Un vestido rosa y un helado

Alison está muy contenta. Ayer le dijo mamá que irían a comprar un vestido nuevo y un helado. Lo quiere rosa. Es su color favorito, le gusta mucho más que el azul o que el verde. Su hermana, que siempre la está chinchando, dice que no se haga ilusiones, que tal vez no pueda elegir. Ali se enfada un poco, pero se le pasa cuando piensa en lo guapa que estará. También le han prometido un helado. Su preferido es el de chocolate, como ese tan rico que ve todos los días en el cartel que hay en el quiosco.

El piso donde viven es muy pequeño y hace mucho calor. Por eso, en las noches tórridas de verano, van al parque que hay al lado de casa. Allí se sienta en un banco a contar estrellas, y se deja acariciar por la suave brisa que corre a esas horas. Se está mucho mejor que en la habitación tan pequeña donde duermen. Hoy se muestra especialmente feliz. Enseña, orgullosa, el dedo pulgar que le han operado hace poco, y espera que llegue pronto mañana para ir a comprar el vestido. Es el premio por haber sido buena en la operación, porque fue muy valiente y no lloró apenas, solo un poquito cuando se la llevaron al quirófano, y ahora mueve el dedo una y otra vez para demostrar que ya está curado.

Se acuesta nerviosa y tarda en dormir. Cuando por fin se hace de día, alarga el brazo y zarandea a mamá para que se despierte. Sus dos hermanos duermen en la cama supletoria que está pegada a la que Ali comparte con sus padres. Espera impaciente que llegue su turno para ir al baño, y van a la cocina a desayunar.

Su madre le ha puesto un pantalón corto y una camiseta blanca de tirantes que le está un poco justa. Le ha recogido el pelo en una coleta alta, y unos rizos traviesos y rebeldes se escapan de la goma cayendo graciosos a ambos lados de la cara. Está radiante.

Van por la calle cogidas de la mano. La pequeña está contenta y no para de saltar y de hablar. Le resulta familiar el camino que llevan. Lo conoce. Es el mismo que toman cuando van a la guardería. Se sorprende y pregunta que por donde se va a la tienda, porque allí solo está su cole y una edificación grande enfrente. Mamá aprieta un poco más su mano y señala precisamente ese edificio. Alison se da cuenta de que van muchas señoras con el carro de la compra, por tanto, puede que sea un supermercado grande, donde vendan de todo. Es un sitio muy raro. Hay mucha gente esperando y algunas personas esquivan la mirada cuando ella les sonríe, y miran al suelo, como si les diera vergüenza estar allí. Su madre parece conocer el lugar y empuja una puerta que pone en letras grandes “Ropero”. Una joven muy amable les indica la zona donde está la ropa infantil. La niña se lanza a buscar un vestido color rosa chicle y cuando lo encuentra, se lo prueba entusiasmada, da varias vueltas para que vean lo bien que le queda, abraza a su mamá, y da un beso a esas señoras tan simpáticas que les han vendido el vestido más bonito del mundo. Salen de ese comercio que no se parece nada a los que ve por el centro de la ciudad, pensando, satisfecha, que ahora lo único que le falta para estar más contenta aún, es ese helado de chocolate que tanto desea, y se le escapa una carcajada pensando en el bigote que tendrá cuando empiece a derretirse. Su mamá le sonríe mientras sus ojos se humedecen, y piensa, aliviada, que la infancia es el antídoto más efectivo contra la tristeza. Dejan atrás las aulas prefabricadas que hacen las veces de guardería y la pequeña Alison, feliz, aprieta el vestido contra su cuerpo como si fuera un tesoro, mientras su madre se pregunta en qué momento y en qué lugar se han perdido los sueños que los trajeron a este país.

 

¡Barbara!, qué sutileza para definir una tragedia Esther. Tus prosas son envolventes, creo que ya te lo he dicho pero lo repito porque tienes un verdadero talento para que el lector se enganche en las pequeñas historias de gran contenido.
Me ha recordado a la historia de Roberto Benigni, "La Vida es Bella" una horrible tragedia puede ser pintada de color de rosa...

Felicidades compañera. Un abrazo

Palmira

 

Hermosa prosa. Un conflicto cotidiano, per en el fondo global, mundial. Saludos Esther. Espero que vengas con más prosa, y porque nó, una poesia. ................

 

Atrapa el relato con toda su dulzura envuelta en los detalles. No es casualidad que sea el rosa el color que impregna la prosa. Es curioso como el personaje infantil vive feliz ajeno al mundo de los adultos, tiene todo lo necesario: mucho amor de su madre y la capacidad de cumplir sus humildes deseos. Eli a pesar de todo no sabe lo que es la escasez, gracias al prodigio de su madre.
Me ha encantado esta prosa que no habla de la vida en rosa.
Un placer leerte Esther, atrapas con tus historias que tienen una agilidad fantástica
Abrazos hasta tus LLanuras

 

Bueno querida Esther, sí que es una buena historia, y muy linda y tierna,
y sobre todo también muy bien contada, algo que siempre es de agradecer.
Siempre es encantadora la inocencia infantil,
y lo fácil que es hacer feliz a un niño.
Un beso.

 

Hola Palmira. Eres tremendamente generosa conmigo, de verdad que creo que no merezco tantos elogios, pero lo cierto es que me encanta viniendo de una escritora tan buena y que me gusta tanto como tú. Yo, supongo que como todos, escribo para emocionar, no me importa tanto la perfección como el mensaje y el alma de la historia que cuento, conseguirlo para mi es un premio. Si he conseguido que te emocione me siento muy afortunada. Un beso y muchas gracias otra vez.

 

Hola Pessoa, esa es la sociedad en la que vivimos, desigualdad, injusticia, racismo, pobreza..., la lista desgraciadamente es muy larga. Ojalá que no hubiera historias como las de Alison, pero por desgracia hay muchísimas y aún más crueles, las vemos a diario por nuestros pueblos y ciudades y veo difícil la solución, pero como soy de natural optimista, no pierdo la esperanza de que vayamos hacia un mundo mejor. Mucas gracias por ser tan amable conmigo, un abrazo.

 

Hola Enzo, qué atento y qué majo eres conmigo. Sabes que últimamente lo mio es la prosa, pero tengo alguna poesía que ya compartiré con vosotros. Un abrazo y muchas gracias, feliz "finde"

 

Hola Eladio, yo soy una enamorada de los chavalines, por eso me encantaría no tener que contar historias así, ojalá los niños no sufrieran nuestros errores y todos vivieran en un mundo de risas y juegos, sin desigualdades ni injusticias. Muchas gracias por tu atención con mis letras y por tus comentarios siempre amables y generosos. Un abrazo y disfruta del fin de semana.

 

Hola Valentina, la historia de Alison no es real, pero sí el personaje, yo conozco a esa niña y estoy por decir, con todo mi dolor, que vive cosas todavía más duras, pero increíblemente es feliz, bendita inocencia. Me apetecía escribir sobre ella porque es maravillosa, es imposible conocerla y no quererla inmediatamente. Daría cualquier cosa porque no fuera en el futuro carne de cañón, yo así lo espero. Todos deberíamos tener derecho a un futuro mejor, Alison también. Muchas gracias por leerme y ser tan buena conmigo jajaja. Un beso enorme y que pases un estupendo fin de semana, Valentina.

 

Encantador relato. El vestido rosa es el más bonito del mundo para Alison, aunque no se compró en una tienda de moda. No importa lugar donde lo adquirió. Se siente muy guapa. "La infancia es el antídoto más efectivo contra la tristeza."

Besos para Alison.