Soneto de la ausencia

Es un dolor de ausencia cada día
el que me tiene así, desalentado.
Es una horrible grieta en mi costado,
su herida profundiza en mi agonía.

Es un calvario triste esta porfía,
la sufre un corazón ya desangrado
como un árbol de invierno caducado
sin la savia o la luz de tu alegría.

Hace un año te fuiste madre mía,
y sigo con mi vida alicortado,
cual perdiz, que de un tiro han derribado.

Si oyes este, mi canto emocionado,
te pido que me esperes a tu lado
con un beso al rumor del alma mía.

PepeSori
SafeCreative​

 

Muy bonito homenaje al recuerdo de esa madre que se nos ha ido. Genial soneto.

 

Gracias Paco

 

Qué hermosura.

Un fuerte abrazo

Carlos

 

Gracias Paco

 

Gracias amigo
Un abrazo

 

Hermoso y sentido soneto. Va contigo mi abrazo.
Miguel

 

Yo también perdí la mía hace hace unos años, Pepe y también le escribí un poema, que por ahí anda.
Tal vez de menor calidad formal pero con el mismo sentimiento.


Un abrazo, apreciado poeta.

 

Agradezco tu comentario
abrazo

 

A ver si tengo suerte y lo encuentro, seguro que es magnífico
Abrazo de afecto Vicente

 

Gracias amigo, un abrazo

 

Si tienes interés, te dejo el enlace:

http://www.mundopoesia.com/foros/temas/madre.623371/

Mi abrazo.

 

Bueno, que decir ante semejante soneto, no solo la emoción que vivo en al momento de leerlo, es magnífico, y pleno.
Sensibilidad de altura Vicente, una muestra de tu maestría artesana fundiendo todo el poema como un salmo bendito.
Gracias por mandar el enlace, un abrazo.
PD: no puedo destacar nada pues todo está hilado con mano orfebre, pero por reseñarte, el cierre del último terceto.

En mi carne viví tu carne viva
en su apacible claustro retenido
y aunque te tuve atenta a mi latido,
hoy mi razón de tu razón me priva.

Ya me dirás en qué morada esquiva
podré, madre, olvidarme de tu olvido,
a qué turbia oquedad y sinsentido
te replegó tu nave a la deriva.

No existe territorio en mi amargura
en que extender mi llanto ni venero
donde desalojar mi desventura.

En el albor del despertar primero
viví tu voz de lúcida ternura
y en la orfandad de tu silencio muero.