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En la torre

Tema en 'Prosa: Generales' comenzado por bristy, 28 de Febrero de 2020. Respuestas: 6 | Visitas: 389

  1. bristy

    bristy Miembro del Jurado Miembro del Equipo Miembro del JURADO DE LA MUSA

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    La torre parecía estar viva. Desde mi lugar priviligiado, en la parte más alta del edificio, podía mirar hacia abajo y contemplarlo en toda su extensión. Caminando por el corredor que conducía a la terraza, descubrí la puerta y me había atrevido empujarla y abrirla. Como no escuché ningún grito de protesta después de hacerlo, decidí echar una mirada al interior. No había nadie y por eso entré. Era una pequeña habitación de roca, una especie de celda construída en la piedra de los muros de la torre. Detrás mío, estaba la pequeña puerta de madera; a ambos lados, muros de piedra y, ante mí, un anaquel también de piedra, de unos 90 centímetros de altura.

    Avancé silenciosamente y me arrodillé de tal forma que solamente mi cabeza sobresalía del anaquel. Al contemplar la sombría oscuridad de la torre allá abajo, me sentí como un Dios contemplando desde los cielos a los viles mortales. Fuera de la torre, el crepúsculo de púrpura se trocaba poco a poco en oscuridad. Los rayos postreros del sol poniente iban disipándose detrás de las montañas nevadas, lanzando iridiscentes ráfagas de luz sobre los perpetuos copos de nieve que caían desde las cimas más altas.

    La oscuridad de la torre se desvaneció en algunos lugares, acentuándose en otros, gracias a muchas vacilantes lámparas. Las lámparas brillaban como puntos de luz dorada, esparciendo su resplandor en torno a sí mismas. Me parecía que las estrellas estaban debajo de mí en lugar de brillar sobre mi cabeza. Unas sombras fantásticas se deslizaban silenciosas entre las poderosas columnas. Sombras que eran a veces finas y alargadas y, otras, pequeñas y como agazapadas, pero siempre grotescas y extrañas, como consecuencia de esa iluminación irregular que confiere apariencia sobrenatural a lo natural y convierte lo extraño en algo indiscriptible.

    Al mirar hacia abajo, sentí la sensación de hallarme en un extraño plano astral donde se confundían los testimonios de mi vista y de mi imaginación. Sobre el suelo de la torre flotaban las nubes azules del incienso, elevándose sucesivamente y obligándome a imaginar, aún con más fuerza, el trono de un Dios que contemplara, allí abajo, la Tierra rodeada de nubes. Las nubes de incienso ascendían en suaves y concretos torbellinos desde los incensarios que agitaban los humanos jóvenes. En silencio y con rostro impasible, recorrían la torre en todas sus direcciones. Siguiendo sus idas y venidas, miles de puntos luminosos brotaban de los incensarios dorados, lanzando brillantes torrentes de luz.

    Desde mi previligiado lugar de observación, podia mirar hacia abajo y contemplar el fulgor rojizo del incienso, mecido por la brisa que, en algunos momentos, parecía estallar en llamaradas más intensas, agonizando en lluvias centelleantes y purpúreas de ceniza. Como revitalizado, el humo ascendía después de compactas columnas azules abriendo senderos de niebla en torno a los humanos. Proseguía su ascensión y formaba nubes cambiantes y nuevas en el interior de la torre. Se arremolinaba y giraba, mecido por las sutiles corrientes de aire que generaba el movimiento de los humanos adultos. Y tenía una apariencia de ser viviente, de criatura apenas entrevista que respiraba y se agitaba en el sueño. Durante unos instantes, lo contemplaba todo como hipnotizada, con la sensación de hallarme dentro de un ser vivo, escuchando los latidos de su cuerpo y de su propia vida.

    A través de las tinieblas , a través de las nubes formadas por el humo del incienso, veía las filas de los seres adultos y jóvenes. Con las piernas cruzadas, sentados en el suelo, se agolpaban en hileras interminables hasta desaparecer por completo en la oscuridad de los últimos rincones de la torre. Estos seres iban con vestidos vivientes y ondulantes estaban bordadas con colores oro, rojo, marrón y algunos grises en puntos aislados. Todos los colores parecían estar vivos, mezclándose unos con otros de acuerdo con los movimientos que hacían los que los vestían.

    Durante unos instantes, lo observé todo, escuchando cierto canto de ellos cuyas voces servía de contrapunto la voz aguda de los jóvenes. Vi que las nubes de incienso vibraban como uno con otras vibraciones más profundas. Las luces palidecían a ratos en la oscuridad, reanimándose luego, y el incienso se extingía y surgía suavemente trocándose en una lluvia de chispas rojizas. Observaba la danza de las sombras que crecían y morían proyectadas sobre los muros y miraba los temblorosos puntos de luz hasta que casi perdía la conciencia del lugar donde me hallaba y de lo que allí estaba haciendo.

    De pronto un ser anciano, encorvado por el peso de los años que sobrepasaban en muchos límites normales de la edad de los hombres, se agitaba parnisiosamente ante los otros seres. En torno suyo, con varillas de incienso y lámparas portátiles, se movían, atentos. Después de inclinarse, volviendo con lentitud para hacer un saludo ritual a los cuatro rincones de la Tierra, se enfrentó con la multitud de los seres en la torre. Con una voz sorprendentemente vigorosa en un hombre tan anciano, entonó el siguiente canto:

    Escuchen la Voz de nuestros espíritus.
    Este es el mundo de la Ilusión.
    La vida terrena es solamente un sueño que,
    comparado con la vida Eterna no es más que un parpadeo.
    Escuchen la Voz de los espíritus , ustedes , todos los que se sientan abandonados.
    Esta vida de Tinieblas y sufrimientos se terminará y la gloria de la vida Eterna seguirá iluminando a los justos.

    Después de este canto y transcurrir una pequeña pausa, apareció otro anciano, hizo una reverencia y lentamente saludó a los cuatro rincones de la Tierra. Encendió otra varilla de incienso y volviéndose de nuevo, la mostró a los cuatro rincones. Las voces profundas prorrumpieron otra vez en un canto, apagándose luego, junto a las voces agudas de los seres jóvenes, entonó el anciado otro canto :

    Escuchen la Voz de nuestros espíritus.
    Este es el mundo de la Ilusión.
    La vida de la Tierra constituye una Prueba destinada a purificarnos de nuestras miserias
    y de nuestras desmesuradas ambiciones.
    Ustedes los que dudan, escuchen la Voz de sus almas.
    Pronto se desvanecerá el recuerdo de la Vida sobre la Tierra y, entonces, alcanzaremos la Paz y terminarán
    nuestros sufrimientos.

    En eso las sobras temblorosas se agitaban y se retorcían como almas en pena. Mi propia conciencia, lo mismo que mis percepciones e incluso mis sentimientos, fluctuaban entre dos mundos. En uno de ellos seguía con atención exática los ritos que se celebraba abajo en la torre. En el otro contemplaba los mundos tangenciales donde las almas de los que habían muerto recientemente temblaban de temor ante el milagro de lo desconocido. Espíritus aislados, dominados por la angustia, perdidos en las tinieblas, lloraban de terror y de soledad. Separadas unas de las otras, deparadas de las demás como consecuencia de su escepticismo, se habían quedado paralizadas.
    Mis pies estaban entumecidos. Me levanté un tanto vacilante, y atravesé la puerta a toda prisa. Me dije a mí misma, debo irme de aquí. Pasé restregándome los ojos, por la torre llena de calor y de humo y, después, me sentí refrescada con el aire nocturno y seguí caminando, subiendo hasta la habitación continua a la puerta principal, donde alguien me esperaba. Sonrió al verme
    _ Pero, niña! - exclamó- Parece que hayas visto un fantasma! Esta noche nos quedaremos aquí y mañana seguiremos viaje. La experiencia te resultará interesante. Pero ahora debemos comer primero y, después dormir.
     
    #1
    Última modificación: 2 de Marzo de 2020
  2. Ana Cevallos Carrión

    Ana Cevallos Carrión CISNE

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    Es una excelente prosa en la que se advierte esa percepción de dos mundos, que se prestan al suspenso.
    Una placer degustar tus letras, creo, con todo respeto que hay que revisar ciertos detalles ortogràficos.
    Mis felicitaciones y un abrazo
     
    #2
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  3. bristy

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    Mis agradecimientos poetisa por tu grata presencia en mis letras. gracias también por tus observaciones , hiciste muy bien y ya he corregido. Un abrazo poetisa
     
    #3
  4. Maramin

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    Interesante relato nos compartes con sensaciones ultraterrenales que sobrecogen con la visión de lo descrito.

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    #4
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  5. bristy

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    Muchas gracias estimado maestro por dejar tus huellas aquí en mi espacio, un abrazo y buen domingo.
     
    #5
  6. Impresionantes letras con imágenes muy vívidas, uno se ve como en un sueño en tercera persona, más allá de lo infinito, porque en realidad si, somos espíritus, fantasmas de lo que nos espera, cuando cuando nos transformamos en energía, excelente redacción, profunda y atrapante, felicitaciones compañera.
     
    #6
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  7. bristy

    bristy Miembro del Jurado Miembro del Equipo Miembro del JURADO DE LA MUSA

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    Muchas gracias por leerme y comentar, agradezco el gesto. Saludo cordial
     
    #7

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