Hylesia nigricans

Mis orugas consagran en su rito
a la tierna y creciente primavera;
voraz del verde, su furor vulnera
al brote que en sus garras es marchito.

En procesiones purgan su delito
bajando por las ramas en hilera,
congregándose al fin para la espera
de la mudanza que preludia el mito.

Luego trepan buscando las alturas
locamente, sin orden ni concierto,
diezmadas por azares de la muerte.

Son frutos del milagro en armaduras
cuando echan anclas al llegar al puerto:
brotarán mariposas de lo inerte.

 

Excelente soneto, Jorge. Nunca había leído tan bella manera de cómo se transforma una oruga en mariposa. Sin duda, un soneto que sirve como ejemplo de como la poesía transforma lo inerte en vida. Lo felicito por transmitir a través de los versos un mensaje tan esperanzador.

Un abrazo

 

Melodioso y profundo y el logro de la belleza y de la libertad como triunfo final. Así me llega.
¡Felicidad!

 

Voy a serte sincero, hermano (¡Cosa rara, no?): al terminar de leer el poema sentí que había una enorme belleza en lo escrito; que habías logrado una suave transición entre los cuartetos y los tercetos; que el tema era encantador, al igual que su sonoridad y la impecable diferenciación de sus rimas; y que el final, al menos como yo lo entendí, era rotundo, filosófico y sumamente hermoso. Lo digo sin adulaciones de ningún tipo: me hubiese gustado ser el autor de este soneto.

Luego vuelvo la mirada sobre lo escrito y me encuentro con algunos detalles que yo, particularmente, corregiría. Suprimiría, por ejemplo, esa pausa sintáctica que interrumpe la fluidez del segundo verso (después del adjetivo «joven») cambiando ese adjetivo por otro bisílabo terminado en vocal (nueva, tierna, fresca), de modo que pudiera añadir la conjunción «y» para lograr articular mejor el verso: «a la tierna y creciente primavera», etc.

Al terceto final le encontré un sentido poético muy distinto cuando lo leí, equivocadamente, de esta manera:

Son frutos del milagro en armaduras.
Cuando echen anclas, al llegar al puerto,
brotarán mariposas de lo inerte.

Son feísimas y peligrosas estas orugas de Hylesia nigricans, una verdadera plaga, de hecho me he enterado de que en tu país fue decretada como tal en 1911. La mariposa, que más bien tiene aspecto de polilla, también me parece horrible. El soneto, por el contrario, aún con mis impertinencias interpretativas y mis chacalidades, es de los más finos y más poéticos que haya leído de tu pluma, sobre todo por lo bien diseñado del discurso y por el enfoque novedoso que has logrado darle a un tema que ha sido tratado muchísimas veces de la misma manera.
Un abrazo infinito y gracias por el instante de hermosa poesía.

 

Te dejo esta por si quieres cambiar. Mira qué bonita la Morpho Azul.

 

Humilde y prosaica es la manera en que estos «bichos quemadores», que así les decimos en mi tierra por lo urticante que resulta su contacto, viven su extraordinaria metamorfosis. Los griegos en sus mitos de metamorfosis no exageraron nada, estimado Rafael, solo imaginaron extensiones de lo que a diario observaban en la naturaleza: de la flor fecundada el fruto, del renacuajo el sapo, de la oruga la mariposa...

Se presta, claro, a las metáforas, como lo sugieres en tu comentario...

Tenéis en España unas orugas de comportamiento gregario como estas, del género Thaumetopea, aunque parece ser que son más específicas en sus gustos: hay una especie que devora pinos y otra que devora robles... Las nuestras devoran una gran diversidad de plantas distintas (Salicaceae, Myrtaceae, Fabaceae, Taxodiaceae...).

gracias por pasar
abrazo
Jorge

 

Es probable, estimada, que tú conozcas a estos «bichos quemadores». Los estuve sufriendo por dos meses en el delta: el soneto se inspira en la observación de cerca, a veces demasiado cerca...
Lo que más me ha fascinado, en verdad, es su gregarismo ritual. Son de ver esas procesiones recorriendo pacientemente las ramas (avanzan 4 metros por hora), y esas congregaciones multitudinarias en las que esperan... Son misteriosas.

un abrazo y gracias
Jorge

 

Así es, hermano, horribles bicharracos todos ellos. Como le contaba a Maygemay, hay misterio en sus ritos, y la metamorfosis en sí es un proceso bellísimo, aunque su resultado sea una mariposa feúca... ¡pero vuela!

He sido muy dócil respecto al segundo verso: te cuento que en mi revisión final de la métrica encontré un solo error, el segundo verso era dodecasílabo, decía «joven y creciente»; se ve que has visto el rastro del error en esa coma que, aunque correcta, restaba fluidez.

En cuanto al terceto que comentas, no te doy la razón. Esos «frutos del milagro en armaduras» son las pupas, y es el anclaje de las pupas de lo que hablo: de las pupas inertes es que nacerán las mariposas. Tu lectura, quizás más sugestiva, se aparta de la realidad del proceso... Yo también quise poner «echen anclas» en un momento, pero lo deseché.

un abrazo y gracias
Jorge

 

Como Morpho, prefiero la Morpho epistrophus argentinus (Panambí morotí), que me visita a veces aunque aún no se hospeda en el Inga vera que plantamos para ella... Lo traje navegando de Colonia, haciendo honor a su otro nombre de Inga urugüensis.

abrazo
Jorge

 

Los bichos que se arrastran, es lo que tienen, a veces son simpáticos como los caracoles y a veces repugnantes como las babosas.
Menos mal que vienes tú a sacarle punta a todo lo que se mueve hacia arriba y hacia abajo, a redimir toda viscosidad que trepa por los árboles.
El soneto me parece coherente con la causa que lo motiva, resolutivo e impecable en su formalidad- ya veo que te ciñes a las sugerencias de tu amigo- pero aún así, por llevarlo a la altura de todos los demás, el cuarto verso me parece mejorable. No sé, me parece un poco forzado en aras de la rima.
Pero, claro, es solo una percepción mia que desde luego en nada demerita este soberbio soneto que aplaudo con el mayor entusiasmo. Ya me dirás.

Feliz Navidad, poeta.

 

Es difícil, querida Isabel, definir dónde anida la belleza. Estos bichos tan especializados que sincronizan su nacimiento con el de los jóvenes brotes, que se defienden de sus predadores con misteriosos comportamientos sociales... Son fuente de metáforas, que no he explotado en este poema, lo haré en otro que tengo en gestación. Se comen, sí, la primavera, para alumbrar unas feas mariposas... ¡que vuelan!

abrazo y gracias por pasar
Jorge

 

Me ciño a las sugerencias de mi amigo, y también de los que no lo son, cuando las veo sensatas. Tú mismo puedes apreciar en mi respuesta a Elhi que no le he dado la razón en lo que se refiere al terceto, lo que desvirtúa un tanto el sentido del verbo «ceñir».

La verdad es que lejos estoy de querer redimir a estas orugas: si hubiera encontrado el medio de liquidarlas sin liquidar a los demás insectos, que alimentan a mis aves, lo habría hecho encantado. Lo que no quita que como fenómeno natural me resulte muy interesante.

La rima en el cuarto verso no es para nada traída de los pelos (justificación más profunda requiere la del octavo, por ejemplo). Hay que ver el efecto deprimente de esas jóvenes ramillas ennegrecidas por las colonias de larvas (quizás el uso del participio al decir «es marchito» no sea muy natural, pero tampoco lo veo ripioso). Dudé un rato, en ese verso, acerca de la palabra «garras» que, por supuesto, no corresponde con la anatomía de las orugas; la dejé en aras del sentido figurado y de una delicada referencia a una curiosa denominación vulgar de estos bichos, la de «gatas peludas».

un abrazo y gracias por pasar
Jorge

 

No creo que debieras concederle mayor intención al verbo que la que he querido darle. He empleado "ceñir" como la acepción de rodear o cerrar una cosa con otra, no como una entrega o capitulación degradante.
Tampoco he pretendido hacer de la amistad un favor o merced que implique servidumbre. Tan solo me he permitido señalar la relación.

Disculpa si no he sabido transmitir.

Otro para ti.

 

Ok, Vicente. No creo que atender a las buenas críticas sea, nunca, degradante, y te aseguro que mi amistad con Elhi jamás lo ha sido: no cultivo ese tipo de «amistades», aunque admito que existen.

abrazo

 

Me ha hecho reflexionar este soneto, Jorge, sobre estos ejemplares de lepidópteros y su proliferación que puede alcanzar la denominación de plaga; en argentina creo que se le declaró como tal en 1911; mi reflexión ha ido por el lado de mi famosa letanía "qué cosas tiene la naturalezza" al pensar qué es lo que origina que una especie de repente se reproduzca de forma exponencial produciendo, si es voraz, grandes daños en la naturaleza y en la agricultura. Yo recuerdo de muy pequeño ver ponerse de buenas a primeras el cielo completamente rojo por la langosta africana que llegaba en oleadas a las islas y acababa con todo lo verde que había. Y eso me ha llevado a leer sobre las causas que originan las plagas; por lo que sé son determinadas circunstancias, sobre todo medioambientales, las que las provocan.

Finalmente he ido a parar en mis reflexiones a que para un observador exterior , digamos un estratosférico alinígena que llevase muchos miles de años analizando a la humanidad y su evolución , también podría llegar a la conclusión de que el ser humano se ha convertido en una plaga terrible, por una parte por su crecimiento demográfico que se puede decir que es exponencial, y por otra su voracidad depredadora, que puede acabar con la vida en nuestro planeta.

Fíjate tú mi mente a donde ha llegado con tu soneto, Jorge, soneto que por otra parte, o por la parte principal que es la que me lleva a leerte que es la poesía, me ha parecido magnífico y por el que te felicito de veras.

Un abrazo.

 

Vicente. No creo que atender a las buenas críticas sea, nunca, degradante, y te aseguro que mi amistad con Elhi jamás lo ha sido.


Naturalmente. Con todos mis respetos, Jorge, te diré que huelga la precisión pues no hay señal alguna en mis comentarios de la que pudiera inferirse nada que haga sospechar lo contrario a lo que me aquí me adviertes. Creo que mi aclaración anterior me libera de todo recelo.

Un abrazo.

 

Estas especies tienen, Juan, algo de vegetales. Fíjate que cada hembra pone del orden de 200 huevos, es decir que si no fuera por la mortalidad que las afecta en todas sus fases, pronto invadirían el planeta. No es la misma escala que la cantidad de semillas de una planta, pero algo hay de semejante. Esto hace suponer que las oscilaciones en su población, como la que ha tenido lugar con la Hylesia de marras de tres años a esta parte en mi jardín, son porque alguno de los factores que restringen su crecimiento ha cambiado: en este caso, y desde mi ignorancia, me parece probable que el factor determinante haya sido la temperatura del invierno; hace varios años que no tenemos inviernos crudos, en la isla apenas cae una helada por año... Por lo que he leído, más allá de este frío invernal que afectaría a los huevos, lo que más afecta a las orugas son diversos tipos de parásitos, de cuyas costumbres realmente no tengo ni idea. Ahora que te escribo pienso que tradicionalmente la última helada en esta zona solía caer en octubre, ya avanzada la primavera y por lo tanto ya nacidas las orugas (sincronizan su nacimiento con el de los brotes de una manera notable), quizás la ausencia de esta helada tardía tenga que ver.
Estoy leyendo una tesis sobre las poblaciones en Valencia (España) de Thaumetopea pityocampa (procesionaria del pino), unas orugas semejantes a estas en el comportamiento (aunque no son siquiera de la misma familia taxonómica): si encuentro algo especialmente interesante te cuento.

un abrazo y gracias por pasar
Jorge

 

Gracias, Luis. Bueno, de las transformaciones algo hablo, pero sin detenerme en sus metáforas, tan manidas. La belleza de estos bichos, lo que me fascina, es el misterio de sus rituales. El gregarismo es un fenómeno apasionante. Tienen comportamiento semejante a las procesionarias del pino (aunque estas pupan bajo tierra) estas orugas, aunque no son siquiera de la misma familia taxonómica.
Como puedes ver en el verso 13, no faltó la metáfora marinera: es notable como el mar invade nuestro sentido figurado.

Me honraría que lo pusieras en tu blog, por supuesto.

abrazo
Jorge

 

Ok, Vicente, ya bastante hubo de asuntos personales en este intercambio. Admito que, quizás, fui excesivamente susceptible.

abrazo
J.

 

Te felicito Jorge por este soneto tan bello e ilustrativo, marga

 

Gracias, Marga, por tu felicitación.

abrazo
j.