19.30.- Iconografía de amor

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Todavía se conservan los buenos vinos,
las magnitudes de las caricias
echan raíces sobre los pinos.
El aroma de tierra fértil surca el camino
por los besos febriles del clavel,
donde se funde el diván de fuego,
atrincherado en la lengua del destino.
Aquel silencio parecía un mito,
los mares embozaban su silueta,
con un pincel de sal y humo
para que fuese algo esquivo.
Puedo oler las mieles de su cintura
formando curvas en la llanura
de sus labios, su cabello virgen
emigra con la pupila volcada al cielo
y en el último sollozo
su alma enraizada en la cordillera
de su cuerpo dibujó el último
halo de amor para moldear
con sal esa última lágrima.


María Anné
A L

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Que bonito escribes...
Despacito y con fundamento.
Como las buenas cocineras de manos expertas.
¿A qué hora es la cena?

Gracias por invitarme a ella.

 

Hermoso lo que has pintado aquí recorriendo el cuerpo del amor. Un retrato inolvidable.
Saludos

 

Seeeeeeeeeeee, algo así como una piedrita en el hígado, difícil de sacar, pero es mi motivo de escribir, mediocre pero escribo ja!


Besos cariño