Campo cerrado

Iban con botas
certeras pisadas
en raíz salvaje
nocturna y
transitada.

Los montes más
antiguos entonces
adivinaban
propósito y
anhelos en fugaz
carcajada.

Las botas fluían
en ritmo de
aventura, el grupo
ya cazaba
sus presas desde
el muro.

Municiones por
collares, campo
abierto, luna calma.
Después ese silencio
que nadie interrumpe.

El hueco de las hojas
alienta las pisadas,
inútil cacería
de frágil puntería.

Es tiempo de rendirse
pasa ya la noche
retoma el día los
poderes, el pasto
delibera y expulsa
forasteros.

Quizás vuelvan
de noche, quizás ya
no lo hagan
En marcha como
iguales, en fuga
terrenales.

 

Y con todo, esos guerreros no valían tanto como el bosque.
No valían tanto como sus ardillas.
No valían tanto como sus ciervos.
No valían tanto como los ríos caudalosos.


Eran simplemente, hombres.

 

Para el campo y la montaña, botas... y senderos para transitar.
Me pareció el poema algo así como un día de caza; espero que no cazaran nada y que los montes los devolvieran a sus apartados de hormigón, je je.

Un saludote, Naturu, desde estos campos.

 

Muchas Gracias por los comentarios. Supongo que no cazaron nada, jejeje.
Saludos.