Cuando campesino fui

Tierra húmeda, de agradable olor

en tus tripas he hurgado,

sin intención causar dolor

tus bonanzas he buscado.


Echo de menos tu tacto

cuando acariciabas mis manos,

con un vinculo tan abstracto

pareciendo siempre hermanos.


Con mis gotas de sudor

tus grietas he regado,

empapando con mi amor

un terreno ya abonado.


Tú me hiciste trabajar,

el lomo casi he dejado,

en aras del mejor manjar

tus frutos he cosechado.


Y las gracias yo te doy

por ser tierra generosa,

lo mismo ayer que hoy

darnos comida sabrosa.


También he de agradecerte

de mi familia cuidar,

tenerte fue nuestra gran suerte

jamás nos faltó manjar.


Hoy ya con noventa años

solo me queda escuchar,

y sí, oigo tus susurros,

que me quieren reclamar.

 

La Tierra tiene menos prestigio,
pero mucha redondez,
pues su fuero interno arde por siempre,
ya que es magma incandescente,
cuyo núcleo es hierro fundido.
De modo que se comporta a la manera
de un gran imán. Verlo todo desde lejos
es posible, si uno aprehende
el concepto del espíritu argentino,
con sus Buenos Aires queridos,
o el de New York, New York.





También en Australia se respiran
aromas a antorcha olímpica, o en Rusia.
Pero hay zonas en la geografía,
que invitan a reflexionar,
y el Perú está lleno de energía telúrica,
o maternal, terrenal.
Donde sea que estés, siempre puede convertirse
en hogar, dulce hogar. Y con ello,
ciertamente digno y noble, o sagrado.
Por ello, el orgullo ante la obra, bien hecha.
El orgullo, ante oficio y beneficio.
Orgullo, no prejuicio. Sino que el juicio habitual,
sucede fuera de casa ( a la intemperie ).
Y el Juicio Final será un Big Crunch,
cuando el Universo se contraiga, definitivamente.

 

Muy buenas evocaciones Axel... de un tiempo realmente dulce; pero que
nunca volverá.
Cordialmente:

 

Gracias Iván