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El extraño remedio para sanar el reuma

Tema en 'Prosa: Cómicos' comenzado por Évano, 7 de Septiembre de 2016. Respuestas: 4 | Visitas: 1298

  1. Évano

    Évano ¿Esperanza? Quizá si la buscas.

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    Los domingos por la tarde, aprovechando que sus hijos iban al cine con los amigos, Aitor le suplicaba de rodillas a su mujer que se introdujera desnuda en el hoyo que había cavado en el jardín, para que él la rellenara con tierra hasta la cintura y la regara después con la manguera, a modo de lluvia. Aitana fingía molestia, pero en verdad le excitaba aquel deseo tan extraño de su esposo.

    He aquí por donde, un domingo de principios de setiembre, los hijos, una adolescente delgada y rubia de catorce años, gemela de un hermano similar pero pecoso, volvieron antes de tiempo. El cine había cerrado sus puertas sin previo aviso.

    Los dos hermanos observaban la escena desde la valla de madera que cercaba casa y jardín. Les dejaba la valla la cabeza libre, aunque hubiesen preferido, en ese momento, una valla mucho más alta.

    Fue la madre, la que gesticulaba con los brazos despegados de los pechos, la que intentaba avisar a un Aitor inmiscuido en su placer, de que los hijos se miraban y los miraban absortos.

    Marcháronse, disimulando, los hijos por donde habían venido. Desenterró rápidamente Aitor a su mujer para entrar en la cocina y, con un cara a cara entre los cafés humeantes, pensar y discutir qué motivo darían para tan extraño comportamiento.

    A la hora de cenar, entraron los hermanos sin que la puerta de madera quejosa emitiera el sonido quejumbroso de siempre. Dijeron en alta timidez: Buenas noches, nos vamos a dormir. Ya cenamos en el Macarronal del centro comercial. "Venid, que os he cocinado una tarta de chocolate y manzana", tembló la voz de una Aitana indecisa.

    Sin mirar a los padres, como buscando algo en las baldosas grisáceas del suelo, entraron los hijos a la cocina y se sentaron sin saber si contendrían la risa y el rojo que en sus adentros intentaba subir e invadir ambas mejillas.

    No estaban de muy diferente postura y ánimo los padres cuando, medio tartamudeando, explicaban casi al unísono, el nuevo dolor reumático de la madre y el curioso remedio que un amigo les había dado para sanar articulaciones.

    Les costó masticar y tragar la tarta de manzana y chocolate sin que esta no se revolviera por las cosquillas de los costados y se repartiera por las baldosas grisáceas del suelo de la cocina.

    Respiraron aliviados los padres cuando los gemelos subieron las escaleras y se refugiaron a la luz de los ordenadores de sus habitaciones respectivas. A los padres, la noche de sexo se les aguó gracias al fracaso del estímulo afrodisíaco en que se había convertido el enterramiento bajo la lluvia. Aitor dijo que la excusa era muy buena, que quizá ahora la escena la podrían realizar incluso en presencia de Carlos y Diana.

    Carlos y Diana, grandes internautas y con numerosos amigos en Faceebook, Likyweb y otros foros de Internet, expandieron el remedio milagroso para el reuma, artrosis y dolores de articulaciones en general.

    No pasaron muchos días en los que, si paseabas por el pueblo, veías a numerosas vecinas enterradas de cintura para abajo en sus jardines mientras los maridos, manguera en alto, las regaban. Más de uno se animaba, si la trinchera no estaba vigilada, para ser agua y lluvia ellos mismos, bocas lamiendo articulaciones y demás. Poco más tarde, se intercambiaban jardines, maridos y esposas. Que yo te riego a la tuya, que tú riegas a la mía mañana, que voy a probar tu jardín, prueba tú el mío. Que la mía no tiene reuma. Que qué más da, tu riega que este remedio sirve para todos los males, incluso psicológicos.

    Volvieron a abrir el cine unos dueños nuevos, los mismos que no entendían por qué no acudían ahora los niños al cine los domingos.

    Los perros se acostumbraron a perder los paseos dominicales de la tarde. Unos ladraban al agua, otros corrían de ella, algunos no se separaban de las mujeres y ladraban a los hombres regadores.
    Poco a poco, tan extraña afición se extendió por la comarca, luego por la provincia, y hasta por el país y el mundo entero con el tiempo.


    Mucho fue el esfuerzo de políticos, religiosos y científicos, que aseguraban que tal remedio era una necedad, mucho fue el esfuerzo, decía, para erradicar tan estrafalaria costumbre. Las presiones posteriores de multinacionales del cine, de alimentación, de tiendas en general, obligaron a los gobiernos a prohibir y enterrar a sus mujeres desnudas de cintura para abajo para ser regadas después como si de una lechuga, patata o zanahoria se tratara. El acto pasó a la clandestinidad, a la categoría de fetichismo, a lo inmoral, a la perversidad y pecado capaz de mandarte al infierno o que el mismísimo papa o imán de turno te excomulgara.


    Años después, una poderosa cadena de entretenimiento quiso abrir, en los centros comerciales de todo el mundo, zonas destinadas a ello, previo pago y compra de sujetadores, bragas, biquinis, impermeables, paraguas, mangueras, gorros, césped y artículos de marcas reconocidas mundialmente. Pero ya era tarde, siempre es tarde cuando se manipulan los cerebros de la gente.












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    #1
    Última modificación: 7 de Septiembre de 2016
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  2. Rosario Martín

    Rosario Martín .

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    Muy bueno, señor Évano,en algunos puntos y vete tú a saber porqué
    recordé la fantástica película "Amanece, que no es poco"
    de José Luis Cuerda.Ha sido un placer, compañero,quedarme sin paseo
    y tomar una cervecita con tus letras.Un abrazo
     
    #2
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  3. Évano

    Évano ¿Esperanza? Quizá si la buscas.

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    Perdona, Rosario, pensaba que te había respondido.

    Tendré que ver Amanece que no es poco.

    Fuerte beso, compañera.
     
    #3
  4. D. A. Vasquez Rivero.

    D. A. Vasquez Rivero. Poeta recién llegado

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    Évano, me ha gustado mucho su prosa fluida, su fantasía erótica, su forma amena y placentera de describir una situación que no dista mucho de los fetiches actuales. ¡Saludos! :).
     
    #4
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  5. Évano

    Évano ¿Esperanza? Quizá si la buscas.

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    Gracias compañero por tu paso.

    Saludos cordiales.
     
    #5

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