El ser humano.

En medio de su propia evolución, el ser humano siempre ha buscado la forma de darle sentido a la vida. Es innegable el hecho, de que todos en algún punto del camino, hemos cuestionado nuestra propia existencia, y hemos puesto en tela de juicio, él porque estamos vivos, como y para qué.

La duda, es un constante en nuestro diario vivir. Y, ¿Por qué no? Si, al fin y al cabo, nos mofamos de ser racionales. Nosotros mismos nos encargamos de dar explicaciones, como si las tuviéramos. Y nos encargamos de dar verdades absolutas, que, aunque algunas parecen ser muy certeras, algunas otras, solo se encargan de arrojar otros interrogantes, que son muy distantes al conocimiento humano.

Un ejemplo, es la viva representación, que presenciamos a diario. El bien y el mal. Aquella constante lucha entre lo que pareciera ser, lo divino y lo malvado. Lo que necesitamos y lo que queremos. Lo que representamos, y lo que somos.

Desde tiempos ancestrales, el mundo ha tenido una idea errónea de lo que esto representa. En nuestra constante búsqueda de alivio celestial, de algo divino que explique y el porqué de todo, y nos dé una reivindicación humana; hemos hecho supuestos que han servido de calma a la humanidad: Dios.

Pero es algo tan complejo, que como ya lo había planteado, seguía arrojando más dudas, ¿Entonces cuál es la explicación del mal? Se siguió con la especulación, y como respuesta casi que inmediata, se planteó la contra-parte de Dios: El diablo.

Pero lo que la humanidad necesita comprender, es que estas hipótesis, no son más que explicaciones sencillas, y que, de detrás de toda parafernalia, existe quizás una explicación. La cual yo considero, se plantea de la siguiente manera:

El ser humano, malo por naturaleza, como algún día planteo Nicolás Maquiavelo; creo en su reflejo al diablo. Le puso casi que todas las características iguales a las humanas. Rey de los placeres, de los excesos. De lo que, al fin y al cabo, todo ser humano disfruta y quiere poseer.

Y a Dios, el ser humano lo plasmo como un deseo utópico, una quimera de lo que todo ser humano debería ser. De un modelo a seguir difícil, de que aquel que lo logre no es más que un santo, y merece todas las alabanzas existentes.

Estamos equivocados. Somos humanos, solo eso. Siempre lo seremos. Y en lugar de andar buscando respuestas que nunca encontraremos, debemos es estar disfrutando de tan majestuosa creación, que a pesar de que no sabemos de donde venga; aquí estamos y nada más.

 

¿Cuál es la diferencia entre la búsqueda de un resultado, y el resultado de una búsqueda?

El uno es básicamente una investigación. La aplicación del método científico. O bien la aplicación de principios filosóficos. O hasta un capricho.​

Lo segundo es experiencia, nuevo conocimiento, o incluso sabiduría.​

¿Para qué sirve andar buscando respuestas?

Si no te has hecho ninguna pregunta, ni tampoco planteado un objetivo... buscar respuestas te sirve de poco o nada.​

A la larga, puede resultar más provechoso buscar preguntas.

¿Será posible?​