Ella se acerca. Tiene hambre.

Ella se acerca. Tiene hambre.
Le di un plato de comida.

No recuerdo si me dio las gracias.
Como si acaso importara.

Tampoco importa
que era una noche tormentosa
o que en mis bolsillos
sólo me quedaba el sollozo
de un mañana
sin amigos, ni palabras.

¿Vamos a disfrutar una sopa?

(Quizás ella sólo estaba loca).

 

Este poema particularmente me gustó más que los otros, que gusto que sigas compartiendo.

 

Una historia real que me ocurrió en un parque... quizás por eso te gustó más (los otros que compartí hoy son más experimentales que otra cosa).

Y la chica sí tenía hambre, me pidió una sopa... pero le llevé un almuerzo completo...

 

Que agradable que lo cuente, es algo que todos deberiamos hacer en la medida de lo posible, para variar decirle que un día pude ser yo esa chica, que alguien como tu le dio un poco de aliento y esperanza. Saludos.

 

El hambre tiene muchas caras y esta, la que resalta tus versos es la que el estómago no perdona...
Un acto de caridad que la vida te agradece enormemente...
Placer la lectura de tus versos Monchix
Saludos cordiales
Camelia

 

Gracias por comentar y leerme.