Tengo una nube.

Tengo una nube

en el fondo del corazón

y no la dejo salir,

esta oculta, a veces parece

que fuera a precipitarse

y a mojarlo todo.


Pero cuando llega el incendio

casi se extingue

y parece que se congelara

dentro de mí.


Se me han congelado los dedos

por guardar una nube,

en el centro del corazón,

en el fondo del corazón

que no dejo salir.


Témpano que se ha instalado

en el interno mar,

hielo que ha cristalizado mis manos

y las ha convertido en piedra;


a veces, a oscuras

cuando no hay nadie

subido al tejado en la noche

dejo que se aparezca,

es tan bella,

helada e inabarcable.


A veces se precipita a mi lado

y lo moja todo,

si alguien pudiera ver

su desmesura.


Nadie la ha visto

y nadie la verá jamás,

es una interna niebla,

un secreto de humo;


pero la tuya,

¿algún día podré ver tu nube?

 

Me hizo recordar un poco al poema «pájaro azul» de Bukowski. Lo que se guarda dentro es pocas veces transmitido al entorno, el alma a plenitud (por así decirlo) se contiene y sólo se da lugar a salir en los versos o raros instantes, ¿podrás ver la nube que quieres? Ojalá. Sólo dos observaciones:

Al referirte a ti mismo, ese mí lleva acento. Caso contrario en el «mi» que utilizas para referirte a algo que es tuyo o tiene alguna conexión contigo.

El signo de cierre tanto en interrogación como en exclamación lleva implícito el punto, por lo que no es necesario colocar un punto al cerrar.

Estas observaciones van, desde luego, con la mejor de las intenciones para que tus versos sean más agradables para la lectura. Un gusto leerte, los detalles citados serán editados.