Noche cerrada

Otra vez esos sonidos. Otra vez el miedo creciendo dentro de mí. Otra vez mi cuerpo encogido y arrebujado debajo de las mantas, con la cabeza tapada para no escuchar cómo respiran agitadamente ahí fuera, en este lugar tan alejado de todo donde vine a desconectar del mundo hostil en el que vivía. Oigo al viento soplando con furia, como si se hubiese aliado con ellos para fustigarme y recordarme que estoy a su merced. Los escucho acercarse, sus pasos sonando cada vez más próximos a esa puerta que cierro con llave todas las noches desde que llegué a esta casa que se ha convertido en mi cárcel, mi martirio, mi última guarida, porque sé que no voy a sobrevivir a su crueldad. Conocen mi desesperación, olfatean mi miedo. Les gusta este juego en el que saben que van a ganar. No tienen prisa. Saborean complacidos el tiempo de descuento que me conceden. Me acosan, me intimidan, estrechan cada vez más un círculo que me oprime y me impide respirar. Durante el día están fuera y puedo moverme por la casa libremente, pero no me permiten salir al exterior. Parecen nobles y pacíficos, y son muy hermosos, aunque tienen ese tipo de belleza salvaje que a mí siempre me ha inquietado y que hace que no pueda detenerme a mirarlos con minuciosidad sin que me aterren sus ojos de carbón, su pelo negro como una noche sin luna, su aspecto fiero cuando fijan su mirada retadora en mí. Al atardecer, se van agrupando lentamente y escucho sobrecogida, en medio de un silencio sepulcral, sonidos espeluznantes que flotan en el aire y se multiplican con el eco, mientras observo sus siluetas poderosas recortándose sobre la tenue luz del ocaso. Cuando el sol desaparece y el paisaje se puebla de sombras, esa legión de seres cautelosos se acerca a la puerta mientras esperan indiferentes a que corra a encerrarme en la habitación. Cierro los ojos desesperada, pero sigo viendo sus rostros perversos. Incluso en la soledad de esta celda en la que me protejo de ellos, me recuerdan que me están esperando. Empiezo a sudar, encogida bajo el peso de las mantas, y sin embargo tiemblo de frío y de miedo mientras extrañamente mi cuerpo arde. Me tapo los oídos. No quiero escuchar sus resuellos, ni el crujido desconcertante de la madera bajo sus pasos. Sólo quiero dormir, sólo quiero morir. Abandonarme a un sueño en el que no aparezcan, escapar de las tinieblas donde ahora habito. Escapar del horror.

 

Un escrito inquietante que atrapa al lector desde el comienzo !! Estupendo trabajo, amiga !! Abrazos

 

Me resulta tenebroso. A veces las ideas son así, no digo sea el caso, pero ocurre que ciertos pensamientos no nos dejan en paz. Muy lindo Esther, a la vez queda la sensación de una presión constante, que de forma abrupta se levanta de noche, al igual que una deuda, un remordimiento. Saludos, y que vengan más y más prosas suyas.

Enzo.

 

Hola Miguel, muchas gracias por tu visita, tu lectura, tu comentario...,un abrazo.

 

Llevas razón, Enzo, cualquier miedo podría valer, la noche además se presta a agigantarlo..., cada uno puede poner el suyo. Muchas gracias como siempre por tu atención y tu amabilidad

 

Excelente!

El miedo crea monstruos, o quizá existen de verdad; pero eso a él no le importa.
Qué bien nos deslizas hacia debajo de las mantas, niña.
Un abrazo.

 

El miedo no está fuera, se encuentra dentro de nosotros. Cada uno siente sus terrores favoritos.

Buenas noches y felices sueños.

 

Es precioso de muestra la belleza del terror, su agonía y temor se muestran y erizan la piel ... Muchas gracias por compsrtirlo.

 

Magistral manera de describir ese miedo ancestral que habita dentro de nosotros, más terrorifico desde que bajamos de los arboles y se nos empezó a caer el pelo.
Encantada de leerte Esther aunque lo he hecho ávidamente y con poco tiempo. Volveré
Abrazos hasta tus llanuras y feliz verano

 

Me da impresión, de que esa habitación, es tu piel que no te deja parirte a ti misma, para afrontar libre todo lo que hay a la luz del día...Supongo que, a veces no es por no querer nacer, sino porque no queremos salir de lo que creemos que es lo mas seguro...Sin embargo, esa placenta, no nos alimentará toda la vida...Se acabará el oxigeno, el alimento...y tendremos que salir por fuerza, y por tanto mas debilitados...
Si he entendido bien, escarba, rompe aguas y enfréntate a ese mundo...quizá tu mirada, tus ojos, tu presencia, sea para ellos mas tenebrosa, pues tú tienes cuerpo y eres real...
Si no, he entendido bien...no me importa, me ha gustado y he aprendido. Como cada vez que te leo poeta...
Mi POETA, favorita...
Besos.