24. Vigésimo cuarto

Que mi cabeza revienta como globo
y se desinfla a la luz.
Agudos sonidos envuelven mis oídos,
sin cesar mis ojos no paran de huir en un remolino.

Como ligeras ondas floto en una oscura neblina,
tratando de entumecer mi bastarda realidad.
Apenas voy sintiendo un cosquilleo en mis manos,
al son de los sonidos de un salvaje palpitar.

Profundamente respiro pero me desespero,
mis adrentos se sienten huecos.
Mi pensar me causa náusea
que me provoca vomitar mis sentimientos,
y todas mis deteriodadas entrañas.

Ya de morirme ni me sorprende,
ya de vivir como que atormenta.
Que será de esos dolores y angustias,
que será de mi lamentar
y de esa tardía ruina violenta.