Aguardiente bravo

Vidrios, gotas, lluvia, caderas,
sima, ópalo, aguardiente bravo.
Ojos, risa, notas, polvo,
brillo, rojo, esponja, luna

casi, frijoles, ropas, ácido,
gemidos, pátina, saxo y chelo
de amantes

casi

Obsceno, filo, esquina, pulmón,
delfines, alarido.
Pink, botellas, mariguaaaanaa

Cuerdas, tos, soldaditos, árbol,
latido, palmeras, boca labios.
Cortina, tacones, cámaras​

Jewel y jardines, locura, nadas…
Casi.​

 

Uma vez me regalaron un cocuy de penca con 55 grados de alcohol. Aquella vaina era difícil hasta pasarla puer buche, mi compa, pero era sabroso como el solo el condenao. Después nunca volví a conseguir otro tan bueno. El que me inspiró el poema es un licor a base de brandy llamado chevalier.

Debe haberte parecido una loquera este "poema", pero es que no me gusta escribir vainas convencionales... esas ya las escribe mucha gente. Te saludo y felicito por haberte atrevido a sumergirte en esta pea. Un gran abrazo.

 

Algo así, jajajj. Saludos, mi compa.

 

Caray! tocando alto y fondo. La verdad que el poder etílico tiene sus confines. Yo creo que fue más que bravo, me recuerda un aguardiente con un gusano, el mezcal. Creo que en tu haber de versos no está, ni te lo comas, ahí si es verdad que te perdemos.
Un gustazo leerte Julio César!
Mi abrazo hasta allá
Camelia

 

Conozco al mezcal y al gusano que lo vigila. Pero soy más de miche sanjonero y ponsigué oriental, jajaja. Te cuento: una vez cuando era niño, a mi papá le regalaron una garrafa de esta última bebida. Mi padre jamás ha sido hombre de beber, pero su hijo era un pequeño poeta curioso, ratón de libros como las "Páginas para imaginar", y de sabores dulces como el del ponsigué, descubierto en las horas de siesta de mi buena madre, que en paz descanse. Total, las pepitas de ponsigué fueron desapareciendo una a una (a veces una a dos, o una a tres como en el cuento del Lazarillo de Tormes) y el nivel de la garrafa misteriosamente comenzó a bajar. Lástima, misteriosamente desapareció la garrafa un día, y las lecturas de cuentos y poemas dejaron de estar acompañadas por aquel sabor dulce, calientito e interesante encontrado a las sombras de lo prohibido.

Muchas gracias por venir a visitar mis letras, que como puedes ver, a veces son bastante locas, compañera.

 

Ay! lo siento, pues te pillaron y te cortaron parte de la inspiración. Y tú creyendo que no se habían dado cuenta jajaja.
Gracias por la devolución, me recuerda que en Casa había también una botella con ponsigué que la usaban mis padres en ocasiones especiales.
Un abrazo Julio César
Camelia

 

Como que eras menos curiosa que yo, jajaja.

 

Era muy pequeña para esos andares, curiosa si más mayorcita.
Otro abrazo!