Obscena.

Hasta el dolor teme.

Atracaría las luces del cielo,
con mis cañones errantes.
Bebería mi propia sangre,
desde mi propio pecho no materno.
Rompería el suelo con mis muñecas,
perversas,
que siento que todos los abortos
han rozado.
¿podría enfrentar el peso del Atlas
mientras de mis tobillos, sin pausa, se arrastra?
Eso no lo veís,
malditos ciegos de eternidad.
Cómo dejar de jugar en funerales,
cómo no oscurecer ojos claros con negaciones,
cómo no quebrar cuerdas vocales
siempre fingiendo que han tenido alguna función,
si fueron arrebatadas al concebirme
para no dar voz al grito.

Cómo pueden conocer,
si es todo vértigo ilusorio,
es silencio incómodo.
Es obsceno.
Me hacéis obscena con vuestras grietas en la cara haciendo formas grotescas.
Me perdéis en vuestros frentes de guerra.
Me encierro en las iglesias
cuando soy la excomulgada
y mientras,


ahí veo mis pies
y empiezan a llenarse de tierra.

 

Sospecho que hoy y sólo hoy has amanecido aviesa con un pulgar como martillo y con unos ojos de celda que, como una cruel hechicera mira al mundo de manera omnisciente y sospecho también, que a esta hora han saltado todas las cosas
para caer sobre tus pies. Felicitaciones. Me ha gustado mucho.

 

Me encanta

 

Forma parte de mi personalidad, jajaja. Gracias.

 

Me ha gustado mucho este intenso y bello poema, impactantes imágenes más que melancólicas para unos versos profundos y algo angustiosos en su esencia. Un abrazo amiga Soraya. Paco.

 

Muchas gracias!

 

Gracias Mara!

 

Gracias genio.

 

Me encanta que aprecies tanto mi trabajo, gracias.