1. Invitado, ven y descarga gratuitamente el cuarto número de nuestra revista literaria digital "Eco y Latido"

    !!!Te va a encantar, no te la pierdas!!!

    Cerrar notificación

Socidedad Canibal. Capítulo 6.

Tema en 'Relatos extensos (novelas...)' comenzado por Kwisatz, 23 de Enero de 2022. Respuestas: 0 | Visitas: 315

  1. Kwisatz

    Kwisatz Poeta recién llegado

    Se incorporó:
    27 de Septiembre de 2007
    Mensajes:
    281
    Me gusta recibidos:
    149
    CAPÍTULO 6

    El primer punto de referencia fue fácil de encontrar. Era un antiguo cartel de autopista casi ilegible señalando el camino hacia la costa. A partir de ahí tenía que conducir casi doce kilómetros hacia el este hasta encontrar una granja semiderruida. No le llevó más de un cuarto de hora llegar. No quedaba gran cosa de la granja, salvo una parte del granero parcialmente derruida y el molino de viento, que milagrosamente todavía seguía en pie.
    También apreció unos harapos enganchados a un poste, posiblemente los restos de un espantapájaros aunque no estaba seguro.
    Este signo de vida le hizo recelar por unos instantes que hubiese alguien alrededor observando y aceleró el vehículo instintivamente. Como era de esperar sólo era otra ocurrencia paranoica.
    El tercer y último punto intermedio era una cafetería de carretera a dos kilómetros del último desvío hacia el norte que debía tomar para llegar al punto de recogida.
    Cuando llegó al café paró el motor casi sin pararse a pensar. Estaba cerca del objetivo, a unos escasos ocho kilómetros de distancia. Transportaba una carga desconocida e iba al encuentro de un grupo de mercenarios capaces de traicionar el trato y quitarle del medio sin ningún remilgo.
    Ya que cabía la muy real posibilidad de que no saliese vivo de esa, se merecía saber al menos cuál iba a ser el precio de su muerte.
    Salió del Buick y abrió su inmenso maletero. En su interior encontró dos depósitos de unos 20 litros aproximadamente junto a una caja de madera cerrada.
    Bastó abrir el tapón de uno de los depósitos para confirmar sus sospechas, era gasolina. Sin embargo la caja era otro cantar. Estaba herméticamente cerrada y no había signos o inscripciones exteriores que permitiesen identificar lo que había dentro.
    En el maletero no había nada más a excepción de un destornillador grande, que imaginaba que habían dejado allí a propósito para abrirla.
    Luke cogió el destornillador y se quedó mirando fijamente el contenedor durante un par de minutos. Si la abría era posible que tuviese problemas a la hora de cerrar el intercambio. Podían pensar que el contenido había sido adulterado y que lo pagasen con él como represalia.
    “A la mierda” se dijo y comenzó a forcejear con una de las tapas. Tras un par de intentos cedió dejando ver un matojo pajizo a través del cual se adivinaban formas oscuras.
    Eran armas. Y no cualquier tipo de armas, armas de las buenas. De esas que sólo los militares de alto rango podían disponer debido a su limitado número.
    Frank debía querer con todas sus fuerzas recuperar a aquella homínida. Si se llegase a descubrir que estaba entregando este tipo de armamento a enemigos potenciales de la ciudad podría meterse en un buen lío. Podrían acusarlo de alta traición, y entonces ni siquiera su prestigioso apellido sería suficiente para defenderlo ante una causa pública.
    Por un momento se le pasó por la cabeza volver a la ciudad y denunciarlo. Pero ¿quién era él acaso? ¿y que pruebas tenía contra Frank?
    No, lo más sensato que podía hacer por el momento era continuar con el plan establecido. No obstante, el turbio descubrimiento lo ponía todavía más nervioso si cabe.
    Ahora casi no le cabía la menor duda de que Frank intentaría liquidarlo para eliminar cualquier cabo suelto.
    Su muerte era sólo una cuestión de tiempo. Pero aún cabía la remota posibilidad de que Frank le perdonara la vida y cumpliese sus promesas.
    Se aferró a esa idea y cerró el maletero, para abrirlo de nuevo casi al instante. Se le ocurrió que dadas las circunstancias no le vendría mal guardarse una de las armas.
    Rebuscó en el cajón y finalmente separó del resto un mortífero M-16 y dos cajas de munición. Admiró su línea. Nunca había empuñado un arma así. Le hacía sentir poderoso. Se la puso al hombro y simuló que disparaba. Era magnífica.
    Resolvió entrar en la cafetería y ocultarla en un hueco bajo el mostrador, para recogerla a la vuelta, si es que lograba volver.
    De nuevo en el coche Luke emprendió el último tramo del trayecto hacia el punto de entrega. Tomó el desvío comarcal hacia el este y condujo los ocho kilómetros por una carretera en pésimo estado de conservación, llena de baches que hacían que el vehículo traquetease a cada metro que avanzaba. Finalmente llegó a una estación de servicio abandonada que había sido fortificada con barricadas de chatarra, principalmente chasis de vehículos apilados.
    Encima del techado que cubría los surtidores observó una silueta humana que empezó a hacer aspavientos en cuanto identificó un vehículo aproximándose.
    Luke redujo la velocidad hasta casi alcanzar la velocidad del paso humano como prueba de que sus intenciones eran pacíficas. Cuando llegó a los límites de la muralla de chatarra abrió la puerta del Buick y bajó de él con las manos levantadas.
    Un disparo de advertencia se estrelló cerca de sus pies precediendo la reglamentaria pregunta de identificación

    - ¿Eres el hombre de Frank que estamos esperando?
    - Sí, me llamo Luke.
    - Me importa una mierda tu nombre. Santo y seña.
    - ¿Santo y seña?
    - ¿Eres idiota o qué? ¿No te dijeron que habíamos acordado una contraseña para autentificar al mensajero?
    - No, yo…

    Otro disparo se estrelló a sus pies, esta vez más cerca

    - Oye capullo, más te vale que eso sea una broma porque si no te voy a volar los putos sesos. Tienes diez segundos.

    El corazón de Luke pasó de cero a cien. Necesitaba pensar rápido, estaba a diez segundos de su muerte. De pronto se acordó del mapa, había una palabra manuscrita… Mierda, ¿qué ponía?

    -Cinco, Seis…
    - ¡Espera!
    - ¿Qué pasa, te ha vuelto la memoria de repente?
    - Con los nervios creo que la he olvidado, pero la tengo escrita en el mapa que me ha traído hasta aquí, lo tengo en la guantera –Dijo Luke de forma atropellada.
    - Está bien capullo, pero no voy a dejar de apuntarte, al mínimo gesto extraño eres hombre muerto.

    Luke introdujo medio cuerpo en el vehículo y abrió la guantera. Agarró el mapa con las manos temblando y busco la palabra: Atardecer rojo.
    Sacó el cuerpo lentamente de nuevo y alzó las manos

    - ¿Y bien?
    - Atardecer rojo
    - Tsk... Eres un capullo con suerte. Vaya mariconada de contraseña. Pasa despacito, no hagas ninguna tontería y dirígete a ver a nuestro líder Ed el Desollador.

    Luke subió al vehículo y esperó a que un par de mercenarios empujara una pila de vehículos, uno de los cuales, el de la base, conservaba aún los neumáticos.
    Procedió a cruzar lentamente el umbral y una vez dentro apagó el motor.
    Nada más bajar el coche un puñado de hombres armados con todo tipo de rudimentarias armas blancas lo tenía rodeado.

    - ¿Dónde está la mercancía?

    Luke reconoció la voz del centinela con el que había acabado de hablar. Era un tipo fornido y alto rondando los cuarenta, pelo ralo y barba hirsuta descuidada que lo miraba con cara de malas pulgas.

    - Está en el maletero
    - Menudo gilipollas es el tal Frank, yo nunca habría entregado directamente la mercancía. Abrid el jodido maletero a ver si es verdad lo que nos dice nuestro amiguito.

    Al instante dos hombres se acercaron al vehículo y abrieron el portón trasero. Tras una breve inspección sonidos de júbilo inundaron el campamento.

    - ¡Menuda preciosidad! ¡Mira Jim! - Le dijo uno de los esbirros enseñándole una Beretta 92 prácticamente nueva al centinela.
    - ¡Está bien cabrones! Ahora quiero que dejéis todas las armas donde las habéis encontrado. Y ay del puto gilipollas que no cumpla las órdenes. Muy bien amiguito, parece que tu patrón ha cumplido su parte del trato. Ahora entra a la caseta de servicio y habla con Ed para que te dé lo tuyo.

    Antes de entrar un par de tipos cachearon a conciencia a Luke, que tuvo un poco de tiempo para observar el interior del campamento. Había algunos barriles de acero dispersos, que imaginaba que era donde prendían el fuego por las noches, y varias motocicletas aparcadas juntas en una de las esquinas del recinto. También apreció una colección de garrafas de entre veinte y veinticinco litro en el extremo opuesto, probablemente llenas de combustible.
    Tan pronto como acabó el careo Luke fue conducido al interior de lo que fue la tienda de la antigua estación de servicio.
    Dentro encontró un espacio diáfano. Las estanterías vacías de lo que había sido un pequeño supermercado habían sido apostadas encima de los ventanales tapando todos los ángulos vulnerables, pensando probablemente en un hipotético tiroteo.
    En el suelo se podían ver algunas precarias colchonetas de gomaespuma enrolladas contra las paredes, lo que parecía indicar que al menos una parte de la banda pernoctaba allí.
    El único mobiliario que parecía seguir en su sitio era el mostrador de la tienda. Detrás, sentado en una destartalada silla de oficina Ed el Desollador observaba.
    A simple vista Ed no parecía especialmente temible. Aparentaba ser un tipo de constitución enjuta entorno a los cuarenta y muchos años que iba pulcramente afeitado, algo que contrastaba notablemente con el aspecto del resto de mercenarios. Aún conservaba vestigios de una cabellera rubia peinada hacia atrás impecablemente. Uno diría que parecía alguien demasiado civilizado para encajar con esa panda de salvajes, hasta que mirabas a sus ojos y te encontrabas con aquella mirada glacial e intimidante.
    Su atuendo, según se rumoreaba, estaba hecho a base de pieles humanas extraídas de sus enemigos algo que alimentaba su aura amenazadora.

    - Así que tú eres el pobre diablo que ha enviado el cachorro de Hammond para cerrar el trato – Y examinó a Luke de arriba abajo- La verdad, me esperaba algo más. Me dio la sensación que ese tal Frank sabría defender mejor sus intereses.

    Luke se quedó mirando sin saber qué decir, pero un mal presentimiento empezó a germinar en su interior.

    - Jim me ha dicho que tu patrón ha cumplido el acuerdo que teníamos… casi. Falta un fusil M-16, que había pedido expresamente para mí. La caja de las armas estaba abierta, quizá a alguna rata le gustó mi fusil y se lo llevó a su madriguera ¿Tú qué crees?

    Luke intentó contener la sensación de pánico que se apoderaba de él, pero lo cierto era que en ese momento debía exudar miedo por todos sus poros.


    Finalmente sólo atinó a decir

    - Yo no…
    - Si no fuera por lo estúpidamente patético que pareces podría llegar a creer que esa rata eres tú. Pero es más probable que haya sido otra rata codiciosa la que ha saqueado mi mercancía. Frank debería conocer mejor a sus hombres. Yo a todos los nuevos siempre los acuso de robar equipo. Yo sé que es falso, claro, pero aun así les pongo un cuchillo sus gargantas y aprieto lentamente hasta que empiezan surtir los primeros hilillos de sangre. Muchos de ellos lloran, y otros incluso se admiten culpables. Esos mueren. Sólo dejo sobrevivir a dos tipos: los que aceptan impasibles la pena y los chivatos. Los primeros porque son buenos soldados, y los segundos porque me son útiles para tener controlado al grupo. Por desgracia los chivatos inexplicablemente tienen más accidentes en nuestras incursiones. Quizá debería hacer la prueba contigo…

    Luke no podía verse, pero estaba seguro que había empalidecido.

    - ¿Se te ha comido la lengua el gato? No iba en serio hombre. Deberías verte la cara. –Una sonrisa feroz asomó en el rostro de Ed- Si fuera a hacerlo no te lo habría contado. Tranquilo, te necesito vivo. Acabo de decidir que quiero más. Así que vas a ser un buen chico y vas a ir a decírselo a tu jefe. Le vas a decir que Ed quiere su M-16 y más armas por la chica. Bueno, vosotros los de la ciudad los llamáis homínidos. Putos hipócritas.
    - Pero, pero… me matará.
    - Pues enviará a otro en tu lugar. A mí eso me da igual. Puedes morir ahora o morir después. Prefiero que sea después, pero si no hay más remedio…
    - Está bien, está bien…
    - Y para que veas que voy de buena fe- dijo socarronamente Ed- te dejaré que veas a la chica un momento para que compruebes lo bien que la he tratado. Es bastante guapa, la verdad. Me ha costado bastante mantener a mis chicos a raya, hace semanas que no asaltan ninguna caravana y todos tenemos necesidades….

    Jim y uno de sus secuaces desatrancaron la puerta que conducía al lavabo de señoras y sacaron a rastras a la homínida agarrándola cada uno de ellos de un brazo.
    Luke la miró y por un momento olvidó sus miserias al mirar la fiera mirada de la homínida, que se debatía entre los brazos de sus captores con furia.
    Pese a al pelo alborotado y la fiera expresión de la cara, Luke se quedó pasmado mirándola como si estuviese asistiendo a la aparición de un ángel, uno que anunciaba su muerte. No era para menos, los últimos días se había convertido en el centro de su universo.

    Ed lo sacó pronto de su ensimismamiento.

    - Ya ves que está perfectamente, incluso con ganas de pelea. Ahora vete y cuéntaselo a Frank. Dile que tiene dos días para traer el nuevo cargamento.

    Casi al instante se vio rodeado por un puñado de bandoleros que lo condujeron al viejo Buick con el que había venido.
    Antes de que se diera cuenta se encontraba conduciendo rumbo a la cafetería donde había escondido el M-16. La noche se empezaba a dibujar en el cielo, pero Luke no podía volver.
     
    #1

Comparte esta página