Rutina del imaginario

Llueve a torrentes una parte de mí se ve reflejada en un charco cualquiera de una calle indefinida, mientras vuelvo del trabajo, escuchando música para olvidar alguna parte de la realidad. Quizás sea el inconformismo y la búsqueda de alguna mera transformación de mi obtusa humanidad. Aunque el paso del tiempo sin dudas ha hecho lo suyo conmigo. Toda esa energía contenida que a veces recuerdo y que guardo muy dentro de mí. La fantasía exponencial de alguna aunque leve mutación, me sorprendiera por la mañana al despertarme. Casi siempre me han perseguido anhelados sueños desde niño. Ahora que lo pienso debí haber estudiado algo así como microbiología expansiva. No sé si exista en realidad esta carrera o solo forma parte de mi deseo imaginario.

Como sea me sumerjo al vacío de la realidad y observo que falta menos. Solo ansío llegar a casa o lo que sea que sea mi guarida hacerme un café encender la compu, poner música que me haga viajar, abrir el Word y esperar a que las imágenes que me disparen las músicas vayan generando nuevas ideas para poder contener una vez más a mi universo irreal. Casi estoy por llegar, puedo desdibujar la simulacridad de los próximos eventos. Podría describir la información de lo que sucederá con los puntos que he anotado en el transcurso de la jornada. El ensamblamiento de un entramado y la replicación morfológica de una estructura mecánica inconsciente. Podrían proyectarse a través de subunidades fantásticas. La versión miniaturizada de organoides sufrirá una repetición psicodélica en simultáneo. Mi oratoria insonora se desplazará en silencio con el misterioso glamour de bellas palabras que alegará el subconsciente. A todo esto mi perra me observará llegar sin sorprenderse, se acercará unos instantes más tarde de mirada incomoda y me tocará con su fría nariz el gemelo izquierdo, metiendo su hocico por debajo de la botamanga del pantalón para que la saque al jardín. Ella no podrá esperar y mis ganas de seguir escribiendo tampoco.

Así que le diré… ¡Vamos Lara!!! Y ella responderá moviendo la cola.

Un sueño, un recuerdo no vivido, un lugar deseado, un deja vu, todo es muy improbable en la demostrabilidad real, pero muy factible en la demostrabilidad absoluta, donde no sabremos nunca si fue verdad o no, solo lo percibiremos y esta sensación nos mantendrá decididamente vivos y así quizás sabremos que fue real.