Deja de quejarte

DEJA DE QUEJARTE

Me desperté tarde.
Corrí y sudé como un cerdo para al final no llegar a la reunión.
Con aquella tremenda carrera
solo saqué en claro que ya tenía la penosa edad
en la que a uno le empieza a botar trágicamente la barriga.

De vuelta a la oficina casi me parto el puto tobillo.
—¡Y tú que te quejabas por llegar tarde!
—¡Haz el favor de callarte!
Procuré enderezar aquella deriva fatal pidiendo una tostada con tomate,
con zumo y todo, para aplacar la mala fortuna,
pero la estupidez que me acompaña últimamente
quiso confundir el aceite con el vinagre.
Ya en la oficina él se sentó en un extremo y yo en el otro
—si es que en quince metros cuadrados existen los extremos—,
tal y como hacemos desde hace demasiados meses,
con unas ganas tremendas de jodernos,
y es que lo único que tenemos en común
es la ciénaga de un aburrimiento que nos plagia cada día del calendario.
—Llevo encerrado demasiados años en este cuchitril,
terminaré como el valiente de la película de Papillon
al borde del acantilado...
—¡Tú eres es un pusilánime incapaz de tomar decisiones,
nada que ver con aquella persona que jamás dejó de ser libre!
—¡¡Calla, tú!!, qué sabrás de la angustia que aprisiona mi pecho, gilipollas.

Encendí el ordenador,
y entretanto las dos palomas de siempre
—que siempre a la misma hora se posan en el alféizar—
se posaron en el alféizar.
Estoy convencido de que la puta neumonía
fue por su culpa, …malditos ácaros de paloma.
Y golpeé mis manos con tan mala hostia que me hice daño.
Pero lejos de marcharse las dos palomas, tras un leve respingo,
una de ellas, la muy hija de puta, se giró,
y me cagó en el centro de la taza de mi café,
y en el apogeo de aquella catarsis bestial de mala suerte
sonó el teléfono:
—¡¿es usted el gerente de la empresa?!,
le ofrezco a usted, solo por ser usted, un préstamo gratuito...
Prensé la mandíbula hasta soldarme las muelas,
colgué lentamente el teléfono con la finura de un notario,
apagué el ordenador, las luces, me puse a llorar,
y en un movimiento casi bailado cerré la puerta suavemente.

Ya en el ascensor me giré hacia sus espejos enfrentados,
y pude contemplar cómo los yoes reflejados en ellos
eran tan solo dos, y detrás, el telón de una oscuridad total.
El primero era yo, y el segundo, mi padre,
con su sombrero negro y su barba canosa,
así como palpando con su mirada azul el reflejo de su hijo,
como si no lo reconociera,
con el gesto infinito de quien recibe una noticia demasiado triste.

—¿Qué me ha pasado, papá?
—Te ha pasado que eres demasiado pasado para el futuro que te toca,
...anda, deja de quejarte, que puedes ser lo que tú quieras ser,
simplemente, busca dentro de ti hasta encontrarte.

Al salir del portal mastiqué un intenso olor a hoja vieja
que otoñaba en la brisa de la tarde...

—¿Hacemos las paces?
—Claro que sí, ...pero deja de quejarte.


Kalkbadan
En Madrid, 25 de septiembre de 2016

 

He disfrutado la lectura de este poema que me suena cercano, ja ja ja...
Yo pasé ese momento, hice las paces y dejé de quejarme.
Un fuerte abrazo, Andreas. Magnífico tu trabajo. Tus textos siempre tienen algo interesante que decir, poeta amigo.

 

Creo que "la dignidad de la derrota" estriba en no quejarse demasiado, otra cosa es que a menudo nosotros mismos nos sugestionamos y damos forma y volumen a esa sensación, sobredimensionando así esa aparente "debacle existencial", cuando sería tan sencillo mirar la vida, la misma vida que tenemos, desde otro ángulo más positivo (que casi siempre existe)
Dudo que a estas alturas sea tan fácil ser todo lo que queremos ser, pero bien calzados , con ganas reales y cogiendo el ángulo adecuado podemos llegar a parecernos un poco, que no es poco, valga la redundancia, jeje. Por otro lado, queramos o no somos pasado, y cada vez más , es lo único cierto de nosotros, (el presente se convierte en pasado automáticamente), lo que realmente importa es que ese pasado nos condicione solo en la medida justa y necesaria, pero eso es otro cantar, jeje.
Un excelente poema, Andreas, ingenioso, hermoso y bien desarrollado. Un verdadero deleite de lectura, amigo.
Mis felicitaciones y un gran abrazo.

 

¡Hola, Luis! Me alegra saber que lo disfrutaste, amigo. Pues sí que has dado un gran paso, compañero.
El ser humano se olvida con una pasmosa facilidad de que el camino de la vida es tortuoso y las desdichas tardarán más o menos, pero llegan, en sus variadas y siniestras versiones. No quiero decir que sea sano obsesionarse con esta evidencia, pero sí parece positivo tenerla presente a fin de poder aprovechar aquellas etapas de la vida en las que la salud permiten abrazarla con plena intensidad. Malrotar estos momentos de serenidad y buena suerte, con aburrimientos, y problemas que no lo son, simplemente hacen de la vida una penitencia absurda. Y el tiempo pasa.
Suerte la mía de verte por aquí.
Un fuerte abrazo.

 

¡Querido Luis!!
Efectivamente a veces un pequeño acto de voluntad "positiva" frente a la contrariedad cotidiana nos aleja del pesimismo y de la mala baba. Estoy contigo que ese prisma con cristales de sonrisa, está casi siempre ahí. Es cosa nuestra —que no fácil— afrontar los problemas con tranquilidad, y abrazar aquellos instantes de belleza que la suerte, la búsqueda de la pupila-poeta que todo el mundo tiene, nos preste.
"puedes ser lo que tú quieras ser". Uno ansía a ser "feliz" pero no da un solo paso para serlo; lo que ya comentabas tú en tu magnífico comentario Y con ser, me refiero a la búsqueda de la paz con uno mismo, de "hacer" aquello que nos ofrezca libertad, desnudarnos vistiéndonos por dentro, sin plazos ni honorarios, pero "hacer". No hundirse en el marasmo del aburrimiento, que arranca a bofetadas los años del calendario. Jaja, desde luego que sí..., somos cada vez más pasado, y cada vez más soledad rodeados de un mundo que sin duda será más extraño con el paso del tiempo y más ajeno. Pero la actitud "viejuna prematura", puede anestesiar el ahora.
Bueno, Luis, que me quedo emocionado por el regalo de tu comentario, y seamos generosos con nosotros mismos, y regalémonos unas zapatillas de esas que casi nos hagan volar.
¡Un abrazo enorme, compañero!

 

¡Muy buenos estos versos Andreas!, vivimos en la cultura de la queja, a veces con razón, otras sin ella. Es como dar vueltas en un circulo, imposible salir de él, pero lo cierto es que esos que se quejan continuamente de todo no mueven un puto músculo para cambiar nada y solo uno mismo tiene la solucción y la actitud en su mano. La vida en sí no da nada, es cada cual quien tiene que arañarle parcelas, disfrutar, ilusionarse y ser capaz de ver el vaso lleno aunque esté por la mitad. Las quejas merman la energía y son absolutamente inútiles, solo son buenas si se hacen por escrito, creo que me estoy yendo por las ramas.
Un placer leerte Poeta
Abrazos de lunes

 

Hoy sólo estoy de paso, compañero,aquí hay que venir sin prisas
y saborear las quejas, la calidad del poema
y ese "intenso olor a hoja vieja"...
Genial.
Un abrazo, amigo,feliz otoño

 

¡Hola, Valentina!
Poco tengo que agregar, solo decirte que me encanta el comentario que me regalas, compañera.
El otro día leía que la diferencia entre ver el vaso medio lleno o medio vacío, es haber pegado o no un sorbo antes.
Ese sorbo, esa voluntad firme de retomar la vida, de mirar al frente y hacia adentro, incluso obligándose uno a la sonrisa (que seguro que poco a poco se ablanda y se aleja de la impostura del primer gesto). Y todo esto sin plazos ni honorarios, como decía a Luis, qué menos que dedicarnos tiempo desenredando nuestro ovillo, teniendo, además, el privilegio de poder de hacerlo.
Qué bueno esto:
"Las quejas merman la energía y son absolutamente inútiles, solo son buenas si se hacen por escrito, creo que me estoy yendo por las ramas."
Pues qué bien te viene volar, compi...
Un placer verte por aquí.
¡Un abrazo de jueves!

 

¡Querida, Rosario!
Me alegra siempre tu lectura, ya lo sabes.
Ya nos llegó el otoño, compii. Como te comenté hace ya un año, que el otoño te dore la piel, siempre.
Felices instantes, amiga.

 

Muy buen poema como siempre Kalk, la vida es muy complicada y es necesaria enfrentarla, por aquí decimos que si del cielo te caen limones hay que hacer limonadas; un abrazo

 

Un buen poema, Andreas, coronado por ese final freudiano que lo lanza hacia Séneca. Sin ese final, le encuentro el hermoso sabor del comienzo de una novela policial, pintando el sórdido perder el tiempo de un detective venido a menos (en lugar de tu encuentro freudiano con tu padre, entraría en este caso una rubia despampanante, con gusto a hojas secas por supuesto, y sangre hirviente).

Lo de la paloma me cuesta imaginarlo, será que las conozco demasiado. Hay una paloma así para el personaje de «Blanc» de Kieslowski (en un clima semejante, pobre hombre), quizás la recuerdes.

abrazo
Jorge

 

Compañero José, así es, debemos evitar la espiral victimista de "lo que me pasa a mí no le pasa a nadie".
jaja, muy bueno lo de los limones... tal cual.
Un abrazo.

 

Qué buen poema Andreas!

Siempre digo que en el colegio faltan asignaturas y quizá sobre alguna otra,

por ejemplo: aprender a vivir. Todo se aprende y a eso nadie nos enseña, solo la vida.

Pero cuando te das cuentas que tienes que empezar a vivir has perdido ya un montón de años, asi que no se pueden perder más.

Vivir, vivir, vivir.

Hay que metérselo bien en la cabeza a los enanos para que vivan mejor que nosotros. Y disfruten de las cosas pequeñas, y de las grandes, y de todo. Y disfrutar puede ser ir al cien, o comer con un amigo, o ir a por setas ahora que estamos en temporada.

vaya versos y vaya final. Tenemos que hacerlo, perdonarnos a nosotros mismos y no perder el tiempo en quejarnos, no podemos permitirnos esos lujos.

Hay que darle la vuelta a la tortilla y si una paloma te caga otra vez en el café, lo único que puedes hacer es descojonarte y hacerte otro. Y si viene a visitarte alguien a quien no soportas, le ofreces un cafecito calentito, ya sabes cual ajajaj


A mi me cagó mas de una paloma, y pise cien veces mierda y hasta me caí alguna vez encima de ella de pequeña porque soy mas patosa que yo que se. Para czasa volvia corriendo a cambiarme a vomito limpio y llorando como una magdalena.

dicen que pisar mierda traer suerte, pero ya te digo yo que no ajajjaj. Ala ya me estoy quejando. Perdón por haber hablado tanto de mierda, pero empezaste tu y me salio lo que me salio jaajaj, ya sabes qu3e no pienso, solo suelto.

un besito.

Vaya pedazo de poema!

 

¡Buenas, Jorge!
¡Qué bueno lo de Séneca! Hace ya tiempo leí esos dos escritos suyos sobre la brevedad y la felicidad de la vida. Hace dos mil años, y mira qué claro lo tenía el hombre, jaja. Sobre todo recuerdo cómo se centraba en apuntalar la importancia de dedicarnos tiempo a nosotros (sí señor, Jorge...: "busca dentro de ti"). Pero a veces la vida nos lo pone muy difícil, así que en las etapas de "calma" hay que aprovechar para VIVIR.

el hermoso sabor del comienzo de una novela policial,

jaja, qué gran cumplido, gracias. Un abrazo, y buena tarde.

Pd. Cuando vea la película te cuento.

 

¡Qué belleza de poema!, es como si me hubiera sentado a tu lado una mañana cualquiera, lo has hecho fácil de imaginar, de vivir... Bueno, yo no tengo posibilidad de palomas pero por lo demás, casi para palpar... me ha encantado. Felicidades!!!!

Un abrazo

Palmira

 

jajajaja! Lo del café "manchado" lo guardo para esa visita inesperada.
Como siempre genial, Elena, tu comentario. Tienes esa cualidad de escribir como hablas, y como yo sé que te expresas como nadie, pues sueltas estas parrafadas deliciosas que tenemos la suerte de disfrutar.
Pues sí, aprender a vivir, a comprendernos, a respetarnos, a querernos un poquito aunque sea, y buscar dentro de nosotros (eso es importante) que a la postre es lo que nos dará la posibilidad de vivir instantes de belleza y felicidad.
Un beso, amiga, y feliz otoño.

 

¡Gracias, querida Palmira!
Quedarías bastante impresionada de las discusiones que tenemos (en alto) mi amigo y yo, jaja
Un abrazo, y feliz otoño, compañera.

 

No se yo si sera una cualidad, mi madre me llamaba mal hablada y me reñía: "habla bien por dios. Yo nunca hable así. Queda fatal en una mujer. Con lo educadita y fina que eras de pequeña...".

El sermón duraba mucho mas tiempo.

Lo he acortado considerablemente.

Pues no pudo conmigo, y al final ella decía algún taquito. Y lo a gusto que se quedaba que?

 

Un mal día lo tiene cualquiera, pero supongo que es fundamental hacer las paces con uno mismo siempre... Y la rutina; ay la rutina, y el trabajo! Pero yo no sé nada.
Lo del almuerzo, ¡por dios que no me lo quiten!, aunque sea con vinagres y los espejos reflejen cualquier olvido. Después todo viene rodado. Creo que tengo buen beber, je je.
Vengo de tarde, noche cerrada, y después de una jornada de trabajo, y me encantó leerte.
Un abrazote Andreas.

 

Hacer las paces con uno mismo..., esa es la clave, compa.
Un abrazo fuerte, Alonso.