El sabor de la lluvia

Nunca quisiste huir:
la libertad tiene sus riesgos,
y hasta es más cálida la muerte
si uno asume que su destino inevitable es endulzar
la nada,
mirarse ciegamente en el espejo
imaginando pájaros ajenos,
saltar de un palo a otro de tu incómoda prisión,
columpiarse en los alambres
de un destino miserable,
y dejarte seducir de vez en cuando
por alguna que otra voz
de terciopelo.

Desde el instante en que se incendia la mañana,
las serpientes anidan en los comederos
de tu soledad.

Una fiebre desconocida se apodera de tu alma
de gorrión.

Retas al ruiseñor, bates tus alas
ávidas de viento
sobre la sombra que te crucifica.

Nunca quisiste huir:
desconoces el sabor de la lluvia
en tu garganta.
Ignoras ¡pobre infeliz!
que unos cuantos metros, apenas, te separan
de la eternidad.

 

Crudo, pero cierto. Un placer leerte.

 

Gracias por tu lectura, EBAN.

Saludos.

 

Gracias por dejar tu huella, Darkhyon.

Un saludo, compañero.

 

Hay lluvias que saben a miel, se canta y se baila bajo ellas.
Hay otras lluvias que resultan incómodas, te salpican, sientes la humedad en los huesos, necesitas paraguas...
Hay lluvias de nostalgia, aquellas que son observadas a través de una ventana mientras escribes unas letras al ordenador, deseando transmitir que lo que acabas de leer, también forma parte de tu vida, que cada gota es un poco de ti, que la eternidad está en la palma de la mano y que si la cierras, sencillamente se esfuma.
Que compartes lo dicho sobre la libertad, que el oro es un metal muy duro para poder traspasar la jaula.
Un final contundente para despertar...

Abrazos y aplausos

Palmira

 

Vibrante profundidad que revela los instantes poderosos querida amiga...
Siempre bello leerte...te abrazo con todo mi cariño...
Nancy

 

Muy bello y substancioso tu poema, querida amiga Marla, una maravilla, enhorabuena. Un abrazo, felices días.