Fuegos fatuos

Fuegos fatuos



Antonio se baja del caballo bastante ebrio, jugando con los perros y diciendo—Elsa vení a sacarle la montura al Pintón y mándalo al corral, dale che, dale.
Su mujer sale del rancho con un repasador en una mano y en la otra un farol, sale detrás de ella un olor a guiso tremendo, como una bienvenida obligada. Tímidamente hace todo mientras su marido apoyado en el alero intenta armar un cigarro.
El gaucho sabe que su mujer es muy creyente y comienza con morisquetas queriendo asustarla, cigarro en la boca, amaga como quien intenta matar una mosca, luego murmura—¡mandinga! que miedo me tenés ¿he?. Ella lo mira, agacha la cabeza, y entra al rancho, sirve la mesa, luego se pierde entre las sombras, como buscando algo.
El trata de hacer foco en la comida, se mete dos bocados, toma vino y grita:
—¡Elsa! ¡Esla! ¿no vino don julio? lo encontré comprando tabaco y me dijo que se iba dar una vuelta ¿no vino? ¡che Elsa! ¿no vino don julio? ¡contesta mierda!
—No, no vino.
—¿Y que son esas huellas? alguien vino montado no mintás, que ya sabés lo que te pasa si mentís.
—Son las huelas del ruano de Josecito, se vino a preguntar si anduviste vos anoche a la par del alambre, porque vieron luces y pensaron que eras vos, lo mandó la Olga.
—¡No! ¡yo nada!, que luz ni luz, esos Vargas son unos miedosos, creen en cada cosa, hasta tienen un Gauchito Gil en la entrada, que ignorantes esos Vargas, somos grandes Elsa, no estamos para pavadas.
El viejo se seca el bigote, ya saciado su hambre le pide a su mujer que le traiga la guitarra, como casi todas las noche. Mientras ella le entrega el instrumento dice:
—Che Antonio... Es verdad lo de las luces.
—¿Vos viste algo?, ¿como no decís?, mirá si son los cuatreros esos, dejameló nomás que los vea, los voy a hacer saltar como vizcacha, son los hijos de la Luisa, andan muerto de hambre por no trabajar los vagos eso, seguro son ellos.
—Pero… No sé, dicen que esas luces malas no existen, pero que las hay, las hay.
—¿Vos que tomaste? acá el único que toma soy yo ¿he? ¡que te quede clarito!
—La otra vez cuando encerré la lechera sentí unos ruidos, por las dudas me persigné, uno nunca sabe.
—Deben ser los ratones che—.Dice Antonio ya prestando más atención a los acordes.
—Y la vez pasada en la despensa hablaban que vieron un fantasma, o algo que se movía, en el camino que va a la Barraca, donde se ahorco nuestro “Cachito”, ahí vieron algo decían.
—Son pavadas ¿quien vio eso?

Elsa ya volviendo al otro lado de la cortina dice:
—Después lo cruzaron a Don López por las vías, pero eso no sé si es cierto, llegó blanco a su casa, me decía la Gladis, también estaba ese día en la despensa.
Antonio se levanta tirando la silla y la guitarra, el farol en la mesa se sacudió de una forma que dejó un destello por todo el rancho, corre la cortina y encuentra a Elsa con una vela en la mano, rezando en un pequeño santuario lleno de estampitas y Rosarios.
—¡La puta que te tiró Elsa! ¿qué mierda haces?
—Rezo, solamente rezo.
Antonio descuelga el rebenque y el lonjazo en el suelo retumbó haciendo mover las flojas chapas del techo y luego como mordiendo los labio dice
—Y la próxima va para vos ¿no te habrás puesto media bruja vos?, seguro te llenaron la cabeza esos Vargas, que ni los vea por acá.
Ella arrodillada, mirando hacia el suelo responde:
—Es que Antonio, antes de que vengas vi una luz, a la par del gallinero, no te dije nada porque no me ibas a creer.
—¿A dónde? ¡a ver! ¡yo les voy a enseñar quien manda acá!
El hombre salió del rancho tomando la escopeta y se dirigió con mucha dificultad hasta los tamariscos. Cuando se da cuenta que no puede ver nada, grita:
—Elsa tráeme el farol—se da vuelta para ver si viene su mujer y sigue gritando.
Cuando de repente una luz blanca, sin mucho brillo, pero que logra encandilar al gaucho aparece detrás del gallinero.
—Acá está la hija de su madre ¡Elsa acá esta! ¡mirá!"—grita desesperado Antonio. Se sienten dos tiros y el campo se silenció por completo.
Antonio está muy ebrio, su mujer se asoma por la ventana, se ve como una sombra en el trasluz. Todo transpirado por el susto y el calor de la noche y agitado avanza Antonio, se tropieza, los pollos miran subidos al paraíso, los perros ni se mueven bajo el alero, miran, solamente miran.
La luz sigue muy despacio por los tamariscos y baja detrás del molino, Antonio camina como un ciego, tantea todo a su paso, la luz desaparece y el paisano siente como le viene el alma al cuerpo, respira hondo, todo al rededor parece despertar.
El hombre vuelve al rancho, ya no tan ebrio, mira a Elsa, se miran, nadie habla, el miedo parece hablar por ellos.
Antonio se seca la transpiración y toma el último sorbo de vino, se sienta en el catre, escopeta en mano y con los ojos bien abiertos observando a Elsa como se arrodilla y comienza a rezar de nuevo. Se deja caer apoyando su cabeza en la almohada, queda el gaucho como un muerto, pálido, frío y sin pensamiento.

FIN​

 

Vaya, Enzo, por fin te has animado a hacer prosa...pues me ha encantado!!! La historia que cuentas me ha atrapado desde las primeras frases, podía ver ese rancho y a esa pareja en el, podía sentir ese miedo que iba creciendo en ellos...Me ha gustado muchísimo de verdad, espero que despues de esta prosa vengan muchas más. Un abrazo, Enzo, y felicidades.

 

Gracias por tu visita, Esther, te cuento, voy de a poco, trato de aprender. Un amigo de aqui me ha dado varios concejos que he tomado con mucho gusto, y eso sirve para aprender claro.
Pero en general por ser mi primer relato no me desagrada, faltaría limar algunas cositas, ajaj pero bueno.
Agradezco tu lectura, siempre tan atenta, un beso.

Enzo.

 

El gusto es mío. Gracias por pasar y comentar. Un abrazo.

 

Se vive... un relato muy ameno, emp, excelente. Me encantó. Saludos.

 

cuando la realicé pensé que estaba lista. Pero ya leyendo de nuevo uno quiere arreglar. Es así, Delmi, agradezco tu lectura y comentarios. Un beso.

 

Prosa del MES

(Seleccionada por la administración entre las propuestas remitidas por moderadores y/o usuarios)
Muchas FELICIDADES
MUNDOPOESIA.COM​

 

Estuvo entretenido y el viejo obtuvo lo que se merecía. Con final ambiguo... se habrá muerto o quedó catatónico del cagazo?

Buena caracterización del gaucho y su esposa. Eso es lo que más me gusto.

 

Buen relato bucólico!

 

Gracias "Sama" que bueno que lo "leíste"

 

Hay partes que quisiera modificar. Gracias por leer. Si tienes acceso a sama decile que no soy bucólico. :v

 

El relato lo es!