El orden correcto

Hay un orden correcto para todo
y ha de acatarse con la precisión
de un reloj suizo.
Son las obligaciones de las nueve,
cuando comienza el día
mientras espero mi café.

Primero nos cruzamos las miradas
y me pierdo en sus ojos azulados,
luego, más importante, enfrento su sonrisa
antes de que se gire
y siga su rutina de trabajo.

Lo siguiente es echar la cantidad de azúcar,
tan justa que ese gesto parezca ser superfluo.
El primer sorbo es el mejor,
me sabe al despertar de los sentidos.
Después va la tortilla, poco hecha,
con un trozo de pan de leña, como en casa.

Cuando solo quedamos el vaso de cristal,
la amargura del líquido amarronado y yo,
es el momento de escribir,
centrarme diez minutos en un único verso
y ser café, poema y uno mismo.

Pero hoy el desayuno ha sido triste,
faltaba la sonrisa
por culpa de un contrato de seis meses
de formación.

Si fuera Richard Gere
quizá hubiera una dosis de esperanza,
pero con mi fachada no creo que resulte
presentarse a lo Pretty Woman
en la oficina del Inem
más cercana.

 

Hummjj, eso dos, Gere y Roberts, pedazo de empresario y pedazo de prost... ata debío tener... ah no, claro el personaje.

 

Cuando en la brumosa rutina
no podemos ver el sol
(entiendase sol como aquello que más nos hace brillar)

 

No sė todavía por qué salieron en mi texto.

 

Puede que nos hayamos quedado ciegos.

Te dejo elegir el chiste de la literalidad o el pensamiento profundo.

Saludos, Gran Sama

 

Cuando se habla de la existencia evaporada por la rutina existencial, la literalidad y la filosofía se yuxtaponen.

Saludos!!

 

Jajajaja

Saludos.

 

Porque muchas veces la creación excede al autor. Y quien no vio, por vieja que sea, Mujer Bonita.