Olor a Navidad.

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Hay algo en la poesía que la convierte en tenaz compañera de viaje, algunos poemas son tan pertinaces como esos amigos que siempre se están despidiendo pero que nunca terminan de irse. Luego los hay característicos, que son como una advertencia y que anuncian por anticipado la condición del autor.

La poesía tiene magia y poder, posee una fuerza secreta que ni el poeta es consciente de ella porque sólo es el medio que ha de plasmar el hechizo. Arrolla el alma, nos hace vulnerables, agudiza nuestros sentidos, tira de los impulsos. Deprime, enamora, complace, es llave de los sentimientos, abre o cierra puertas, y siempre es paso hacia la reflexión. Así, el aroma de la melancolía adjunto a cada verso suele delatar a un nostálgico irrecuperable. El de la soledad, a un pensador que necesita indagar en sus sombras y en sus dudas. El aroma del pesimismo, a un filósofo que dedica su vida a pensar y hacer pensar a los demás. Esto le ocurre a la poeta de seres humanos, retratista de seres humanos como me gusta decir a mí, y que viene a ser lo mismo. Sus versos siempre huelen a Navidad, al margen de las fechas, huelen a un sueño recién pintado. La poeta de seres humanos posee esa aura ambigua y enigmática que envuelve a los personajes geniales, aparenta ser introvertida y parca en palabras pero sus juicios categóricos y sus concisos comentarios son como mazazos que no suelen derivar en controversias o discusiones. La poeta de seres humanos sienta cátedra cada vez que vierte un comentario, nadie se atreve a llevarle la contraria. Creedme cuando os digo que enfrascarse con ella en una disputa dialéctica es una batalla perdida de antemano, por eso sus colegas la adoran y yo la venero, como se venera a quien ha alcanzado esa condición por estar tocado por la Navidad con un don especial. El don especial de la poeta de seres humanos está en su mente y en su voz, Sus palabras parecen copos de ternura brotados de sus dedos, y sus versos una prolongación de su mente privilegiada. La poeta de seres humanos siempre ha remado contra corriente, sus orígenes se pierden en la memoria, sin que nadie acierte a recordar dónde ha leído un poema suyo por primera vez, en realidad ni siquiera alguien conoce o recuerda sus antecedentes o sus orígenes. Yo he osado opinar que se trata, sin ninguna duda, de un personaje extraordinario reencarnado de nuevo varios siglos después. Pero la poeta de seres humanos, como ya he dicha antes, tiene una virtud obstinada, desprende Navidad. Ya puede tratar de disimular con una fragante bufanda subida hasta las cejas o bajo un delicado sombrero de lana, incluso esconderse detrás de un abrigo aromado con néctar de olvido. Todo es en balde, puede disfrazarse o tratar de pasar inadvertida pero sigue oliendo a Navidad. Sólo yo sé por qué huele así, sólo yo sé por qué ese olor no se le quitará nunca por mucho que lo intente. La poeta de seres humanos huele de ese modo porque lleva un sueño en las venas, porque transpira ternura y se broncea el rostro con polvo de sonrisa.

Cierto día, en un instante mágico, bastó un comentario osado para derribar las barreras que nos separaban. A partir de entonces nos hicimos adictos el uno al otro, no le importó que yo fuera más terco y menos culto. A partir de entonces la poeta de seres humanos me consentía lo que no habría consentido a nadie, y lo hacía por una sola razón, pese a desear un sueño, nunca había viajado por uno. Le encantaba que yo fuese su chófer particular, que la trasladase allí donde mi imaginación dispusiera y que no le pidiese nada a cambio. Su propia compañía, esa proximidad que a mí me olía a copos de ternura, era mi mejor recompensa. Nuestros viajes le resultaban agradables, ni siquiera debía introducir una palabra para que yo inventase el motor de arranque, no había velocidad ni asfalto, no encontrábamos tráfico en el camino. Cuando avistábamos una bella ciudad el tiempo podía volar como un cohete espacial hacia el futuro o convertirse en un cangrejo que no deja de andar para atrás hasta la infancia.

En este viaje imaginado cercano a la Navidad, parecía que las manillas del reloj se habían dislocado y se movían a su antojo. La presentación se su último poemario “Navidad entre los pobres” había supuesto un nuevo éxito que añadir a su currículum. En la librería más conocida de aquella ciudad se había dado cita lo más selecto de la sociedad. Las mujeres presentes exhalaban fragancias de aduladora y falsa admiración, y los hombres olían a autoridad y a solvencia económica, y la poeta de seres humanos olía bastante a decepción a pesar de recibir tantas alabanzas y críticas favorables. Pero, como decía, el tiempo corría como loco y cuando quise darme cuenta, todo había concluido y nos habíamos quedado solos, entonces la poetisa respiró profundamente, sonriendo relajada y feliz me preguntó el porqué de este viaje por mi mente.
En mis oídos resonaban las palabras que la poeta de seres humanos había dedicado a los asistentes al acto después de que alguien le preguntara el motivo de que nunca mencionara en sus poemas los colores y delicias de la vida tal como la sociedad los entiende, ni dotara a los protagonistas de sus narrativas breves, siempre niños y ancianos, de un matiz positivo hacia el futuro. Había respondido que eso era lo que ella describía, seres humanos, desfavorecidos y marginales. Que ellos eran los auténticos protagonistas de sus versos y que el trasfondo de sus poemas, tal como el de sus futuros, era negro. De ese color era la perspectiva más optimista que el mundo ofrecía a los marginados y olvidados que ella conocía y que tan acertadamente retrataba en sus relatos. Mientras hablaba ante el público yo observaba sus brillantes y húmedos ojos, como ventanales sin rejas ni cristales, abiertos de par en par para mostrar a quien quisiera sentirse aludido, el dolor, la miseria, el hambre o la muerte que tiñen de tristeza y de luto unos corazones olvidados y en peligro de extinción. Sus ojos eran los roídos espejos de los ojos que llevaba por testigo.

Otro que no fuera yo y que no la conociera como yo la conocía, podría haber pensado que aquel era un demagógico discurso improvisado de manera oportunista pero yo sabía que no era así, que aquellas palabras surgían de lo más profundo de su alma afligida, pero por si hubiese albergado cualquier atisbo de duda al respecto, el destino me dio de inmediato la oportunidad de comprobar una vez más que no mentía. En mi caso también la olfateé y la intuí sin poder tocarla, olía distancia, a olvido rancio y a dolor comprimido, a mendicidad, a soledad y a desamparo. Y en ese momento descubrí, aunque lo poetisa de seres humanos la había descubierto mucho antes que yo, que el aroma a Navidad era el verdadero olor de la Humanidad, y estaba compuesto por un conglomerado de virtudes…, Alegría, Amistad, Compasión, Amor, Constancia, Generosidad, Sacrificio, Voluntad, Sencillez,… Justicia.
Olores penetrantes que me recordaban a un sueño recién pintado. Su verdadero sueño, ayudar a los desamparados de este mundo. Y en ese instante en el que el tiempo pareció estancarse de pronto, no pude verla, pero supe con certeza que estaba detrás de mí, porque nunca como en ese instante había olido tan intensamente a Navidad. Supongo que al retirase, me había dejado en su torrente en lugar de esperar desde la orilla. Su esencia como una masa uniforme ocupandolo todo, me invadió, me poseyó, me arrastró.

 

" La poesía tiene magia y poder, posee una fuerza secreta que ni el poeta es consciente de ella porque sólo es el medio que ha de plasmar el hechizo. Arrolla el alma, nos hace vulnerables, agudiza nuestros sentidos, tira de los impulsos. Deprime, enamora, complace, es llave de los sentimientos, abre o cierra puertas, y siempre es paso hacia la reflexión. Así, el aroma de la melancolía adjunto a cada verso suele delatar a un nostálgico irrecuperable. El de la soledad, a un pensador que necesita indagar en sus sombras y en sus dudas. El aroma del pesimismo, a un filósofo que dedica su vida a pensar y hacer pensar a los demás. "

Amigo, grande es tu pluma que logra siempre impactar mi emoción .
Prometo regresar a leerte más despacio. Me encanta entrar en tu mundo...
Abrazos.

 

Me lleno de emoción de volver a escucharte, Engel. La poeta de Seres Humanos la recuerdo bien, pero nunca me ha quedado claro si existe de verdad o es uno más de los misterios que tiene tu inspiración y creo que me quedo con está última hipótesis. La Poesía tiene esa capacidad de transformarnos a su antojo, haciéndonos diferente al resto, aunque eso conlleve una gran cuota de soledad, de silencio, de rechazo y hasta a veces a quedarnos sin amigos verdaderos, porque quienes eran los amigos no eran tan amigos pues no aceptan como uno es y con sus cambios. Yo te he escuchado y he visto que admiras a alguien con quien tú compartes a diario, porque la Poetisa de seres humanos está en diferentes circunstancias. Ahora es en Navidad y nos deja claro que significa para ella esta fiesta y nos enseña, además, que este es el verdadero sentido de esta celebración. El recuerdo por los más abandonados, desposeídos, solitarios, hambrientos, perdidos en la vida y ella está tan inmersa en esta realidad que huele a pobreza, sin embargo en estas Fiestas para ti huele a Navidad. Celebro esa inspiración tuya, es tan magnífica Engel, que quien te ha concoido un poco es imposible olvidarte. Me gozo tanto que vuelvas a mostrar tu recitado y si no lo haces yo te escucho lo mismo, como siempre.
No me extiendo más porque estoy feliz, emocionada con encontrar este trabajo tuyo que me trae olor a Navidad, aroma a recuerdo. Un abrazo, amigo. Te ha quedado genial como siempre y con sabores a dulces y olores de pinos. Te quiero mucho amigo. Muchas gracias por esta maravillosa entrega.

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La Navidad me da tristeza, antes la disfrutaba mucho pero cada vez me parece más lejana, precisamente por lo que dices, nació como un momento de unión, de celebración especial, ahora es consumo y por eso está tan lejos de la realidad que sólo pertenece al mundo de los niños que viven en la burbuja de los regalos y de las luces de colores. Nada que ver con la de aquellos que pasan hambre.
La poetisa de la Navidad destaca a los desfavorecidos, en tu prosa veo esa llamada de atención para quien quiera escuchar, oler, leer, o sentir.

Felicidades por tu entrega Engel y feliz navidad, feliz día a día.

Abrazos

Palmira

 

Saludos. Beatriz. Aprovecho tu bello comentario Para vestir el foro con colores de Navidad.
¡Felicidad!

 

Gran exposición nos compartes ENGEL, siendo generoso de tu parte regalarnos tal derroche de sinceridad en tu decir.
Toda cerveza, vino o masa de harina necesita además "levadura viva" para acelerar su verdadera transformación.
En este plano de vida, a menudo nos visitan "caricias divinas"en almas, que con el calor en sus miradas, almas y corazones, nos alientan y estimulan a fermentar en el verdadero sentimiento del amor, la bondad y la caridad. Tú has tenido esa suerte y te felicito por ello.
¡Eterna sea en ti!
He difrutado de tu hermoso regalo, pues es alimento al corazón en estas fechas, que solo se piensa en la boca u estómago.
La vanidad se viste de fiesta y la caridad es maquillaje de moda.
Recibe mi alegre paz y felices momentos puedas compartir con quien verdaderamente lo necesite.
Vidal

 

Toda una gozada disfrutar de tu comentario, Margarita.
Un año más, desempolvando esta prosa.
Mil gracias y miles de besos... Feliz Navidad 2016.

 

Gracias a ti subo esta prosa navideña.
Un abrazo Palmira.