¿Yo?, soy tú.

¿Yo?, soy tú.

Últimamente cuando reviso el álbum de fotos
me pregunto: ¿yo fui ese?
Últimamente cuando alguien me saca una foto
me pregunto: en serio, ¿yo soy este?
Y este último últimamente me preocupa bastante
porque no ser quien fuiste es algo lógico
pero no reconocerte es muy jodido,
no estás…, o sí estás pero sin estar,
como no está el sabor en las gelatinas
que sirven de postre en los menús de 5,50 €,
no estás, como mucho
eres esa tensión existencial de una taza de agua
que intuye al otro lado los grumos secos
de un sobre de manzanilla.

Lo tenía todo planeado:
acorralaría frente al espejo a ese okupa
que no sé de dónde sacó las llaves de mi cuerpo.
Aquella mañana salí de la ducha disimulando, cantando
en un «rincón del alma» de mi querido Alberto Cortez,
y entonces, de un solo golpe de toalla, ¡zas!,
limpié el vapor del espejo
y ahí estaba el cabrón…
A ver, ¿¡tú quién eres!?
¿Yo?, soy tú.
¡No!, tú no eres yo.
Tu mirada es una ola extensa, fatigada y triste,
que no sabe de dónde viene ni a donde va,
es aquella ola vieja que rodea el cabo de San Vicente;
¡mi ola es una boca preñada de gemas
que muerde con su verde el canto de mis rocas!
¿Yo?, soy tú.
Que no, cojones, que esa cara de cartón no es la mía,
mira (y le saqué morritos a lo Paul Newman)
y al tipo de enfrente se le puso una cara de gilipollas
horrible, mientras me decía:
¿yo?, soy tú, ¿yo?, soy tú, ¿yo?, soy tú...

Salí del baño desconcertado
porque ese tipo parecía estar muy seguro
de aquellas tres palabras.
Sobre la mesa reposaba el álbum del día anterior.
Al guardarlo cayó en mis pies una foto
y lo siniestro del asunto
es que en esa foto debería estar yo.
Al entrar en el ascensor la consternación fue total:
su espejo no me reflejaba,
y mientras trepaba la escarcha del miedo
por mi médula espinal
hice como que el espanto no fuera conmigo.
Corrí a la oficina, ya en la oficina, corrí al baño,
y, jadeante, frente al espejo, ni rastro de mi rostro.
Salí a la callé, grité al cielo, había llovido,
¡aún llovía!, y lloraba con el pánico
de ese niño perdido que gira sobre sí mismo
en un centro comercial. Llovía como nunca
y me tiré a la acera y me palpé entre los charcos
sin encontrar el retrato de mi luz.
Me levanté y me busqué en el cristal espejado
de una oficina bancaria,
—¡¿dónde cojones estás?! —me gritaba una y otra vez.
La gente se arremolinó en la acera de enfrente
mientras me apuntaban con el dedo.
¡Ah!, ¿pero me veis?
Al correr hacia ellos se alejaron despavoridos
como quien escapara de un sicópata demente.
¡Me veían!, pero yo no me veía
más allá del cono ciego de mi ojos (?);
estas manos..., dime, ¿de quién son estas manos?,
¡¿y quién demonios las está mirando?!

Y entonces, en mitad de la calzada,
se abrió una puerta de luz.

Dando tumbos avancé hacia ella, no paraba de llover,
las aceras murmuraban, pero yo
ya no era nada,
y los restos de mis pasos sin huella
cruzaron el umbral... Al otro lado del quicio:
¡mi cuarto de baño!
Había salido (entrado) por el espejo, ¡me giré!
y ahí estaba mi yo intacto, ¡era yo!;
hice muecas, me giré, me volví a girar, ¡era yo!
Grité como Messner al hollar la cumbre del Everest,
bailé y reí como Philippe Petit sobre aquel cable
suspendido en el cielo de Nueva York.

Desde aquel día, cada mañana,
me asomo al espejo,
me sonrío y me digo:

tú

eres yo.​

Kalkbadan
En Madrid, a 27 de abril de 2019

 

Pareces un alumno aventajado.
Escribes bien.
Creo que podrías ganar un concurso de Poesía.
Este texto nos habla al respecto de los universos alternativos.
Que se van secando, ya que acogen en su seno, aquellas decisiones que no triunfaron.
O sea que el universo real, es el que queda.
Y en ese universo que se realiza, finalmente, hay celebraciones.
Pero las demás opciones quedan suspendidas.


Por ejemplo:


a ) El Universo es como un hombre.
b ) Hay once dimensiones, en total. Pues once significa equilibrio.
c ) 7 dimensiones espiraladas, también llamadas " matemáticas ", y cuatro rectilíneas.
d ) Las dimensiones matemáticas, dan forma a los astros y a las galaxias.
e ) Pero el espacio suele ser cúbico, a no ser que la fuerza gravitatoria, lo curve.
f ) Espacios curvos, para que unos planetas giren alrededor de sus estrellas respectivas.
g ) Giros y más giros.





Entonces, cada dimensión tiene dos sentidos.
Y por ello, se establecen 22 universos paralelos.
Es decir que el nuestro, es uno entre 22 universos.
Y ese dato nos hace sentirnos horriblemente mínimos.


Para compensar, existen universos alternativos, en los cuáles, hacemos cosas que pudimos haber hecho, mas no hicimos. Entonces, ¿ Qué hubiera pasado si... ? Le hubiera pedido salir a María de la Soledad, en vez de ignorarla. Por ejemplo.


¿ Ése soy yo ? Caramba. Soy el marido de Sole.
¡ El marido de Sole ! Esto no puede estar pasando.
No le pedí salir. ¡ Oh !


O quizá, me haya trasladado a un universo paralelo, a través de una puerta dimensional, que se abrió, en algún lugar del mapa-mundi. Precisamente, donde yo vivo. ¡ Vaya ! Y en ese universo paralelo, Sole y yo somos cónyuges.

 

vivir con tus antagonistas pasados es peor. Atravesar un umbral de existencia. Calma sonreír luego de la vivencia. Saludos

 

A VECES SOMOS EL MODELO A SEGUIR, CADA VEZ TENEMOS QUE PROPONERNOS A SER MEJORES, SALUDOS COMPAÑERO

 

Interesante historia, y contundente ese mensaje de aceptarnos como somos, querido amigo Kalkbadan, un placer la lectura, enhorabuena. Un abrazo, feliz fin de semana.

 

Es que es difícil reconocerse frente a un espejo diariamente y sin tanto follón.

 

Muchas gracias a todos por pasar por este poema y dejar vuestro generoso comentario.
Disculpad por no haber contestado antes. ¡Un saludo a todos!

 

Al principio de la lectura me estaba sintiendo muy identificada con ese rastro de uno mismo que el tiempo se empeña en borrar descarada y cruelmente jajajaja, quizás, para compensar eso, cada vez me gustan más los árboles, el paso del tiempo los hace muy hermosos. Hay que aprender de la naturaleza.

Y bueno..., ha resultado ir mucho más allá de lo que significa la corteza para el tronco. Buen filosófico, felicidades!!

Palmira