El desierto y los reyes ociosos.

El domingo se cura la resaca
y el cielo pasó de ser azul marino
a transparente y el sol nos avienta
el mismo fuego que apesta a óxido
y a carbón.

Quince minutos más largos, más
extraños y hórridos recuerdos de
los noventas se mezclan con café
e ilusiones cadavéricas, quince minutos
flotando en ámbar y ácido, flotando
en palabras viejas, desgastadas, rebanando
el escozor.

Y el rey, ahora se deleita como cada
domingo de la iglesia, ya cuando la
tarde te avisa que el domingo es breve
entre criaturas misteriosas que se
han salido de tus sueños.

Y esas criaturas van danzando por
el pavimento, y los correteo porque
necesitan volver al sueño, necesitan
volver a ser pesadillas, a ser aterrodores
no deben vagar por el mundo éste, tan
lleno de rencor e indiferencia.

El ojo blanco, el ojo del ángel de alas
negras y aterciopeladas, ya no tiene
el polvo de las eras, ya la luna está
molesta, iracunda, su harina se esfumó
y ese ojo oscuro, será poderoso otra
vez, ya no hay nube blanca, el ángel
sonreirá con sus dientes amarillos y chuecos.

El domingo se reduce a horas y a sustancias
y el rey sonríe también, porque por primera
vez, el mismo rey de siempre está siendo
honesto.

 

Si, los domingos recuerdan que puedes cerrar los ojos y resucitar .
Un placer.
Saludos.

 

Tienes manera de darle forma a los poemas, grato leerte Ale

 

Hola, Yo creo que nadie apuesta a encontrar su pesadilla de la mano de la rutina.
Siempre un gusto. Disfruto de tus escritos

 

Es un honor para mi, aunque es tarde porque éste comentario tiene más de un año.

Gracias por siempre estar en mis textos y desde hace mucho tiempo.