora de la fortuna de su padrastro, es decir toda una mujer, pero no iba a llorar, era demasiado orgullosa para demostrarse que era ya grande y podía sucumbir a sus delicados sentimientos. "¿Qué equilibrio llegaría a ser?", se preguntó, mientras tocaba en su arpa alguna armonía, de esas que perdieron la vida en tantas contiendas fratricidas, entre la colina y el río ("por qué todo sería tan predecible").
     
    #1
    Última modificación: 26 de Noviembre de 2015
    A Francisco Guardado y Luis Pragmah les gusta esto.
  2. Luis Pragmah

    Luis Pragmah Invitado

    Estimado Licius...
    Unas superposiciones de eventos, flotando entre puertas abiertas del tiempo que reclaman singular protagonismo. Yo creo que morir es cambio, desde el caos que acompaña, hasta lo predecible que es para la vida... Un fuerte abrazo, encantado de llegar!!
     
    #2
  3. LICIUS

    LICIUS Poeta recién llegado

    Se incorporó:
    20 de Septiembre de 2015
    Mensajes:
    46
    Me gusta recibidos:
    56
    Género:
    Hombre
    La verdad es que me entretuve mucho escribiendo este relato, pasé un tiempo delicioso mientras lo redactaba, graciass por comentar
    y un abrazo muy apretado...
     
    #3
    A Luis Pragmah le gusta esto.

Comparte esta página