Comenzando el día

Me levanté con mal sabor de boca, ese regusto amargo que te obliga a cepillar los dientes ya, sin más dilación. Que rico el colutorio posterior, fresco con sabor a menta. Respiro mejor. Me asomo a la ventana y todavía llovizna, nubes grises que amenazan más agua, que seguramente lo limpiaran todo menos las almas. Y los miro a ellos, a mis perros, que con sus ojitos parecen estar diciéndome ¡nos animamos y salimos! Me río, ¿qué puedo hacer ante esos ojillos tan expresivos que lo entienden y comprenden todo?, ¡incluso a mí, cuando ni yo misma lo hago! Salimos y cada cual parece ir a lo suyo, de vez en cuando un ¡buenos días!, poco más…Es primera hora y los motores de nuestras vidas aun se están poniendo en marcha, no es hora de malgastar la energía con palabras, aunque a mí no me importa hacerlo…

 

Amiga Anbel,
sí, he tenido días como los que describes,
pero a pesar de las cosas del día a día,
los perros siempre nos dan la misma bienvenida,
y la verdad, no sé cómo le hacen.

Mira que así tu maquina aun no andaba lista
dejaste una prosa interesante que contento agradezco.

Saludos,

Fidel.

 

Gracias Fidel, la verdad es que no me había fijado nunca en este apartado de microprosas, así que me animé y esto fue lo que salió. Un abrazo.

 

Buen incentivo y ejercicio mañanero. Saludos.

 

Sin duda el mejor...ademas ellos se lo merecen todo....espero no quedar muy mal si digo que adoro a mis perros. Un abrazo.

 

Bonito relato. Las palabras amables también dan energía.

Feliz día.