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Hechizo de luna

Tema en 'Fantásticos, C. Ficción, terror, aventura, intriga' comenzado por silveriddragon, 15 de Noviembre de 2019. Respuestas: 0 | Visitas: 644

  1. silveriddragon

    silveriddragon Poeta fiel al portal

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    Todos los monjes le tenían lástima porque antes de los sucesos extraños él era una persona brillante. Era culto, amable, cortés, disfrutaba de pláticas extensas con gente de todo tipo.

    Inclusive una vez llevó a su castillo a un grupo de campesinos y compartió con ellos una cena digna de cortesanos. Lo hizo a cambio de risas y juegos.

    Quizás eso se debió a que era muy sociable. No se fijaba si se trataba de una persona rica o pobre, si le faltaba una pierna, si estaba tuerto o enfermo. Amaba a la gente y lo que hacía.

    No abandonaba a nadie a su suerte. Quizás por ello la misma gente lo protegía también.

    Era una persona con hambre de conocer costumbres y tradiciones. Quizás eso fue lo que lo llevó a su perdición.

    Un día escuchó acerca del pueblo de Boshi. Ahí había gente con habilidades de artistas itinerantes.

    El día que llegó conoció a la caravana que estaba a punto de partir a un viaje más.

    El jefe de la compañía lo invitó a tomar licor de ciruela en su carromato. Junto al fuego comenzaron a hablar de costumbres de lugares lejanos. Si no fuera por que era un noble y tenía deberes para con sus tierras quizás se hubiera ido a recorrer el mundo.

    Al comenzar a hablar de leyendas, el jefe le comentó acerca de una. Se trataba de la leyenda de una mujer perdida en el bosque que algunas personas escuchaban muy lejos pero su voz hechizaba. Los atrevidos a seguir la voz aparecían al día siguiente muertos o fríos.

    Era una leyenda, una más. Nadie podía confirmarla.

    Es más, desde hace muchos años atrás eso no ocurría.

    La curiosidad por saber si aquello era verdad se encendió. No podía dejar de pensar en esa leyenda.

    Al día siguiente decidió partir en busca de esa misteriosa mujer.

    - Conrad, gracias por tu hospitalidad. De verdad estuvo muy buena la comida y la plática mucho más.

    - Me alegra que esté a gusto en estos parajes tan lejanos a su reino Sir Agrez. Vuelva cuando guste y le estaremos esperando con brazos abiertos.

    - Bueno, ya debo irme. Quiero conocer a esa misteriosa mujer que mencionaste ayer en nuestra plática...

    - ¿de verdad va a buscarla? ¡Por Dios! Tenga mucho cuidado. Aquí todos le tememos a la montaña. Hombre valiente no confíe solo en su fuerza.

    - Solo quiero corroborar si es una leyenda o no. Conrad, amigo, hasta luego.

    - Dios vaya con usted caballero de armadura roja.

    Y así fue como empezó su camino hacia el bosque.

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    En algún punto de la caminata comenzó a ver varios hilos atados a los árboles. Al parecer la gente que entraba los ataba para marcarlos y así no perderse.

    Camino durante mucho tiempo hasta llegar a una especie de terreno llano lleno de pasto y bruma.

    Ahí se detuvo a comer un poco.

    No llevaba caballo, todo su recorrido lo hacía a pie. Le gustaba bastante sentirse en contacto con la naturaleza.

    Miró a lo lejos el pueblo de Boshi que ya se desdibujaba entre la neblina de ese lugar. Algo parecía inexplicable. ¿Cómo podía haber neblina y frío si ya casi era mediodía?

    Continuó su camino ahora tratando de no resbalar entre piedras y terreno inclinado. Camino así por un buen rato.

    Se detuvo para descansar y anotar en una especie de libro lo que había visto, la leyenda, le estancia con Conrad y dibujó lo que recordaba del pueblo de Boshi.

    Ya casi anochecía pero Sir Agrez quería llegar hasta donde se pudiera escuchar la voz de esa mujer.

    Así pues llegó a otro bosque. En ese lugar los árboles eran más delgados pero más altos. Al tocarlos se podía sentir que eran sólidos como roca.

    Caminó hasta llegar a un templo brillante. Era asombroso.

    Se asomó a su interior y vio pinturas de todo tipo y algo parecido a un cofre de tesoros sobre una mesa de mármol.

    Fue cuando la escuchó.

    ¡Era una voz...!

    Una voz increíble....

    Aterciopelada. Quizás eran ciertas las teorías de que la música doma a las bestias y a los hombres.

    Simplemente al escucharla sintió algo semejante a una luz encendida en su cabeza.

    Siguió la voz hasta llegar a un claro en el bosque.

    Ahí estaba una mujer de cabello castaño obscuro largo, de ojos grises. Llevaba un vestido negro largo con un cinturón dorado cuya hebilla parecía una gema ahumada. También llevaba una capa larga.

    Ella cantaba una canción:

    ¿Dónde estás amor mío?
    lejano te creo
    más hoy sé que estás cerca
    te presiento bajo este hechizo de luna...


    Bajo su influjo el caballero caminó hasta colocarse frente a ella. No podía contenerse al mirar en el fondo de sus ojos grises.

    - ¡Hermosa, bella cual flor que rozó la aurora! Dime que te cuide y te proteja por siempre y seré no solo tuyo ahora, si no siempre. Mi dulce luz en la noche de esta sencilla y apartada morada...

    - ¡Un poeta! Un reino y un caballero que protege a la rosa. Invierno es casi y tú me ofreces todo esto.

    - Eso y más si solo me dejas darte un beso. Puedo quedarme aquí contigo hasta que el día y la noche se encuentren nuevamente. Después te llevaría conmigo a que...

    - ¡Silencio! No digas nada que no puedas cumplir.

    - Lo juro... Por el Rey de Reyes que nos ve en esta noche de luna, que siempre me quedaré a tu lado solo por conocerte... ¿Cómo debo llamarte ..? No puedo más.. me siento preso de tus ojos... de tu voz,... de tu... esencia cristalina...

    - Lo haz jurado Agrez... Y ese juramento ahora nos ata. Pues has de saber que ahora eres mi caballero.

    Acto seguido se besaron profundamente durante un largo rato.

    Al cerrar los ojos Sir Agrez pudo ver cosas muy extrañas. Era como caer en una obscuridad llena de algo dulce y cálido.

    Al separarse le dio repetidos besos. Se embriagó con el aliento de aquella mujer. Después la agarró firmemente de la cintura.

    Cuando tomó una pausa y agregó.

    - Si eres real. Sabía que eras real por alguna extraña razón sabía que te iba a encontrar... No.... no... yo tenía que encontrar..

    - Los hombres.... Siempre buscan lo que nadie puede tener... como un trofeo. Ten cuidado mi caballero. Eso ha perdido a más de uno.

    - Quiero llevarte conmigo....

    - No. Solo puedo salir de aquí una vez. Y aún no quiero irme.

    - ¿Me dices que entonces me quedé yo aquí?

    - Solo.... si tú quieres..

    ---------------------------------------------------------------------------------------------------------

    Y así ... Sir Agrez se quedó con aquella mujer en el bosque de la montaña durante mucho tiempo. Ella le mostró de las maravillas del bosque, de como alimentarse ahí, de otros seres fantásticos y míticos. También del tesoro escondido en el templo.

    Pasaban largas noches demostrándose amor y pasión. Estaban realmente ligados el uno al otro.

    - ¿Cómo debo llamarte obscura belleza del bosque?

    - Alemania... dime Alemania ...

    - Ese nombre extrañamente te viene bien.

    - Sir Agrez, mi caballero de brillante armadura ...

    -----------------------------------------------------------------------------------------------------------------

    Una noche llegó otra persona hasta el límite del templo.

    Alemania se separó de Sir Agrez y comenzó a cantar otra canción. Una muy melancólica.

    Caídos los niños de los brazos de su madre
    vagan en este mundo buscando
    lo que no pueden tener
    y así se pierden
    del amor que pudieran ofrecer...


    El hombre se acercó a Alemania totalmente embelesado. No se movía, estaba como una estatua.

    Al terminar la canción la mujer extendió sus brazos y los ojos se le tornaron rojos. Emitió algo parecido a un chillido muy agudo y mostró unos colmillos enormes.

    Sir Agrez que estaba cerca mirando la escena sintió como la vida se le iba yendo, al igual que al hombre que estaba frente a Alemania.

    Perdió el conocimiento.

    El hombre estaba muerto.

    Alemania regresó al lugar donde había dejado a Sir Agrez, pero no estaba.

    Lo buscó un largo rato hasta que se le ocurrió algo terrible.

    Y si... lo encontró cerca del claro del bosque.

    Su caballero estaba muerto. Yacía en la tierra con la mirada perdida.

    Alemania gritó llorando. Llamó invocando a la diosa del templo.

    - ¡Ai no Megami..... ayúdalo! Haz que regrese... lo amo... no puedo vivir sin él.

    La diosa apareció...

    - Alestherg, la mujer que fue demonio ... y ahora cuida este bosque... ¿de verdad estás enamorada ... de un humano?

    - Si... la raza que juré condenar ... ahora me ha dado una razón para .... estar aquí...

    - El amor... una fuerza poderosa. Abraza a tu caballero.

    Así lo hizo Alemania. Le daba besos repetidos.

    Ai no Megami impuso sus manos sobre ambos.

    Sir Agrez fue envejeciendo lentamente pero el latido de su corazón regresó.

    - Alestherg... tu amado vivirá. Pero no va a recordarte y... perderá la razón.

    - ¡No me importa... solo quiero que viva... ! Lo amo... lo amo....

    Cuando el caballero abrió los ojos parecía un anciano pero aún tenía la fuerza para moverse por si mismo.

    Ni Alemania, ni la diosa estaban ahí.

    Solo la luna le iluminaba el rostro de ojos perdidos.

    Sir Agraz no comprendía que hacía ahí. Pero sabía que debía encontrar otras personas o moriría de hambre.

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    Tres días después unos campesinos encontraron al caballero llegando a Boshi. Murmuraba cosas ininteligibles acerca de una mujer hermosa que vivía en el bosque. También de un templo con grandes riquezas. Estaba hambriento y su faz no concordaba con la descripción de los caballeros.

    Se ponía violento si le decían bruja a la mujer de los bosques.

    También alzaba su espada en nombre de una cruzada contra el que caminaba en la luna.

    Estaba loco.

    Por esa razón se lo llevaron de forma piadosa unos monjes que estaban de paso en Boshi.

    Se lo llevaron a un convento a las orillas del mar.

    Ahí podían vigilarlo y quizás.... sanarlo. Harían un rito para tratar de expulsar a los demonios que lo habían vuelto una bestia.

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    Toda esta triste historia la había relatado el monje rector del convento a un novicio. La había reunido con lo que le contaban en Boshi y atendiendo a las pláticas que tuvo con el mismo Sir Agrez.

    No podían fiarse del todo de lo que decía por lo que solo era algo para ponerse en contexto con los cuidados que debían tener con él. Si se le contradecía se ponía violento.

    Era el turno para el novicio de cuidarlo. Rezar junto a su puerta a medianoche para que ningún demonio se llevara su alma. Pues a esa hora a veces el huésped se ponía a blasfemar hablando de hadas y reinas del bosque.

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    Esa noche Sir Agrez estaba más inquieto. Su cabello largo y blanco le tapaba los ojos. Sus labios secos comenzaron a hablar:

    - Yoo.... yooo... te vi.... y jamás pude estar más feliz.... Estar a tu lado es algo que... quisiera......volviera a ocurrir... No recuerdo tu nombre... ¿o sí? Algo me dice que te he visto..... aquí.... en el rayo de luna....

    El monje novicio se acercó a la puerta y comenzó a rezar:

    - Bendito es... el que es tentado, porque al pasar la prueba le será entregada la corona de la vida... Señor... ten piedad de este pobre hombre que no sabe lo que dice, piensa y ...

    En eso un sonido fuerte lo hizo voltear...

    Sintió una corriente fría de aire pasar a su lado.

    El caballero comenzó a agitarse más.

    - Yo... ¡te veo! ¿Has venido por mí? ¿Porqué tardaste tanto?

    El monje se asomó al interior de la celda y no podía creer la escena.

    Había una mujer vestida de negro.

    Con sus ojos grises miraba tiernamente al caballero.

    - Mi caballero.... porque has jurado por el Rey de Reyes que siempre lo serías... Ven.. conmigo a la obscuridad de nuestra morada.

    Acto seguido lo besó repetidamente mientras lo abrazaba.

    Algo asombroso pasó entonces.

    El cabello de Sir Agrez se fue pintando poco a poco. Sus arrugas se iban desdibujando. También su voz cambió.

    - Alemania.... Alemania.... Alemania.... te recuerdo finalmente.... eres la mujer que soñé siempre y al fin estaremos juntos ...

    - Sir Agrez... he venido porque nos han encomendado una misión. Hay que salvar a un reino y un pueblo. Ya se está acercando a Boshi el gran Aris... Markus cuidará a la diosa... Y nosotros amor mío... vamos de nuevo a estar juntos...

    El novicio ya estaba francamente asustado y se cayó de espaldas al ver como los cerrojos de la pesada puerta se abrieron.

    La puerta se abrió lentamente. La luz de las velas mostraban la silueta de una mujer y un caballero que abandonaron esa noche el convento.

    Ella del brazo de él, se detuvieron a la salida solo para mirar la luna y darse un último beso antes de desparecer bajo la neblina que apareció de la nada.



     
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    Última modificación: 15 de Noviembre de 2019

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