El paisaje de tu encaje color rojo

El paisaje de tu encaje color rojo
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Así cómo el sol desnieva las altas cumbres
asimismo me derrites,
con ese sostén de encaje color rojo.

Así como el lobo desuella su víctima
asimismo quiero besar tu cuerpo,
con ímpetu voraz.

Así como el chef al dente salpimiente el guiso plena sazón,
asimismo quiero probarte,
con la boca.

Mirar tu cuerpo
delineado por el exquisto adorno de encaje
desata mi locura,
me causa un embeleso que no se expresar,
acallando mis palabras
en cada suspiro, en cada caricia,
beso tras beso.

Amarte, mi éxtasis perfecto.

​

 

Un poema fumador.
O bueno, ¡ Qué precioso es el tabaco !
Sobre todo, si procede de las islas Canarias.
Por sus suelos fértiles, de origen volcánico.


Supongo que el vicio de fumar, es más pobre que la propuesta de formar una familia.





Pero hay de todo, en la viña del Señor.
Y la sagrada comunión, uno puede hacerla suya.
Hay gente que comulga con recetas de cocina, que resultan innovadoras.
Porque se trata de crear algo.


Crear palabras, metáforas y terapias.





En este poema, has buscado varios paralelismos, o parábolas, si lo prefieres:


a ) Mujer y paisaje. Engrandeciendo su cuerpo.
b ) Mujer como presa para un lobo, que eres tú. Asociándote a ti, como idea, al bosque y a la vida asilvestrada.

c ) Mujer como guiso que se deja aderezar. Entonces, eras lobo, pero vuelves en ti, y te haces cargo del restaurante.


Hay una transmutación, desde el pequeño explorador...
Hasta el lobo estepario, y finalmente, el cocinero.


Y ella, a su vez, es grandiosa, pero si la pudieras capturar ( como Vincent Van Gogh capturaba los panoramas del Sur de Francia ), la retratarías en un cuadro al óleo. Entonces, el lobo silvestre, es pintor. Pero para no enloquecer, vuelve a casa, y se pone manos a la obra.

 

Su generoso comentario me halaga, ante tal comparativo, no me queda más que darle mi sincero agradecimiento, un abrazo...