Salutación (Octavas reales)

​

É de manhã...,
é de madrugada, é de manhã...,
flor de meu amor...
[...]

Caetano Veloso​

Salutación

En tanto que dedicas la mañana
al brioso trajinar con el que vuelas,
mi pulsión, en ningún momento vana,
se anima del calor de tus candelas;
así, bien comenzada la semana,
hacendosa ya vas que te las pelas;
también, con mano firme y oportuna,
faenando hermoseas cual ninguna.

Llegue a ti, con mi octava presurosa,
la canción que compongo en este día,
que te sirva mi lira melodiosa
como fuente de amor y de alegría;
porque anhela decir, mujer hermosa,
que te quiere mi pobre poesía.
¡Vengan pues esas musas del Parnaso,
alléguense ligeras y a buen paso!

Y es la octava real que te dedico,
por ser tú de mis ansias la primera,
mi elegida, la estrofa con que indico
el cariño del que te cubro entera,
y es el verso la voz con que predico
que te quiero el mejor de esta manera.
¡Y que sirva, mujer, también de broche
a cuanto sucediera ayer de noche!

Escribirte un poema me alimenta,
me solaza, me sube a las alturas,
solamente al pensar que te contenta,
que con él cien placeres te procuras;
la voz de la tristeza me la ahuyenta
si creo que al amor también te apuras.
¡Qué bueno es el sonido de mi octava
varonil que en tu espíritu se clava!

Pues mi voz, de varón, quiere tenerte,
quiere amarte, señora, acariciarte,
y, de pronto, acercarse y sorprenderte,
saliendo del silencio, al abrazarte;
allegado quisiera complacerte
cada vez que te ronde para amarte,
¡ah, señora — solícita mi mano —,
para tanto jamás es muy temprano!

Dime, entonces, mi bien, que tú consientes,
que autorizas mi afán y que me animas,
siendo amante, si tú lo mismo sientes,
y a qué punto me apruebas y me estimas
estas furias poéticas ardientes
que se encierran, buscándote, en mis rimas;
¡no te espante la fuerza en mi reclamo,
es así por lo mucho que te amo!

 

Amoroso y poético te levantaste esta mañana, estimado lesmo. Esa musa hacendosa que te lo inspiró debe estar contenta.
Simpáticas te quedaron estas octavas.
Un abrazo.

 

¡Cómo trovador no tienes precio!.Muy continuo el relato con un final potente. Enhorabuena. Un abrazo. Bernardo de Valbuena

 

Preciosa declaración querido amigo!
Un gusto leerte...un abrazo...
Nancy