El fabuloso destino de Amélie Poulain

Amélie Poulain enumera en un campo de amapolas el ritmo de su propia vida, inventa giros acrobáticos y minucias imposibles en torno a norias que dan vueltas y algodones de azúcar rosa.
Amélie escribe probando nuevas formas de escritura:
Me alejo sin alejarme
Llegó sin llegarte
La otra noche
Los animales vertebrados
Resolvieron venir a buscarte.

Rendirse a lo acrílico y a la imperfección, al azul celúreo, y justo ser témporas, aquí, en los páramos perdidos.

Teníamos las sonrisas a punto de almíbar
Los besos a punto de nieve
Pero ni tú ni yo
Éramos dulce almíbar o nieve.

Al final opta por escribir el mismo caos de existencias desordenadas buscando el equilibrio y el espacio adecuado para ella en miles de frases filosóficas que no le sirven para nada, pero la distraen.
Amélie y su mundo de ficción tan real como la vida misma,y la misma Amélie bailando el vals de su vida.

-¿Qué piensas del olvido?. El ser entre los árboles, una especie de bosque que crece indómito, pero insano-.
-Creo que mejor ser árbol, que crece fuerte y alto, con sus ramas apuntando al sol, y miles de pájaros revoloteando a su alrededor-.
-¿ Y tú qué opinas querida Amélie?-
-Creo que es suficiente ser rama para que se pose un único pájaro.
Sí importa el modo en el que una brecha te cambia la vida, sí importa la brecha, el modo en el que cicatriza la herida, el modo en el que alguien le echa alcohol y escuece, el modo en el que alguien la cose, la cura. Si no tienes a nadie para esto último, y aún teniéndolo, te dolerá, seguro, y si no te duele es que no has sentido. Así que sí, importa el modo en el que una brecha te cambia la vida, pero importa más el tiempo que tarde en curar la herida, porque es un tiempo ausente de la vida, perdido, lento, que no pasa, que se enquista, y se va quedando, como un parásito que nada te aporta. Hay personas que para olvidar lo que sintieron vuelven a sentir, pronto, deprisa. Yo no quería volver a sentir, aún hay veces hoy que no quiero. Imaginaos para una persona sensible, que supuso no volver a sentir, no expresar ninguna emoción,que estado de absoluta seriedad catatónica le invadió tan adentro. A esa persona que soy yo, le quedaron secuelas, entre ellas un rechazo profundo a la maldad, un detector de metales pesados, una lupa para captar lo que a muchos se les pasa por alto, dos antídotos para la crítica destructiva, cuatro picaduras de avispas, para cuando me vuelvo quejica y lo veo todo negro, que al primer picotazo, lo empiezo a ver todo rosa palo, y sobre todo, seguir sintiendo, pese a todo, ante todo, en todo, lo que decido que hay que sentir.

 

Creo que voy a volver a ver la película de Amélie, recuerdo que me gustó mucho así que me has dado un motivo para verla de nuevo y prestar atención a lo que has destacado de ella.
Y sí, si importa el modo en el que una brecha te cambia la vida, importa todo y también el modo en el que resuelves trascender el dolor o permanecer en él...

Un abrazo,

Palmira