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José de Espronceda

Tema en 'Biblioteca de Poética Clásica (Poetas famosos)' comenzado por VicenteMoret, 2 de Junio de 2013. Respuestas: 1 | Visitas: 2378

  1. VicenteMoret

    VicenteMoret Moder. Biblioteca P. Clásica.Cronista del Tamboura Miembro del Equipo Moderadores

    Se incorporó:
    15 de Febrero de 2012
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    Género:
    Hombre
    José de Espronceda Delgado nació el 25 de marzo de 1808 en un
    lugar situado cerca de Almendralejo (Badajoz) llamado Pajares
    de la Vega, perteneciente a la región autónoma de Extremadura
    (España). Le fueron impuestos los nombres de José Ignacio Javier
    Oriol Encarnación. Su padre, Juan José Camilo de Espronceda y
    Pimentel, militar. Su madre, María del Carmen Delgado y Lara.
    Espronceda tuvo tres hermanos más, pero murieron al poco tiempo
    de nacer. El mismo año de su nacimiento, España sufrió la invasión del
    ejército francés al mando del emperador Napoleón, y se desencadenó
    la llamada Guerra de la Independencia. Durante sus primeros años
    de vida Espronceda experimentó el peregrinaje con su familia,
    al compás de las vicisitudes de la campaña bélica, empapando
    sus ojos infantiles de las grandes miserias y las efímeras
    glorias que trae una guerra. Hacia 1820 la familia de Espronceda se
    traslada a Madrid. Al año siguiente se le concedió una plaza en la
    Academia deArtillería de Segovia, a petición de su padre, plaza que él
    nunca llegó a ocupar pues estudiaba humanidades en el colegio
    de San Mateo, bajo la dirección de don Alberto Lista, gran poeta
    romántico, lo que muy probablemente influyó en él para decidir su
    inclinación hacia el estudio de las letras y hacia la ideología
    liberal. En 1823 es ejecutado en la horca el militar liberal
    Rafael de Riego y Núñez, por el régimen de la monarquía absolutista
    regida por Fernando VII, suceso que fue presenciado por el joven
    Espronceda. A los quince años, Espronceda fundó con otros jóvenes
    una sociedad masónico-patriótica llamada «Los Numantinos» y él fue
    su presidente. Cuando el régimen absolutista descubrió la existencia
    de esta célula secreta, que se reunían en el sótano de una céntrica
    calle madrileña, encarceló a todos sus miembros. Espronceda fue
    condenado a cinco años de reclusión en un convento-prisión de
    Guadalajara, pero a las pocas semanas y por influencia de su padre,
    que ejercía de coronel, fue absuelto. En aquel convento-prisión
    fue donde empezó a escribir el poema épico "El Pelayo", de corte
    clásico. En 1826 emprende viaje a Lisboa desde Gibraltar, -colonia
    inglesa del sur de Andalucía-, que por aquellos años reunía a gran
    cantidad de liberales españoles. En la capital portuguesa, Espronceda
    conoció a una joven de 16 años llamada Teresa Mancha, hija de un militar español
    emigrado a Lisboa por sus ideas liberales. A finales de 1827 Espronceda
    sale para Inglaterra, país donde existía gran número de emigrados
    españoles. También sale para dicho país el militar Mancha con
    toda su familia. De allí partiría para Holanda y al poco tiempo
    hacia París, donde posiblemente combatió en las barricadas de
    la revolución de julio de 1830, uno de cuyos triunfos fue
    destronar a la monarquía absolutista de los Borbones.
    De aquello saldría el primer monarca liberal-burgués, Luis Felipe
    de Orleans. De allí, el poeta intenta pasar a España con una columna
    de liberales al mando del guerrillero "Chapalangarra". Fracasaron
    totalmente en el intento y nuestro poeta vuelve a París. De allí,
    en 1831 se trasladó a Londres, donde la familia Mancha llevaban una
    vida de honrada miseria. Cuando Espronceda regresa a Londres,
    la situación de estrechez había conducido a Teresa a casarse con
    Gregorio del Bayo, rico comerciante vizcaíno-español establecido
    en Londres, quien le daba todo a su esposa, menos amor, puesto
    que le llevaba muchos años. Al reencontrarse con su amado,
    renació en Teresa el recuerdo de su amor en Lisboa, anidando
    en ambos la idea de la fuga. Teresa tenía que ir a París con
    su marido y allí la esperó Espronceda. En la noche del 15 de
    octubre de 1831 ella abandonó el hotel donde se hospedaba y se
    fugó con su amante. En 1833, acogiéndose a la amnistía general
    a favor de todos los liberales emigrados, los amantes José y Teresa,
    pasan a España, a vivir en Madrid, dejando este breve periodo en el
    ánimo del poeta, imborrables recuerdos. Pero quien fue capaz de
    abandonar a su esposo y a un hijo que había tenido en su matrimonio,
    lo fue también al ir olvidando aquel amor e irlo sustituyendo por
    caprichos de casquivana. El genio altanero de Espronceda tampoco
    contribuyó a la paz del hogar, y así vino a suceder que Teresa
    se fugara a Valladolid cierto día con un tal don Alfonso,
    abandonando a Espronceda y a Blanca, la hija de ambos. El poeta
    logra reunirse con ella en dicha ciudad, durando la reconciliación
    poco tiempo, pues Espronceda es nuevamente perseguido por sus ideas
    liberales y tiene que refugiarse en casa de un amigo. Teresa, siguió
    llevando una vida inquieta, hasta que en 1839 murió de tuberculosis,
    siendo enterrada de limosna en Madrid. Después, Espronceda ingresa en el
    cuerpo de Guardias de Corps, pero debido a la publicación de una poesía liberal-patriótica,
    es expulsado a Cuéllar, pueblo de Castilla la Vieja, donde escribe su única novela:
    "Sancho Saldaña o el castellano de Cuéllar" Vuelve a Madrid y llega a
    ser diputado y fundador de varios periódicos de tendencia liberal o
    democrática. En 1840 publica dos libros de poesías: "Poesías" y
    "Diablo Mundo". Al año siguiente, es destinado a la embajada
    española en Holanda. Al poco tiempo regresa a España, para ocupar
    el cargo de diputado por la provincia de Almería, y en el año 1842,
    un miércoles 25 de mayo, muere Espronceda a la edad de 34 años, como
    consecuencia de una difteria a la laringe.

    El estilo poético de José de Espronceda se incluye dentro del género
    del romanticismo, corriente político-cultural europea perteneciente
    a la primera mitad del siglo XIX. En su verso encendido y lleno de
    evocaciones líricas y patrióticas, desde una óptica liberal de ver
    la vida, puede vislumbrarse el ímpetu juvenil con el que está escrita
    toda su obra poética, que incluye: El poema épico; las poesías líricas; sus obras dramáticas.
    Entre las poesías líricas destacan "Canto a Teresa", intercalado
    en "A Jarifa en una orgía"; "El Diablo Mundo"; "El verdugo";
    "El mendigo"; "El sol"; "La Canción del Pirata"; el gran poema
    "El Estudiante de Salamanca"; etc.. Por último, el grupo de sus
    obras dramáticas, entre las que figuran "Blanca de Borbón", "Ni
    el tío ni el sobrino", "Amor venga sus agravios".


    --..--

    A continuación transcribimos parte de la obra del autor.

    --..--

    LA CANCIÓN DEL PIRATA

    Con diez cañones por banda,
    viento en popa a toda vela,
    no corta el mar, sino vuela
    un velero bergantín;

    bajel pirata que llaman,
    por su bravura, el Temido,
    en todo mar conocido
    del uno al otro confín.

    La luna en el mar riela,
    en la lona gime el viento
    y alza en blando movimiento
    olas de plata y azul;

    y va el capitán pirata,
    cantando alegre en la popa,
    Asia a un lado, al otro Europa,
    y allá a su frente Estambul;

    —«Navega velero mío,
    sin temor,
    que ni enemigo navío,
    ni tormenta, ni bonanza,
    tu rumbo a torcer alcanza,
    ni a sujetar tu valor.



    »Veinte presas
    hemos hecho
    a despecho,
    del inglés,


    »y han rendido
    sus pendones
    cien naciones
    a mis pies.


    »Que es mi barco mi tesoro,
    que es mi dios la libertad,
    mi ley, la fuerza y el viento,
    mi única patria la mar.

    »Allá muevan feroz guerra
    ciegos reyes
    por un palmo más de tierra,
    que yo tengo aquí por mío
    cuanto abarca el mar bravío,
    a quien nadie impuso leyes.



    »Y no hay playa
    sea cualquiera,
    ni bandera
    de esplendor,


    »que no sienta
    mi derecho
    y dé pecho
    a mi valor.


    »Que es mi barco mi tesoro,
    que es mi dios la libertad,
    mi ley, la fuerza y el viento,
    mi única patria la mar.

    »A la voz de ¡barco viene!
    es de ver
    cómo vira y se previene
    a todo trapo a escapar:
    que yo soy el rey del mar,
    y mi furia es de temer.



    »En las presas
    yo divido
    lo cogido
    por igual:


    »sólo quiero
    por riqueza
    la belleza
    sin rival.


    »Que es mi barco mi tesoro,
    que es mi dios la libertad,
    mi ley, la fuerza y el viento,
    mi única patria la mar.

    »¡Sentenciado estoy a muerte!;
    yo me río;
    no me abandone la suerte,
    y al mismo que me condena,
    colgaré de alguna entena
    quizá en su propio navío.



    »Y si caigo
    ¿qué es la vida?
    Por perdida
    ya la di,


    »cuando el yugo
    de un esclavo
    como un bravo
    sacudí.


    »Que es mi barco mi tesoro,
    que es mi dios la libertad,
    mi ley, la fuerza y el viento,
    mi única patria la mar.

    »Son mi música mejor
    aquilones
    el estrépito y temblor
    de los cables sacudidos,
    del negro mar los bramidos
    y el rugir de mis cañones.



    »Y del trueno
    al son violento,
    y del viento
    al rebramar,


    »yo me duermo
    sosegado
    arrullado
    por el mar.


    »Que es mi barco mi tesoro,
    que es mi dios la libertad,
    mi ley, la fuerza y el viento,
    mi única patria la mar».

    --..--

    A UN RUISEÑOR

    Canta en la noche, canta en la mañana,
    ruiseñor, en el bosque tus amores;
    canta, que llorará cuando tú llores
    el alba perlas en la flor temprana.

    Teñido el cielo de amaranta y grana,
    la brisa de la tarde entre las flores
    suspirará también a los rigores
    de tu amor triste y tu esperanza vana.

    Y en la noche serena, al puro rayo
    de la callada luna, tus cantares
    los ecos sonarán del bosque umbrío.

    Y vertiendo dulcísimo desmayo,
    cual bálsamo süave en mis pesares,
    endulzará tu acento el labio mío.

    --..--

    EL VERDUGO

    De los hombres lanzado al desprecio,
    de su crimen la víctima fui,
    y se evitan de odiarse a sí mismos,
    fulminando sus odios en mí.
    Y su rencor
    al poner en mi mano, me hicieron
    su vengador;
    y se dijeron
    «Que nuestra vergüenza común caiga en él;
    se marque en su frente nuestra maldición;
    su pan amasado con sangre y con hiel,
    su escudo con armas de eterno baldón
    sean la herencia
    que legue al hijo,
    el que maldijo
    la sociedad.»
    ¡Y de mí huyeron,
    de sus culpas el manto me echaron,
    y mi llanto y mi voz escucharon
    sin piedad!

    Al que a muerte condena le ensalzan...
    ¿Quién al hombre del hombre hizo juez?
    ¿Que no es hombre ni siente el verdugo
    imaginan los hombres tal vez?
    ¡Y ellos no ven
    Que yo soy de la imagen divina
    copia también!
    Y cual dañina
    fiera a que arrojan un triste animal
    que ya entre sus dientes se siente crujir,
    así a mí, instrumento del genio del mal,
    me arrojan el hombre que traen a morir.
    Y ellos son justos,
    yo soy maldito;
    yo sin delito
    soy criminal:
    mirad al hombre
    que me paga una muerte; el dinero
    me echa al suelo con rostro altanero,
    ¡a mí, su igual!

    El tormento que quiebra los huesos
    y del reo el histérico ¡ay!,
    y el crujir de los nervios rompidos
    bajo el golpe del hacha que cae,
    son mi placer.
    Y al rumor que en las piedras rodando
    hace, al caer,
    del triste saltando
    la hirviente cabeza de sangre en un mar,
    allí entre el bullicio del pueblo feroz
    mi frente serena contemplan brillar,
    tremenda, radiante con júbilo atroz
    que de los hombres
    en mí respira
    toda la ira,
    todo el rencor:
    que a mí pasaron
    la crueldad de sus almas impía,
    y al cumplir su venganza y la mía
    gozo en mi horror.

    Ya más alto que el grande que altivo
    con sus plantas hollara la ley
    al verdugo los pueblos miraron,
    y mecido en los hombros de un rey:
    y en él se hartó,
    embriagado de gozo aquel día
    cuando espiró;
    y su alegría
    su esposa y sus hijos pudieron notar,
    que en vez de la densa tiniebla de horror,
    miraron la risa su labio amargar,
    lanzando sus ojos fatal resplandor.
    Que el verdugo
    con su encono
    sobre el trono
    se asentó:
    y aquel pueblo
    que tan alto le alzara bramando,
    otro rey de venganzas, temblando,
    en él miró.

    En mí vive la historia del mundo
    que el destino con sangre escribió,
    y en sus páginas rojas Dios mismo
    mi figura imponente grabó.
    La eternidad
    ha tragado cien siglos y ciento,
    y la maldad
    su monumento
    en mí todavía contempla existir;
    y en vano es que el hombre do brota la luz
    con viento de orgullo pretenda subir:
    ¡preside el verdugo los siglos aún!
    Y cada gota
    que me ensangrienta,
    del hombre ostenta
    un crimen más.
    Y yo aún existo,
    fiel recuerdo de edades pasadas,
    a quien siguen cien sombras airadas
    siempre detrás.

    ¡Oh! ¿por qué te ha engendrado el verdugo,
    tú, hijo mío, tan puro y gentil?
    En tu boca la gracia de un ángel
    presta gracia a tu risa infantil.
    !Ay!, tu candor,
    tu inocencia, tu dulce hermosura
    me inspira horror.
    ¡Oh!, ¿tu ternura,
    mujer, a qué gastas con ese infeliz?
    ¡Oh!, muéstrate madre piadosa con él;
    ahógale y piensa será así feliz.
    ¿Qué importa que el mundo te llame cruel?
    ¿mi vil oficio
    querrás que siga,
    que te maldiga
    tal vez querrás?
    ¡Piensa que un día
    al que hoy miras jugar inocente,
    maldecido cual yo y delincuente
    también verás!


    --..--

    Fuentes:

    http://www.los-poetas.com/j/esprobio.htm
    http://www.poemas-del-alma.com/jose-de-espronceda-cancion-del-pirata.htm
    http://www.poemas-del-alma.com/jose-de-espronceda-a-un-ruisenor.htm
    http://www.poemas-del-alma.com/jose-de-espronceda-el-verdugo.htm

    --..--
     
    #1
    Última modificación: 2 de Junio de 2013
    A selenschek manfred le gusta esto.
  2. musador

    musador esperando...

    Se incorporó:
    17 de Enero de 2014
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    Una característica interesante de los poetas románticos es que se sentían obligados a protagonizar su vocación poética, lo que a algunos los llevó, como a Byron o a Espronceda, a tener vidas muy agitadas: el episodio del rapto de Teresa ha sido un tanto fabulado, aunque la realidad fue suficientemente tumultuosa.
    Espronceda es puente entre el neoclasicismo de su maestro Alberto Lista y el romanticismo; en el autor, suele verse este giro en «La canción del pirata», compuesta aparentemente en 1835.

    Dejo aquí un muy interesante artículo acerca de la métrica de Espronceda.

    http://revistas.uned.es/index.php/rhythmica/article/download/13047/12037

    saludo
    J.
     
    #2
    A Pi-Radianes le gusta esto.

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