Limpio de árbol.

Los dioses no obedecen.
No voy a curar el mundo
de su mal,
soy incapaz de curarme a mi mismo,
pero sí,... levantaré mi mano al desprotegido,
dándole cobijo, pan y agua que comer y algo de amor y ternura
en la escala de los dioses que no me conocen.

Arrastran mi penumbra
insípida luz que desaparece
en un tenue reflejo
de mi alma ante el espejo,
no hablaba su lenguaje
de un tímido gorrión
ante el ruiseñor de la noche y el día,
que brilla como el sol
en mis oídos.

Y lo veo y alza su vuelo por no hablar su lenguaje
en el páramo de mi desierto,
para que brille .
No compadezcas lo que no sientes,
es una perdida de tiempo en el infinito,
los ojos son asteroides que se estrellan
en un mundo convulso,
finiquitado por ambición
de un despropósito,
arrancar a su naturaleza
su perdición.



Esa es mi diosa

a un marte inhóspito

y luna sin bendición.

 

Me encanta este final!!!

 

Gracias, poeta del mar.

 

Saludos Grace.