Recuerdos de Infancia

Quién pudiera regresar a su niñez y volver a vivir esa total despreocupación que teníamos, donde lo único que nos mortificaba era con quién salir a jugar….

Fui la primera hija y la primera nieta, así que no tuve muchos primos con quien jugar pero sí haaaartos amigos….
Aunque somos 4 hermanas, no era yo para nada modosita, sino al contrario, era yo una verdadera ladilla y le saqué canas verdes a mi madre.
Todos los días salía a jugar con los vecinitos de la cuadra, ahí en la calle como lo hacíamos todos antes….eran más niños que niñas y por lo tanto yo hacía las mismas travesuras que los chamacos, por lo que constantemente andaba con las rodillas peladas, moreteada, cortada y madreada en general…..era cliente asiduo de la Cruz Roja, no había semana que no me llevaran mis padres a que me cosieran alguna herida, por lo que las vecinas me pusieron el ingenioso apodo de “Costuritas” pues decían que el día que yo me descosiera me iba a morir.

Recuento de mis heridas de guerra: Como 15 puntadas en la pierna porque me revolcó un perro; como 10 en el brazo porque me enterré un clavo al descolgarme de una barda; quemada en espalda y pompas porque me eché agua hirviendo encima; 5 puntadas en barbilla por jugar carreritas con mi montable del pato Donald; 10 puntadas, uña rota y dedo chueco por apachurrarme la mano con la puerta del coche; 5 puntadas en el talón porque me cayó una reja encima; otras tantas puntadas en la parte baja de la espalda al “volar” en una hamaca y quedar ensartada en un pedazo de cemento; cabeza rota por brincar escaleras con patines; uuuuffff y otras más que ya ni me acuerdo, la cosa es que mi pobre madre se la pasaba con el Jesús en la boca porque por más que me cuidaba, regañaba, amenazaba y madreaba, yo de plano no me calmaba….

Como siempre fui chaparrita y flaca flaca, me gané a lo largo de mi vida infinidad de apodos: “Chapis”, “Chaparrita”, “Flaca”, “Patas de Picho”, “La Chiquis” , y el más conocido en mis años ya de prepa y uni, “La Pirrus” o “Pirruña” que me gustaba menos…..todos muy ingeniosos y divertidos, pero ¡¡ah cómo me costó quitármelos de encima!!
La familia me dice Bety, en la escuela Ely, en el trabajo Liz, una amiga me dice Elisa, otros siguen usando mis apodos, los más formales Licenciada y mi marido enojado me dice Avilés o Ávila….con toda ésa variedad de apelativos y tanto fregadazo que me di de niña, cómo carambas no voy a estar loca ahora????

Bailé, canté, patiné, anduve en bicicleta, brinqué a la cuerda, trepé árboles, jugué beis y fut, comí tierra, me embarré de lodo, y era teatrera y dramática (dicen que aún no se me quita), e hice todo lo que un niño hacía en aquéllos entonces…..tuve una infancia sumamente feliz y la sobreviví!!!!

No sé si los niños de ahora, que toda su vida gira en torno a los avances electrónicos, que no pueden vivir sin celular, tablet, laptop, Xbox, internet, wi-fi y demás; que ya no juegan en la calle por la inseguridad o porque prefieren los videojuegos; que tienen 5000 amigos pero todos virtuales; que el ejercicio lo hacen a través del wii de nintendo; no sé si ésos niños podrán dentro de 35 años recordar lo maravillosa que fue su niñez, o simplemente ni la recuerden porque no la tuvieron; no sé cómo crecerán ésos niños que no tienen ni un rasguño, pero tampoco ninguna aventura que contar; que tienen ésos 5000 amigos en la red, pero ninguno con quién jugar a los encantados o aventarse globos con agua……
Seguramente serán mucho más exitosos que toda mi generación, pero dudo mucho que sean más felices…..

Ojalá que todos los que tuvieron una infancia igual o más feliz y aventurera que la mía, no dejen morir al niño diabólico que todos llevamos dentro.

 

Qué bueno, sobrevivir a la infancia; y sobre todo que no nos mataran por nuestros desmanes.
Un niño, niña, no lo es si no trae las rodillas marcadas y la mente en las nubes. Esas nubes propias de la feliz infancia.
Me encantó este recuento de puntos o puntadas, de cosetones a flor de piel.
Antes vivíamos en la calle, en el campo y con amigos de carne, huesos y aventuras. Hoy ya no es lo mismo. La superprotección vuelve indefensos a los niños... la sociedad hace el resto.
Me encantó tu relato, Avilés, Flaca, Pirruña, Elisa (como mi hermana)...
Un saludote, Bety, y encantado de leerte.

 

Totalmente identificada contigo, somos de la vieja guardia, las nuevas generaciones tendrán otras historias que contar... Saludos, poetisa.

 

Muchas gracias Elba Nery García y Alonso Vicent por sus palabras.
Es bonito que mis locas reflexiones y sentimientos, ya sea en prosa o en un intento de ser poema, les gusten....
Saludos.