Rutina diaria del padeciente.

La noche perturba a las sirenas lejanas,
las nubes lloran secas y el viento las consuela.
Mi cama se tranforma en mi refugio.
Los noticieros en la tv siguen de pie,
viendo a la ciudad prenderse fuego y escupiendo gasolina de sus bocas.
Las paredes de mi habitación ya están negras y opacas,
los zapatos y la ropa comenzaron a arrastrarse cuán gusanos,
y los libros de texto me muerden.

Me lastiman y me hieren,
son pequeños roedores que de noche se suben y se arrastran.
Se escabullen entre mi ropa dejan marcas,
se meten en mis oídos y los siento masticando.

Mi familia es una guerra constante y mi corazón un vacío total.
La lista de amores a olvidar parece repleta y las canciones románticas me saben a mierda.
La monotonía del depresivo,
se transforma en una leve agonía que sale a flote apenas la tocan.
Como las flores que se abren apenas las toca el sol de la mañana.
Mis petalos están marchitos.
Acaso, he vuelto a morir?
Cuándo fue que deseé vivir?

 

Ufff, se pueden ver las imágenes que describes con tanta nitidez que penetran por los poros como el lodo que se disuelve en el agua y la enturbia por su falta de calma. Un poema magnífico que ojalá fuera sólo imaginado.

Abrazos,

Palmira

 

A veces nos hace bien hacer catarsis...Sacar todo lo negativo de la vida y recomenzar.

Abrazos compañera!!

 

Muy cierto compañera! Gracias por tus palabras! abrazo enorme!