Gracias, por aguantar a dios

No soy ateo ni creyente.
¿Saben adónde van a parar mis letras?
No trata de ataúdes este poema esotérico.
Dios es agua pasada ya en mis textos.
No es por la sensación de la miel en los labios.
Siempre los ha habido más sabios que yo.
Pero todo es contradictorio.
Elegí contradecir su poética e indagar sin esfuerzo en este examen tipo test de una sola respuesta.
No me creo.
Nada de lo que digo es loable ni encomiable.
Asumo mi rol de inconsciente.
Es por ello que no soy catalogable.
No he sentado cátedra.
Tampoco me he trabado ni tragado mis principios.
En verdad hablar de temas tabúes no favorece mi mejor perfil.
No soy predicador.
Tampoco sujeto.
Nunca he temido ningún tipo de terapia.
Enfatizan mi estilo, esto es, nunca empatizan con lo que digo.
Así las cosas, no habrá ningún iluminado a causa de mi poesía.
Cualquier comentario, por destructivo que sea, me mueve al delirio.
Controlo mis impulsos.
Ya ni respondo, ni tan siquiera de mí mismo.
No escribo inducido por la crítica ni por ningún tipo de crisis.
Dejo preguntas y respuestas en el aire.
Mi cámara es acorazada.
Lo que me falta es insonorizarme.
Cualquiera es más sabio que yo.
Es más, cualquiera que entienda de arte me lleva un dios de ventaja.
No confío en la pleitesía o el elogio.
He hablado con mi alfombra alguna que otra vez.
Me dice no se qué de un pisotón.
Nadie confía en mí como persona.
Esto es, no sigo ya ninguna idea ni me adapto ni me integro.
Esto no es autodestructivo, sino control remoto.
"El hombre juega con conceptos. Yo me desligo y me desdigo."
Qué importa mi nombre.
Desde cuándo esa duda existencial.
Les contaré algo:
"De mi relación con Dios solo quedan ruinas y rescoldos."
¿Imponerme metas?
No dármelas de interesante ni de interesado.
Ambos propósitos son factibles.
Moldeo lo que escribo.
Me quedé con el molde del pánico escénico.
Sin escenarios.
Anticipo mis crisis de ansiedad.
"No hablo de lo sustancial porque no pertenece a nadie."
"Tampoco me liberan -ustedes-."
Evidentemente, me evado de la mente.
"Escribo por encima de mis observaciones."
"No hablo de cuestiones metafísicas.
Aunque tengan respuesta para lo mío.
"El precio a pagar por mi vida fue el desprecio."
Ahora tengo otros planes.
En definitiva, no digo que dios no exista.
Lo que quiero decir con todo esto es que no hay poesía sin salida.
Ni atención a la conciencia.
"Vigilo mis palabras, escribo lo más cercano que considero deber."
He dicho tantas cosas que he perdido mis derechos.
¿De dónde vengo? ¿Quién soy? ¿Adónde voy?

 

Escribir para uno mismo siempre te asegura un nuevo y sorprendente hallazgo. Saludos cordiales, Ricardo.