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Fredo

Tema en 'Prosa: Infantiles' comenzado por Luis Á. Ruiz Peradejordi, 16 de Septiembre de 2019. Respuestas: 9 | Visitas: 1128

  1. Luis Á. Ruiz Peradejordi

    Luis Á. Ruiz Peradejordi Poeta que considera el portal su segunda casa

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    En los confines del mundo, en una tierra lejana, más allá del Mar Brillante, dejando atrás el Bosque Añoso, atravesando las Llanuras Pálidas y los Pantanos Peligrosos, se encuentran las lindes del Reino Ignoto, donde reinan Titania y Oberón. Se extiende su Reino por largos confines, bordeando por el noroeste el Lago Topacio, limitando al norte con las Montañas de la Luna y al este con la Tierra de las Nieblas Glaucas. Algunas pequeñas ciudades, poco más que pequeños pueblos y aldeas, bordean las tierras de Oberón. Viven en ellas gentes tranquilas, entregadas a sus oficios de hortelanos, herreros, panaderos…en fin todos esos trabajos que antes eran indispensables para la vida en una villa chiquita.


    Por aquellos lares, solía viajar sin descanso Fredo, nuestro protagonista de hoy. Fredo era chamarilero y componedor. Compraba y vendía todo tipo de objetos y luego con destacada habilidad componía, esto es, arreglaba un paraguas roto, echaba un nuevo fondo a una cazuela estropeada o afilaba unas tijeras o el cuchillo de la carne, si era necesario. Y todo ello desde su carro de grandes ruedas de madera y llantas de hierro, tirado por su mula Dina a quien Fredo ya consideraba parte de la familia. En aquel carromato, que se cubría con una gran lona donde en letras góticas decía: FREDO, componedor y compra-venta, pasaba nuestro amigo las jornadas, viajando por todos los rincones en los que hubiese una casa donde parar, charlar un instante y ver si había algo que vender o que comprar o que arreglar. Era una vida dura, pues las gentes no disponían de grandes bienes y no siempre se daban bien los negocios. Además había aldeas que se hallaban muy alejadas y llegar hasta ellas suponía días de camino.


    Uno de esos días, de camino largo y solitario, pasaba Fredo el viaje cantando con su vozarrón no muy bien afinado, pero con muy buena voluntad, todo hay que decirlo, o hablando con Dina, que si bien nunca le contestaba, siempre le escuchaba con mucha atención. Iban por el Camino Antiguo, el que bordeaba las tierras del Reino Ignoto y al doblar un recodo, vio como un bulto negro que venía corriendo, casi se le echa encima del carro. Sobresaltado, saltó del pescante al suelo y sujetó al pillastre por una oreja. Era un trasgo, renegrido y feo, patizambo y malencarado, que lanzó un fuerte gruñido. Fredo no se dejó asustar. Llevaba muchos años recorriendo aquellos senderos y conocía las maldades de los trasgos, pero también lo escaso de su valentía. Aquel trasgo llevaba en la mano lo que le pareció a Fredo una mariposa de grandes alas. Seguramente el trasgo pensaba en arrancárselas, pues pocas cosas les gustan más que el hacer daño y sobre todo a quienes son más pequeños y débiles. Fredo le dio un par de sacudidas y le quitó lo que llevaba en la mano. Amenazó al trasgo con la vara que le servía para guiar a Dina y éste, salió corriendo como alma que lleva el diablo. Fue entonces, cuando más tranquilo, se decidió a mirar lo que había quitado al mal tipo aquel. Su sorpresa fue enorme cuando encontró que lo que tenía en la mano era una pequeña hada, maltrecha y herida por las malas artes del trasgo. Lamentó Fredo no haberle dado una buena patada en el trasero, pero miró al hada con más detenimiento y lo que vio no le gustó nada. La pequeña no se movía, respiraba con dificultad, como si le doliese todo el cuerpo y una de sus alas estaba seriamente dañada. Apartó el carromato del camino y lo dejó en un claro entre los árboles, depositó al hada en una pequeña cama que hizo con un cajón, acomodándola sobre unos pañuelos a modo de colchón. Encendió un fuego en la hornilla, puso agua a calentar y preparó una infusión de orégano y salvia. Conocía que lo primero es dar líquidos a los heridos para ayudar a que se repongan. Una vez hecha la infusión, con toda la paciencia del mundo y una pequeñísima cuchara, cuando estuvo templada, comenzó a dársela. Costó mucho tiempo que la pobre herida tomase unas pocos sorbos de aquella bebida. Pareció que se entonaba un poco y se quedó dormida. Fredo la arropó y la dejó descansar en aquella camita improvisada.


    Encargó encarecidamente a Dina que vigilase que nadie se acercase al carro y la mula pareció entenderle, pues levantó las orejas, dejó de pastar y se colocó junto a la puerta de acceso. Creía nuestro amigo haber visto en sus viajes que poco más adelante había un riachuelo y corrió hacia allí. Efectivamente, un regato corría lento entre las piedras y en su orilla se elevaba majestuoso un saúco. Era tiempo de primavera y tuvo la suerte de pillar al saúco en flor. Con el faldón de la camisa preparó un a modo de cestillo y recogió en él una cuantas flores. De nuevo volvió deprisa al carro y preparó un cocimiento con las flores de saúco que, de harto tiempo, sabía él que eran buenas para cerrar y desinfectar las heridas. Trató con su poción las heridas del hada y se preparó a pasar la noche en su cuidado.


    Las hadas, por la parte mágica que les toca, curan pronto de sus males y así, con las atenciones de Fredo, nuestra amiga estuvo bien en un par de días. Resultó muy simpática. Se llamaba Violeta y en esos dos días hizo muy buenas migas con el chamarilero. Repuesta del todo llegó el momento de partir. Con la infusión de flor de saúco, el ala había curado estupendamente y permitía sostener el vuelo sin dificultad. Así que se despidieron, ella se fue a las tierras de Oberón y él siguió su camino. Anduvo a su paso tranquilo todo el día y pasó la noche a la orilla del camino, como había hecho tantas otras ocasiones. A la mañana siguiente, le sorprendió despertarse con una música maravillosa que sonaba junto a su carromato. Se asomó con curiosidad y su sorpresa fue el encontrar a los reyes de las hadas y numerosos príncipes y princesas de los elfos. Se azoró un poco y se puso muy colorado.


    “Buenos días” acertó a decir.


    “Buenos días” le respondieron.


    Se adelantó el Rey Oberón y le dijo: “Has sido gentil y bueno con una de nuestras hadas, le has salvado de las garras del trasgo y además has dedicado tu tiempo a curarla y atenderla”.


    “No ha sido nada” balbució Fredo, “cualquiera hubiese hecho lo mismo”


    “No sé si cualquiera lo hubiese hecho, sí sé, que tú lo has hecho. Pídeme el presente que quieras, que te lo concederé”


    Fredo, se quedó pensando un momento y al punto dijo: “Me gustaría hacer feliz a la gente de por aquí”.


    El Rey Oberón miró a la Reina Titania, quien dibujó una enorme sonrisa en su cara: “Concedido”


    “No te olvidaremos Fredo”


    “Tampoco yo les olvidaré”


    Y de ese modo se despidieron.





    Desde entonces, cuando el chamarilero-componedor llegaba a alguna casa, siempre llevaba en su carromato algo que aquellas gentes deseaban o llevaban tiempo buscando, con lo cual siempre conseguía contentar a aquellas gentes, o bien les arreglaba aquel cacharro que tanto apreciaban o la máquina que tanto necesitaban. De ese modo fue pintando sonrisas en las caras de todos los habitantes y a su vez, se encontró él mismo con una gran sonrisa. Rompió entonces a cantar y su voz era ahora bien templada, melodiosa y bella.

    Las jornadas ahora eran más cortas, pues su cantar hacía breve el pasar de un pueblo a otro y los cantares anunciaban su llegada y todos deseaban su presencia y se sentían bien con él.
     
    #1
  2. Nunca había leído la palabra trasgo, aún así imaginé una especie de duende oscuro.
    Lo maravilloso de los cuentos infantiles es que perfilan a los seres humanos de manera simple.
    Así los niños pueden entender la existencia del bien y del mal a través de ejemplos sencillos y concretos.
    Si bien los relatos de la infancia nos preparan para la crueldad del mundo adulto, a veces es necesario volver a esas viejas historias para entender que con mayor o menor sofisticación, todo es luz y sombra, y se puede elegir ser trasgo, o hada, o el mismo Fredo.
    Veo mucho de Fredo en vos, Luis, al menos a mi siempre me estás trayendo el efecto alegría y bienestar.
    Algún día tendré nietitos y me va a gustar contarles de Titania y Oberon gracias a tu hermosa pluma.
    Me encantó ver la referencia al sauco como árbol sagrado, no te faltó la preciosa esencia celta que adoro ver en los cuentos.
    Gracias por escribir así de lindo, con tanta luz.
    Feliz tarde, un abrazo grande.
     
    #2
  3. lomafresquita

    lomafresquita Poeta que no puede vivir sin el portal

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    Ay amigo Luís qué relato más enternecedor, me ha encantado Fredo, su altruismo y generosidad, su entrega a todo ser vivo y a favor del bien, de ayuda al prójimo, también me han gustado las hadas, su belleza y delicada sensibilidad, su agradecimiento al buen acto de Fredo con el hadita herida, y al mismo tiempo he sentido profundo rechazo hacia el trasgo y su horrenda maldad, en fin, mi querido amigo, he disfrutado inmensamente al leerte, aunque siempre es así porque escribes fenomenal y te admiro profundamente. Un millón de besos para ti llenos de cariño ....muááááacksssss...
     
    #3
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  4. Luis Á. Ruiz Peradejordi

    Luis Á. Ruiz Peradejordi Poeta que considera el portal su segunda casa

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    Me encantará que algo de este mundo de Titania y Oberón quede en el recuerdo y que pueda llegar a los niños, pues siempre los he escrito pensando en ellos; es más, matizando un poco te diré que están escritos para niñas, ya que yo he tenido cuatro hijas y las niñas tienen un sentido especial para entender e intempretar estos cuentos. El mundo mágico lo tienen más cercano y eso se nota. Tal vez por ello te lleguen estas narraciones y te sientas afín a ellas. En ese mismo mundo mágico, se encuentra el saúco, al que también encontramos utilidades en el mundo de hoy. Yo que me formé con médicos humanistas te diré que en múltiples ocasiones utilicé fórmulas magistrales como el sulfato de cobre en infusión de flor de saúco para las lesiones de la piel.
    Historias que dejaré descansar un tiempo que dedicaré a leeros a los buenos poetas. Gracias por tu visita y por la bondad de tu comentario, siempre agradable y que me llega al corazón. Feliz día Cecy, ojalá tengas tu Fredo que tenga como mayor deseo hacerte feliz. Un abrazo.
     
    #4
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  5. Luis Á. Ruiz Peradejordi

    Luis Á. Ruiz Peradejordi Poeta que considera el portal su segunda casa

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    Mi querida Isabel, con tu presencia y la de Cecy, está este cuento cumplido. Comentaba que escribo para niñas y la que lleváis dentro os empuja a estos relatos. Y por mi parte, yo estoy encantadísimo. Me gusta contar estas historias, muchas veces prefiero hacerlo de viva voz, pero aquí no se puede. Gracias por tus palabras, por la belleza de tu comentario y por tu amistad que estimo mucho. Un montón de besos.
     
    #5

  6. No es solo bondad, es que doy lo mismo que emana de tu buen espejo, Luis.
    Siempre esperaré por tu pluma.
    Abrazo.

    36156080-ilustración-de-una-mano-que-da-una-flor-001.jpg
     
    #6
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  7. MASTER LY 22

    MASTER LY 22 Laly

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    En este bello mundo mágico al que nos transportas donde reina la solidaridad y la ternura también existen ciertos seres malos y con estos personajes tu historia regala grandes enseñanzas para los niños; y a los adultos nos llevas a esos viajes de ensueños de cuando eramos chiquitines.Cada historia tuya que leo querido Luis me enternece y me hace sonreír, es un regocijo para el alma. Un gran abrazo y muchas gracias por compartirla.
     
    #7
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  8. Luis Á. Ruiz Peradejordi

    Luis Á. Ruiz Peradejordi Poeta que considera el portal su segunda casa

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    Ya sabes que se ha dicho que los niños serán preferidos en el Reino de los Cielos.
    Cuidemos a nuestro niño interior, no dejemos que desaparezca, al contrario alimentémoslo con historias que de distraigan y le enriquezcan.
    Gracias por llegar a esta casa. Un gran abrazo.
     
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  9. Javier Alánzuri

    Javier Alánzuri Poeta que considera el portal su segunda casa

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    Otro paseo por los reinos de Titania y Oberón que ha sido una auténtica delicia, Luis, muchas gracias.
    Eres como Fredo (como bien dice Cecy) después de estar con ellos, tus cuentos transmiten alegría y bienestar y se esperan con algarabía.
    Son mágicos, en serio, a mi me están hechizando y me alegro de ello.
    Saludos cordiales y admirados, hechicero.
    Javier
     
    #9
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  10. Luis Á. Ruiz Peradejordi

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    No hay cosa mejor para el escritor fantástico que sus fantasías atrapen al lector. Muchas gracias por esas ganas de leer y por la amabilidad del comentario. Un cordial abrazo.
     
    #10
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